Cinco años de un confinamiento que dejó una huella imborrable en nuestras memorias

Calles ruidosamente desiertas, miradas que se asomaban a través de la ventana, hospitales a rebosar de pacientes y un sinvivir de emociones a través de la pantalla. La pandemia se siente lejana, como un mal sueño y, si echamos la vista atrás, parece mentira que hayan pasado cinco años. Un lustro en el que el tiempo ha transcurrido mucho más rápido, ¿o quizás más lento? Lo cierto es que aquellos meses de confinamiento han quedado incrustados en la memoria colectiva, así como el recuerdo que parece ilusorio de aquellos días en que la preocupación por la salud de nuestros seres queridos nos comía, cuando no sabíamos en qué momento saldríamos de casa y cómo sería la normalidad después del virus. Demasiadas cosas han pasado en estos últimos años, pero por mucho que el tiempo siga su cauce, el recuerdo de lo que fue la pandemia de coronavirus perdurará siempre. En España, muchas son las aristas que comprenden lo que fue este acontecimiento mundial. Entre un Estado de alarma que se prolongó más de un año, toda una sociedad confinada en las cuatro paredes de sus casas, la mella en la salud mental colectiva y las devastadoras consecuencias que estos meses dejaron en la antigua normalidad plantearon una pregunta que aún se hace cuesta arriba: ¿Saldremos mejores? Las decisiones políticas, tanto desde el Gobierno central como en las distintas comunidades autónomas, marcaron el paso de cómo se gestionó el impacto de un virus completamente desconocido que generó un detrimento sin igual en la población: millones de positivos y miles de fallecidos. La incertidumbre en las actuaciones marcó el paso de aquellas semanas y meses que parecieron años pero que, poco a poco, cobraron sus frutos y la sociedad española salió adelante. Sin embargo, y como siempre suele suceder con dramas de este calibre, el peor golpe se lo llevó la gente, el pueblo: miles de familias destrozadas por un virus que, de la noche a la mañana, les arrebató a su padre, madre, hermanos, abuelos, compañeros, amigos o vecinos. Generaciones perdidas y marcadas de por vida Sin distinciones de edad, nivel de vida, género o ideología, el virus se fue cobrando la vida de miles de personas, pero el modus operandi de las muertes era evidente: las personas mayores fueron las más afectadas. Miles de vidas se perdieron en hospitales, residencias y en casas particulares, y las cifras hablan, por desgracia, por sí solas. A grandes rasgos, una generación se perdió en apenas unos meses, ya que en torno al 95% de los fallecidos en 2020 por coronavirus tenían más de 60 años -aquellos testigos del final de la Guerra Civil-, séase, 147.362 de los 154.490 fallecidos que contabilizó España en la recta final de la crisis sanitaria. En este sentido, fue la franja de edad comprendida entre los 85 y 89 años la más golpeada, comprendiendo el 23,6% de las muertes en su cómputo global. Ansiedad entre paredes y pantallas Quizás la parte que más se recuerde como traumática de...

Mar 14, 2025 - 07:51
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Cinco años de un confinamiento que dejó una huella imborrable en nuestras memorias
Calles ruidosamente desiertas, miradas que se asomaban a través de la ventana, hospitales a rebosar de pacientes y un sinvivir de emociones a través de la pantalla. La pandemia se siente lejana, como un mal sueño y, si echamos la vista atrás, parece mentira que hayan pasado cinco años. Un lustro en el que el tiempo ha transcurrido mucho más rápido, ¿o quizás más lento? Lo cierto es que aquellos meses de confinamiento han quedado incrustados en la memoria colectiva, así como el recuerdo que parece ilusorio de aquellos días en que la preocupación por la salud de nuestros seres queridos nos comía, cuando no sabíamos en qué momento saldríamos de casa y cómo sería la normalidad después del virus. Demasiadas cosas han pasado en estos últimos años, pero por mucho que el tiempo siga su cauce, el recuerdo de lo que fue la pandemia de coronavirus perdurará siempre. En España, muchas son las aristas que comprenden lo que fue este acontecimiento mundial. Entre un Estado de alarma que se prolongó más de un año, toda una sociedad confinada en las cuatro paredes de sus casas, la mella en la salud mental colectiva y las devastadoras consecuencias que estos meses dejaron en la antigua normalidad plantearon una pregunta que aún se hace cuesta arriba: ¿Saldremos mejores? Las decisiones políticas, tanto desde el Gobierno central como en las distintas comunidades autónomas, marcaron el paso de cómo se gestionó el impacto de un virus completamente desconocido que generó un detrimento sin igual en la población: millones de positivos y miles de fallecidos. La incertidumbre en las actuaciones marcó el paso de aquellas semanas y meses que parecieron años pero que, poco a poco, cobraron sus frutos y la sociedad española salió adelante. Sin embargo, y como siempre suele suceder con dramas de este calibre, el peor golpe se lo llevó la gente, el pueblo: miles de familias destrozadas por un virus que, de la noche a la mañana, les arrebató a su padre, madre, hermanos, abuelos, compañeros, amigos o vecinos. Generaciones perdidas y marcadas de por vida Sin distinciones de edad, nivel de vida, género o ideología, el virus se fue cobrando la vida de miles de personas, pero el modus operandi de las muertes era evidente: las personas mayores fueron las más afectadas. Miles de vidas se perdieron en hospitales, residencias y en casas particulares, y las cifras hablan, por desgracia, por sí solas. A grandes rasgos, una generación se perdió en apenas unos meses, ya que en torno al 95% de los fallecidos en 2020 por coronavirus tenían más de 60 años -aquellos testigos del final de la Guerra Civil-, séase, 147.362 de los 154.490 fallecidos que contabilizó España en la recta final de la crisis sanitaria. En este sentido, fue la franja de edad comprendida entre los 85 y 89 años la más golpeada, comprendiendo el 23,6% de las muertes en su cómputo global. Ansiedad entre paredes y pantallas Quizás la parte que más se recuerde como traumática de...