Camila Sosa Villada: “La escritura fue una forma de traicionar el destino que había para mí”

La escritora cordobesa, que en 2020 ganó el prestigioso premio Sor Juana Inés de la Cruz, protagoniza la adaptación al cine de su novela “Tesis para una domesticación”, que se presentará en el Bafici; este mes salió su nuevo libro, “La traición de mi lengua”

Abr 2, 2025 - 22:36
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Camila Sosa Villada: “La escritura fue una forma de traicionar el destino que había para mí”

Es actriz. Sabe bien lo que es entrar a escena. Algo de esa dinámica se trasladó a la forma en que se la conoció como escritora. Y aunque ya había publicado un ensayo, El viaje inútil, en 2018, y poemas en La novia de Sandro (2015), con su primera novela, Las malas, salió al ruedo con las mejores credenciales. Se publicó en 2019 por Tusquets en la colección Rara avis, que estaba a cargo del escritor y editor Juan Forn. En 2020, ganó el prestigioso Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz que concede la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

En apenas seis años, el nombre de Camila Sosa Villada no paró de circular. Por cómo escribe, por los temas que trabaja, y porque esta autora trans cordobesa (La Falda, 1982) linkeó con sus lectores con la historia de una travesti que, rodeada de amigas travestis, narra el mundo en el que vive, el sentido de la solidaridad, el lugar del deseo (que está en toda su obra), de identidad, de género, del amor.

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Desde la solapa de Las malas, se lee que, además de que estudió comunicación y teatro en la Universidad Nacional de Córdoba, protagonizó la película Mía (2011) y un listado de sus obras como actriz. Y también dice que: “Fue prostituta, mucama por horas y vendedora ambulante”. Otro de sus libros, Tesis sobre una domesticación, llevado al cine con ella como protagonista, por Javier Van de Couter, con quien ya trabajó, se proyectará en el festival de cine independiente Bafici. Este mes, también llegará a las librerías La traición de mi lengua (Tusquets), que se presentará en la Feria del Libro, el jueves 1° de mayo a las 17.30, en la Sala José Hernández.Sosa Villada leyó fragmentos de su novela “Tesis sobre una domesticación” en el cierre del FILBA en 2023

-Hablemos del concepto domesticación, ¿por qué esa palabra?

-Era una incógnita que yo tenía respecto a qué pasaba con las travestis y la asimilación del sistema hacia nosotras. De ver cómo nos retrata Hollywood, Europa, el feminismo. Era una pregunta para hacerse. Porque en algún momento fuimos salvajes, indomesticables. Que no tenía nada que ver con la ternura. En algún momento alguien piensa en que alguien salvaje tiene que ser agresivo. Que también lo éramos, también lo soy, y luego la domesticación en torno a mí misma, a lo que me estaba pasando con el dinero, el reconocimiento con Las malas. En el momento en que yo escribí la novela, estaba en una relación amorosa. Salió Las malas y nos fuimos a vivir juntos. Entonces eran incógnitas que yo tenía alrededor de mi travestismo. De cómo una se amancebaba junto a un hombre, a un amor, y la figura del amor como algo domesticador.

-¿Hay lugares para pensar la domesticación respecto de lo político, lo social?

-Ya pasó eso, lo pensaron y lo ejecutaron. Estamos en nuestro palomares viviendo una vida que no sabemos quién la eligió para nosotras. En un momento era el destino o decisión de Dios, de tus padres. Parecía que era tu decisión terminar el secundario. Pero alguien ya lo hizo.

-¿Mandatos?

-Exactamente. No es que se filtran, porque si se filtraran exigirían de nuestra parte ciertas estrecheces que nosotras ya no tenemos. Estamos abiertas a lo que pase. El deseo no es algo sobre lo que una tenga control, ni siquiera sobre lo que una tenga autoría. Estamos deseando cosas sin saber por qué. Yo en ese sentido corrí con suerte. Como fui travesti en los 90, soñar, desear, esas cosas no estaban en mi horizonte. Estaba en el día a día: conseguir clientes, pagar un alquiler. No mucho más. No es que yo deseaba formar una familia o escribir, ser actriz. Son cosas que me fueron pasando. De todas maneras, sí me da la sensación que el deseo es algo que está conducido, no es algo genuino.

-¿Conducido, cómo?

-Por el sistema. Por el aparato mediático, económico, por las empresas. En algún momento fue la relación: vos deseabas tener tu casa, formar una familia, mandar tus hijos a la guerra, el honor, la patria. Eso ahora no pasa. Me parece que está siendo conducido, en principio, por la publicidad y por las redes, también. Entonces pienso en lo que es dejar de desear. Abandonar el deseo como único motor de vitalidad. Y pensar qué sucede con la vitalidad cuando vos dejás todo y te abandonás en una cama a ver qué pasa. Como hizo Onetti.

-Hablando de lo vital, ¿desde cuándo está la escritura en vos?

-Desde siempre. Empecé a leer y escribir a los 5 años. Escribía poemitas, le escribía poemas a mi maestra, a mi papá, a mi mamá. Después, cosas más largas. Actuaba en los actos de la escuela, leí en la misa. Había una relación con la palabra que era directa.

-En La traición de mi lengua, decís que tomás clases de gramática. ¿Entrás aún más en la forma?

-Era como falta de palabra para decir qué era lo que estaba haciendo. Para mí la gramática era intuitiva y estética. Yo veía el texto y decía: esto sobra, esto falta. Pero en algún momento necesito saber qué es lo que estoy haciendo. Fue una aventura interesante, sobre todo porque estudié Comunicación Social, pero era muy joven, tenía 18 años. Entonces, hay miles de cosas que no recuerdo. Siempre hay un corrector, un editor que te dice qué te sobra. Pero ya entro con la idea de la economía a la literatura.

-En La traición de mi lengua, ¿dónde hay traición?

-Primero, al mundo literario. Porque es un mundo súper estructurado, tradicionalista, verticalista. Y machista, también. Por el otro, a mi familia. La escritura fue una forma de traicionar el destino que había para mí, que era ser una buscavidas, una vendedora ambulante o lo que sea. Y una traición a todo, que no quede nada a qué fallarle. Y la lengua; lenguaje o lengua; como decir, lengua larga. Hay algo que no llega a ser lenguaje, que pertenece sobre todo a las mujeres y a determinado estrato social. Oh, las Villadas, se decía en el barrio. La lengua de mis tías. “Esa tiene una lengua”. No se decía que esa hablaba de tal forma. Algo de la lengua que es físico. Una herencia de cómo se habla, y de qué.

-Hablás de plata, de que querés que te paguen bien.

-Cuando hago teatro cobro una entrada cara, porque sé que la gente va a salir de ahí conmovida. Van a decir “qué buena obra vi, qué gran actriz”. Hago lo mismo con los libros. De La traición de mi lengua, la primera edición se agotó en la preventa. Yo sé cuánto valgo para una editorial. Sé a quiénes les intereso, a quiénes no. Cobro porque soy valiosa. Y hablo de eso porque me parece que es justo en la literatura, un terreno en el que los escritores están tocados por la mano de Dios, y lo que escriben es pura obra de la inspiración, y no les importa si venden o no. No les importa si venden o no venden porque tienen un escritorio de caoba y un departamento propio. Yo no tengo un departamento propio. Entonces tengo que hacer dinero. Me tengo que ocupar económicamente de mis padres, que son personas que tienen enfermedades crónicas. ¿Qué voy a hacer?

Para agendar

Tesis sobre una domesticación, dirigida por Javier Van de Couter se presentará en el Bafici dentro de la Competencia Argentina. Tendrá tres funciones: el estreno nacional será el viernes 4 de abril, a las 21, en el Teatro Alvear (Av. Corrientes 1659). Y luego se proyectará el domingo 6, a las 14.30, en la sala L. Lugones (Av. Corrientes 1530) y el martes 8, a las 21.10, en Cine Arte Cacodelphia (Av. R.S. Peña 1150). A los cines de todo el país llegará en mayo.