'Buhurt', el combate medieval hecho deporte: "Nos llevamos golpes que asustan a la gente, pero la armadura funciona"

Surgido en Rusia en los 90, el buhurt se ha ido popularizando en los últimos años también en España.

Mar 23, 2025 - 10:06
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'Buhurt', el combate medieval hecho deporte: "Nos llevamos golpes que asustan a la gente, pero la armadura funciona"

Pertrechado con una armadura que protege la totalidad de sus piernas y su torso, Fernando Torrent, dirige el calentamiento del grupo. Los seis hombres, igualmente cubiertos de metal, mueven su cuello de lado a lado, voltean sus brazos y giran sus rodillas rítmicamente mientras hacen chirriar sus armaduras.

El entrenamiento del equipo de combate histórico medieval Ursus Custodes está apunto de comenzar. Los seis se enfundan sus cascos, recogen las armas y, al instante, se inicia una salvaje y brutal refriega con golpes a diestro y siniestro que resuenan en la nave industrial que hace las veces de gimnasio.

Para Torrent, un militar madrileño de 37 años y fundador de este equipo, todo comenzó en 2011, cuando apenas daba sus primeras andaduras este deporte llamado combate histórico medieval y también conocido con el vocablo eslavo buhurt -melé-.

"Estaba interesado en la figura histórica del Cid y luego vi un vídeo de esto y dije: 'Joder, esto es como estar en la batalla con el Cid'. Y al final me metí, conocí un poco a todo el mundillo y llevo entonces muchos años en una ruina absoluta", declara Torrent. "Esta es mi séptima u octava armadura y bueno, si me dura el cuerpo, pues otros ocho años más por lo menos espero echar".

El metal resuena con cada golpe de maza, de hacha o de espada, que los luchadores realizan con todas sus fuerzas, pero, aparentemente, sin lograr infringir dolor en sus rivales, que acaban cayendo al suelo más como producto de llaves de artes marciales o por el peso de varios adversarios que se agolpan unos sobre otros.

"Realmente la armadura funciona. Entonces al funcionar nos llevamos unos golpes que a la gente de fuera, que no lo entiende, les asustan bastante porque se ve que abolla en el casco, se ve cómo se dañan físicamente, pero son de metales de 3 milímetros o un poco más de espesor y la cuestión es que, como la armadura funciona, no nos hacemos daño, que es la clave".

De Rusia a Belmonte

Con un castillo medieval como telón de fondo, Virginia Gutiérrez, de pie y enfundada en una armadura de cuerpo completo, respira nerviosa dentro de su yelmo. Frente a ella se despliegan otras luchadoras igualmente ataviadas con armadura y cientos de personas gritan enfervorecidas.

"Al principio, los primeros momentos estás ahí con el corazón a mil latiendo y te planteas si no estarías mejor en tu casa tranquilamente y dices: '¿Por qué me he metido en esto?'", rememora esta madrileña de 36 años, luchadora del equipo Sala Carranza, sobre una de sus múltiples experiencias en una competición de combate medieval.

De pronto, el árbitro da la señal, comienza la liza y todo cobra sentido. "Empiezas, das el primer golpe o recibes el primer golpe y dices: 'Guau, por eso estoy aquí, mola estar aquí y mola vivirlo con el público'. El público es muy entregado, les escuchas gritar, animar, aplaudir… es una pasada".

Surgido de la recreación histórica en Rusia en los años 90, el buhurt ha ido adoptando la forma de un deporte regulado con normas, categorías, competiciones y hasta organizaciones internacionales.

La Battle of the Nations, el primer campeonato internacional, organizado esencialmente por luchadores de países del este de Europa, atrajo la atención de varios de los pioneros del combate medieval en España, que arraigó esencialmente en Cataluña y, posteriormente, en Belmonte, Cuenca, donde se realiza el campeonato más importante de España cada año desde 2014.

"La primera edición de Belmonte fue el gran boom del deporte en España, fue cuando lo conocimos muchos, yo entre ellos, que fui arrastrado hasta ahí por un colega a verlo, y me tiré siete horas bajo el sol, con la mandíbula desencajada viéndolo y cuando acabó dije: 'Vale, esto ojo'", declara Marcos Jorge, actual presidente de la Asociación Española de Combate Medieval y segundo capitán del equipo de Valencia. "A partir de ahí, fue cuando empezó a salir gente en distintas partes y se fundaron varios equipos".

Duelos a espada, melés y artes marciales

La principal federación internacional en la actualidad, Buhurt International, estipula unos parámetros técnicos para las armaduras —pesan entre 20kg y 40kg y suelen costar por encima de los 2.000 euros— y las armas —todas ellas con el filo romo—, además de una exigencia de historicidad que obliga a que todos los elementos de la armadura sean réplicas de piezas de una misma época —con un margen de 50 años— y región histórica.

Las normas incluyen varias técnicas prohibidas, como pinchar con las armas, atacar a ciertas zonas sensibles como base del cráneo, ingles, pies y corvas, intentar quitarle una pieza a la armadura a tu oponente o retorcer una articulación en contra de su movimiento natural. Aparte de eso, los luchadores pueden hacer casi cualquier cosa para ganarle al otro dependiendo de en qué categorías se compita.

"El reglamento está pensado realmente para que el deporte, pese al grado de violencia que pueda llegar a tener, no sea peligroso", explica Daniel Benítez, un profesor de historia y exluchador retirado por una lesión que ha ejercido desde entonces como árbitro de buhurt. "Nosotros paramos únicamente cuando, por ejemplo, se pierde una pieza de armadura o si vemos alguna acción ilegal, como una patada a una rodilla o un golpe intencionado al cuello, en ese momento sí paramos. Pero sobre todo lo que intentamos es que el combate continúe".

Se compite, por un lado, por equipos, generalmente de cinco contra cinco, aunque se ha llegado a realizar un 150 contra 150, con más implicados incluso que muchas refriegas de época medieval. El objetivo en esta categoría es simple: hacer que todos los rivales acaben en el suelo. La categoría de duelo con espada es similar al puntaje del esgrima y el Profight se realiza en una jaula de MMA con técnicas de artes marciales. Todas las modalidades tienen categoría masculina y femenina.

Las competiciones se realizan generalmente en entornos que acompañen a la ambientación histórica, junto a castillos o a restos de fortificaciones medievales, siempre y cuando, claro, que se realicen en Europa. El próximo mundial tendrá lugar este mes de julio en Hungría, junto a las ruinas del palacio de Visegrád. Aquí en España, además del ya mencionado torneo de Belmonte existen otras alternativas como la Madrid Medieval Cup, organizada con fines benéficos por el equipo Indomitus, y que este año realizará su segunda edición con luchadores de España y de toda Europa.

Más de un año de entrenamiento

Francisco Díaz pide ayuda a un compañero para que le ajuste la armadura por la espalda, en un escena que parece la de un caballero con su escudero. En realidad, y a pesar de su pose regia, Díaz es aún solo un aspirante a luchador del equipo Ursus Custodes. Este analista de datos de 30 años llegó al deporte como la mayoría, impactado tras ver por casualidad un campeonato de buhurt hace apenas un año.

"Me acerqué a la grada, empecé a hablar con esta gente que son súper simpáticos, muy cercanos, nos pusimos en contacto y empecé a entrenar de aspirante y poquito a poco, a lo largo del último año, he ido completando la armadura", cuenta Díaz, que antes de empezar a practicar combate medieval había hecho kickboxing y muay thai. "Hay muchos movimientos y conocimiento físico que son transferibles a este deporte. Por mucho que nos vistamos de medievales y que tenga el componente, esa capa histórica encima del deporte, sigue siendo un arte marcial como cualquier otro".

En cualquier caso, tanto curtidos luchadores como aspirantes como Díaz aseguran que no es necesario tener un bagaje previo en artes marciales para aprender a practicar combate histórico medieval. Por regla general, en un año o año y medio, un novato puede estar listo para competir siempre y cuando siga los estrictos entrenamientos de cuatro o cinco días por semana en los que se combina la técnica con y sin armadura como la fuerza y la resistencia.

—¿Qué es lo que te atrae de este deporte para invertir tanto tiempo y esfuerzo en llegar a competir algún día?

—"Todos tenemos un niño dentro que quiere ser un caballero y me parece que esta es la manera de llegar a adulto y no tener que abandonar todas esas cosas, sino que de hacerlo realidad. Hay un componente quijotesco de pura fantasía y somos todos muy frikis, pero esto tiene una capa de realización personal que no te da ningún otro deporte".

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