Cómo será el nuevo Teatro Argentino, la sala que una bomba destruyó en el estreno de Jesucristo Superstar
El enorme espacio contará con un hall para actividades mixtas, la sala Norma Aleandro -que tendrá una capacidad para unas 700 personas- y una terraza dedicada a gastronomía y actividades artísticas
Durante 85 años, en un generoso lote de Barlolomé Mitre al 1400, funcionó un teatro hasta que vino una noche trágica de bombas y destrucción. Tras ello, durante casi 40 años, el lote céntrico pasó a ser una playa de estacionamiento, hasta que se construyó una torre con un teatro adentro sin equipar que estuvo cerrado, como si fuera una figura fantasmal, durante otros 13 años. Todo indica que en dos etapas, julio de este año y verano de 2026, luego de 52 años, habrá de nuevo un teatro que respetará su nombre de gloria como un gesto por intentar recuperar su magnífica historia.
La trama de todo eso es más o menos así. En 1892, en Bartolomé Mitre al 1444, la misma manzana en donde ya estaba el actual Teatro Liceo, se inauguró una sala que se denominó Teatro de la Zarzuela. Era un teatro chico, no apto para la lírica, en donde se acabó presentando más espectáculos de magia y prestidigitación que de ópera o drama. Unos seis años después, en 1898, se lo renovó integralmente y pasó a llamarse Teatro Argentino (que, vale aclarar, no es la gran sala de estilo brutalista de La Plata). Por allí actuaron figuras emblemáticas como Benjamín Solari Parravicini, Pablo Podestá y Florencio Sánchez; o en donde se estrenaron obras como El violinista en el tejado y Hair, cuando la sala estaba en manos de Alejandro Romay durante su época de gloria.
Debido al éxito de este último trabajo, fue al llamado Zar de la Televisión a quien se le ocurrió montar Jesucristo Superstar, uno de los primeros éxitos de Tim Rice y Andrew Lloyd Webber. Lo hizo a lo grande: sin escatimar en costos. Luego de varios meses de ensayo la noche del 2 de mayo de 1973 estaba todo listo para su estreno. Pero esa mañana, la histórica sala le tocó lidiar con las intolerancias, con las llamas. Un grupo comando ultrareligioso acabó con sus instalaciones para impedir el estreno del musical, en el cual Susan Ferrer hacía de María Magdalena y Carlos Wibratt de Jesucristo, a quien Romay había escuchado cantar en la calle y que terminó ocupando un rol principal. Del elenco también formaban parte artistas como Marcelo San Juan, Valeria Lynch, Luz Kerz, Ana María Cores y Horacio Fontova, entre otros, en tiempos de cuando eran jóvenes y ni tenían el reconocimiento que se ganaron con el tiempo.
Ya días antes del estreno algunas voces se habían opuesto al oponían al montaje. En las calles del microcentro aparecieron unos afiches con la imagen de Cristo y la palabra “desagravio”. Un grupo se dirigió al arzobispo Juan Carlos Aramburu para solicitar que intervenga ante las autoridades públicas para que se prohibiera la obra. En este mismo diario se publicó una solicitada de la organización ultracatólica identificada con la sigla ORCI que pedía la intervención “de las más altas autoridades militares, eclesiásticas y civiles para evitar la representación teatral de la obra blasfema”.
Para el 2 de mayo estaba previsto el estreno. Días anteriores actores como productores habían sido amenazados, pero esa mañana del debut se pasó al hecho concreto. “A las 7.45, cuando todavía el director, los productores y algunos operarios ultimaban algunos detalles técnicos, un comando de siete hombres armados irrumpió inesperadamente y, desde la bandeja alta de la sala, arrojaron 25 bombas molotov que no dejaron nada en pie”, contaba el periodista Pablo Gorlero en una nota de 2923. Del teatro Argentino solo quedaron las paredes laterales.
A partir de ese trágico suceso, durante años el lugar se convirtió en una playa de estacionamiento (el mismo triste destino de otras salas históricas como Odeón y Politeama una vez que fueron tiradas abajo). El grupo inversor Desarrolladora Alto Grande lo compró a sabiendas de la existencia de la Ley 14.800, promulgada en enero de 1959, que sostiene que “en caso de demoliciones de salas teatrales, el propietario tendrá la obligación de construir en el nuevo edificio otra sala con las mismas características”. Justamente esa norma surgió como reacción de protesta de la comunidad cuando, a pocas cuadras de acá, tiraron abajo el Teatro Politeama, el que Juan José Campanella y sus socios convirtieron en una gran sala en 2022. Cuando hace unas semanas se anunció la reapertura del teatro Argentino en un acto que se realizó en el Teatro Colón, Mariano Maioli, directivo de la desarrolladora, reconoció que incluso antes de conocer a Alejandro Romay él ya se imaginaba la torre, el edificio y el teatro.
Pero el proceso tuvo su propia agenda. En 2012 se terminó la torre que tiene su entrada por Bartolomé Mitre 1444. Justo al lado está el gran lote con un gran hall de doble altura en con unos grandes huecos en el techo que permiten que tenga luz natural. Al fondo, está la gran sala con una gran estructura de hormigón en donde funcionará en el pullman. Todo este gran volumen sin terminaciones en los pisos, paredes y techos estuvo detenido en el tiempo durante unos 13 años.
En esta hoja de ruta la empresa constructora, hace cosa de dos años, le propuso a Diego Sebastián Oria que se hiciera cargo de la dirección artística del futuro teatro. Oria es director, autor, actor y productor de obras como La Parka y Alicia en Frikiland y, más recientemente, de Planeta Gasalla, que se estrenó en el Palacio Libertad. Cuando le propusieron conocer el lugar se llevó una sorpresa. “Yo me imaginaba que iba a ser un teatrito dentro de una galería como los que hay por la zona del centro. Cuando llegué a la primera reunión no entendí nada. Abrieron las puertas de este sector y, pum, ¡un teatro! Lo mismo que estás viendo hoy”, cuenta en la primera recorrida por el lugar para un medio de prensa. Al poco tiempo de aceptar el desafío sumó Matías Taverna, con quien trabajó en varios montajes de sus trabajos nacidos y criados en el circuito alternativo, para que se encarga de la dirección de producción del viejo/nuevo teatro que tendrá varios espacios.
La sala, a la que bautizaron como Norma Aleandro, contará con una capacidad de unas 700 personas. Ahora, es todo un gran espacio con paredes de hormigón, ladrillo a la vista y escombros en el piso. En la recorrida Diego Sebastián Oria cuenta que el enorme pullman lo mandaron a construir hace unos años Aníbal Pachano y el productor Héctor Cavallero con la idea de hacerse cargo de la sala. Pero aquella gestión no prosperó. Tampoco la de Gustavo Yankelevich. Tampoco la de Carlos Rottemberg. De hecho, en mayo de 2008, Rottemberg había anunciado que para festejar sus 35 años de actividad iba a convertir al terreno baldío en un teatro. Pero luego de esperar nueve meses la aprobación del gobierno porteño cambió de planes y destinó esa inversión para adquirir y remodelar el Teatro Bristol, en Mar del Plata. Luego de esos tres intentos frustrados de productores de peso en la actividad fue la mima inversora que decidió hacerse cargo del Teatro Argentino dejando en manos de Oria y Taverna el pensar las actividades en este enorme espacio ubicado en pleno microcentro.
Al gran hall de entrada en donde funcionará un bar lo imaginan como una sala en sí misma dedicada a muestra de artes, instalaciones, experiencias musicales y presentaciones diversas por la cual podrán transitar unas 250 personas. Se comprometen a abrirla el 18 de julio. ¿Con qué? “Estamos en eso”, se ríen con un dejo de nerviosismo y aclaran casi a coro: “La idea es abrir con bandas de jazz, tal vez teatro leído. La idea es que el público se encuentre con diferentes experiencias artísticas y que fluya entre el lugar. Nos proponemos que el Argentino tenga vida todo el día. Esto no será un teatro del star system de la avenida Corrientes. Queremos pensar cosas en exclusiva para el lugar y hacernos cargos de la producción de algunas propuestas que se presenten acá”, cuentan mientras el lugar.
Aunque el Argentino sea vecino del Politeama y del Liceo, plantean algunas diferencias en lo que se refiere al criterio de programación de las otras dos salas. “Nosotros no vamos a tener de miércoles a domingo un mismo título. Apuntamos a que haya cuatro o cinco espectáculos semanales para, también, apostar a la rotación de público de todas las edades”, sostiene el creador de obras del circuito alternativo que se transformaron en objetos de culto. Aunque no estén en condiciones de adelantar títulos, tienen en claro que la trágica historia del estreno frustrado de Jesucristo Superstar estará presente en el nuevo Teatro Argentino. Imposible negar esos ecos.
Por lo que está construido, básicamente, por la existencia del pullman con capacidad para 175 personas; todo indicaría que se trataría de un espacio tradicional con el escenario y las butacas frente a él. Pero no será así. Matías Taverna, el encargado de la producción, propuso un espacio multipropósito. Imagina un escenario modular que se pueda dividir en cuatro para que se pueda usar según las necesidades de distintas experiencias escénicas con público sentado o parado asumiendo que esa polifuncionalidad complejiza el dispositivo lumínico y sus costos. El costo de inversión para finalizar la obra y equiparla rondará los $2.500.000.000 de pesos.
Abajo del escenario/platea de unos 600 metros cuadrados pensado para cuatro distintas posibilidades de ubicación del publico estará otro espacio de guardado de escenografía y camarines los cuales se podrá acceder directamente desde la playa de estacionamiento de la torre. Allí también se ubicarán otros camarines al cual se podrá acceder directamente desde Bartolomé Mitre. En el nivel opuesto, en la terraza, se instalará un gran lugar para experiencias gastronómicas y artísticas con su escenario. “Desde allí tenés accesos visual a las cúpulas del edificio del Congreso, del Barolo o de La Inmobiliaria como para que la terraza sea un punto de referencia turístico de la ciudad”, apunta Matías Taverna, sobre ese gran espacio al cual, todavía, no se tiene acceso porque es necesario construir una escalera.
Algunos departamentos de la torre como el estacionamiento estarán disponibles para, llegado el caso, de la llegada de compañías extranjeras que se programen en el viejo/nuevo teatro Argentino cuya única sala pasará a llamarse Norma Aleandro, quien nunca actuó allí. Pero a Diego Sebastián Oria consideró que era importante que el nombre de algún representante importante de la cultura esté presente. “Tengo 44 años, pero siempre crecí escuchando hablar de Alfredo Alcón y de Aleandro”, reconoce quien fue uno de los que tomó la palabra en la presentación que se realizó en el Teatro Colón.
En aquella acto también habló la ministra de Cultura Gabriela Ricardes De todas maneras, aclaran ambos que el gobierno porteño no está directamente involucrado en el proyecto. “De hecho para usar el Teatro Colón tuvimos que alquilarlo. Cuando durante la presentación nos entregaron un diploma que declaraba a la sala de Interés Cultural fue una verdadera sorpresa”, reconocen quienes sí tenían en claro en darle visibilidad a todo esto desde un lugar emblemático de la ciudad enclavado a metros del eje de la calle Paraná en donde están los teatro Liceo y el Politeama; y el Cultural San Martín, ese gran otro espacio que entró en modo de recuperación de su edificio.
Por cuestiones generacionales, de aquel acto de violencia extrema que impidió el estreno de Jesuscristo Superstar y que dejó al Teatro Argentino convertido en escombros solo tienen los ecos de aquello. “Si me remito a aquello me conecta con el dolor. En lo personal, a mí el teatro me salvó la vida -apunta Diego Sebastián Oria quien, en 2003, recibió un tiro que lo atravesó transversalmente y lo dejó dos días en coma y quien , años después, estrenó La Parka, un musical que retrata el mundo de los muertos como una gran ironía-. Todo lo que atente contra un hecho cultural y la libre expresión me genera causa común. Tenemos ahora una posibilidad enorme de reivindicación y poner un manto de armonía a tantos tiempos revoltosos. El teatro viene para eso, para generar un poco de ruido que sea una molestia agradable. Por eso, todavía no sabemos cómo, pero alguna cita de Jesucristo Supertar será parte de nuestra programación”.
“De acá a tres años, el proyecto Teatro Argentino apunta a que el lugar se convierta en un polo artístico/cultural de tránsito permanente de artes escénicas y de la plástica, del mundo de las convenciones. Queremos que el teatro sea útil, que lo que suceda dentro de este gran espacio le de vida al propio espacio por más que en ese momento no hay función”, se entusiasman antes de salir a la calle Bartolomé Mitre. A metro de allí, para un lado, está el maravilloso Pasaje La Piedad en donde hubo un teatro. En la dirección opuesta, está el Pasaje Rivarola, cuadra que fue escenario de la obra teatral site speficic Marea, de Mariano Pensotti; y locación de la serie Envidiosa.
En medio de ese sector de la ciudad que merece su tiempo de revancha luego de 52 años, el Teatro Argentino volverá a la actividad.