'Borroka': una novela que despierta la memoria silenciada del terrorismo de ETA
En tiempos de amnesia selectiva, cuando la historia reciente se encoge en los márgenes socialmente establecidos y el relato oficial se edita con bisturí, Alfonso J. Ussía irrumpe con 'Borroka', una novela que no busca consensos ni refugios cómodos. Busca verdad. Busca memoria. Busca que nos incomodemos, y lo consigue. El autor presentó su obra este jueves en el marco del Aula de Cultura de ABC, en un acto acogido por la Fundación Cajasol y la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Lo acompañó el periodista José F. Peláez, en una charla que más que literaria fue casi un alegato: contra el olvido, contra la banalización del mal, contra la narrativa que borra las huellas del dolor. Dejando muy claro la importancia de no olvidar los años más duros del terrorismo de ETA en España. Con una novela ambientada entre 1988 y 1998, 'Borroka' se construye sobre hechos históricos con la precisión de quien no quiere adornar, sino dejar constancia. Ussía entrelaza la historia de Valdés, una joven agente de la Guardia Civil, con la del terrorista Juan José Zubieta, implicado en el atentado de la casa cuartel de Zaragoza en 1987. El resultado es una novela de espionaje, violencia y conciencia, donde la ficción no suaviza la realidad, sino que la hace más palpable. Peláez definió la obra como «pedagógica, emocionante y envolvente». Reivindicó su utilidad para los jóvenes, muchos de los cuales —como reveló una encuesta que impactó profundamente al autor— no saben quién fue Miguel Ángel Blanco. El autor se propuso entonces escribir una novela que, desde la ficción, ayudara a comprender la magnitud de los años de plomo y el dolor causado por ETA. «Como padre, me gustaría que mi hija leyera esta novela para entender lo que ocurrió en España», confesó Peláez. Ese desconocimiento fue el detonante de 'Borroka'. Ussía decidió entonces que el silencio no era opción. «ETA no solo mató físicamente; su violencia fue también social», recordó. «En un momento dado, pasaron de matar policías a asesinar amas de casa, jueces, periodistas y niños. Fue la estrategia de la socialización del dolor». La novela no escatima en detalles. Uno de los más espeluznantes: el uso de escamas de jabón en bombas para provocar quemaduras químicas. Brutalidad sistematizada. Técnica del terror. Ambos participantes coincidieron en denunciar el silencio actual que rodea al terrorismo de ETA. Peláez aludió a la reciente censura por parte de Canal Sur de un reportaje sobre el tema, y Ussía lamentó la escasa cobertura mediática que ha recibido la promoción de Borroka. «Hay medios que no quieren hablar de esto porque les incomoda», aseguró. 'Borroka', llega así como una apuesta valiente por la memoria, la justicia y la literatura comprometida. Una obra que no solo entretiene, sino que también invita a reflexionar sobre las heridas aún abiertas del pasado reciente de España . Durante la charla, Ussía narró la historia real de un terrorista detenido en un control. «Cuando le tumbaron con una pistola, lo primero que dijo fue 'a ETA'». El hombre, ciudadano francés, acabó desvelando una red de crímenes que abarcaba desde Sevilla hasta Madrid. Una cadena de sangre que la novela reconstruye con precisión quirúrgica. Pero más allá de la acción, 'Borroka' lanza una acusación directa a las causas: al contexto social que hizo posible el reclutamiento de jóvenes en las filas de ETA. «En algunas localidades vascas, en vez de leer el ABC, se informaban en las fiestas del pueblo. Los grupos de música cantaban letras abertzales. Ese caldo de cultivo no se puede ignorar», explicó Ussía. Uno de los momentos más duros fue el recuerdo del atentado en la casa cuartel de Barcelona, donde murieron seis niños. «Aprovecharon que estaban jugando para llevar a cabo el atentado», relató el autor. Una escena que reproduce en la novela con una crudeza que deja sin aliento. Ussía insistió en que su objetivo no era embellecer, sino contar con honestidad. «La narrativa debe enganchar como ficción, pero sin perder de vista que está basada en hechos reales». Y esa verdad duele. Más aún cuando, como denunció Peláez, sigue habiendo intentos de censura: Canal Sur vetó recientemente un reportaje sobre ETA. Ussía también lamentó la escasa cobertura mediática de su novela: «Hay medios que no quieren hablar de esto porque les incomoda». Pero 'Borroka' no se detiene ahí. Señala también la herencia incómoda de la impunidad simbólica. «El año pasado se celebraron 422 homenajes a etarras. Este año, algunos proponen hacer cien homenajes por la muerte de Franco. Todo eso sigue alimentando el espíritu de la violencia», advirtió el autor. El proceso de documentación fue exhaustivo . Ussía se apoyó en testimonios directos de víctimas, cuerpos de seguridad y ciudadanos marcados por los años de plomo. «Lo viví de cerca. Y quienes lo vivieron merecen que se cuente como fue», dijo. También detalló con minuciosidad los escenarios de la novela —Oyarzun, Pamplona, Lecumberri— y cómo la calma actual no ha borrado las huella
En tiempos de amnesia selectiva, cuando la historia reciente se encoge en los márgenes socialmente establecidos y el relato oficial se edita con bisturí, Alfonso J. Ussía irrumpe con 'Borroka', una novela que no busca consensos ni refugios cómodos. Busca verdad. Busca memoria. Busca que nos incomodemos, y lo consigue. El autor presentó su obra este jueves en el marco del Aula de Cultura de ABC, en un acto acogido por la Fundación Cajasol y la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Lo acompañó el periodista José F. Peláez, en una charla que más que literaria fue casi un alegato: contra el olvido, contra la banalización del mal, contra la narrativa que borra las huellas del dolor. Dejando muy claro la importancia de no olvidar los años más duros del terrorismo de ETA en España. Con una novela ambientada entre 1988 y 1998, 'Borroka' se construye sobre hechos históricos con la precisión de quien no quiere adornar, sino dejar constancia. Ussía entrelaza la historia de Valdés, una joven agente de la Guardia Civil, con la del terrorista Juan José Zubieta, implicado en el atentado de la casa cuartel de Zaragoza en 1987. El resultado es una novela de espionaje, violencia y conciencia, donde la ficción no suaviza la realidad, sino que la hace más palpable. Peláez definió la obra como «pedagógica, emocionante y envolvente». Reivindicó su utilidad para los jóvenes, muchos de los cuales —como reveló una encuesta que impactó profundamente al autor— no saben quién fue Miguel Ángel Blanco. El autor se propuso entonces escribir una novela que, desde la ficción, ayudara a comprender la magnitud de los años de plomo y el dolor causado por ETA. «Como padre, me gustaría que mi hija leyera esta novela para entender lo que ocurrió en España», confesó Peláez. Ese desconocimiento fue el detonante de 'Borroka'. Ussía decidió entonces que el silencio no era opción. «ETA no solo mató físicamente; su violencia fue también social», recordó. «En un momento dado, pasaron de matar policías a asesinar amas de casa, jueces, periodistas y niños. Fue la estrategia de la socialización del dolor». La novela no escatima en detalles. Uno de los más espeluznantes: el uso de escamas de jabón en bombas para provocar quemaduras químicas. Brutalidad sistematizada. Técnica del terror. Ambos participantes coincidieron en denunciar el silencio actual que rodea al terrorismo de ETA. Peláez aludió a la reciente censura por parte de Canal Sur de un reportaje sobre el tema, y Ussía lamentó la escasa cobertura mediática que ha recibido la promoción de Borroka. «Hay medios que no quieren hablar de esto porque les incomoda», aseguró. 'Borroka', llega así como una apuesta valiente por la memoria, la justicia y la literatura comprometida. Una obra que no solo entretiene, sino que también invita a reflexionar sobre las heridas aún abiertas del pasado reciente de España . Durante la charla, Ussía narró la historia real de un terrorista detenido en un control. «Cuando le tumbaron con una pistola, lo primero que dijo fue 'a ETA'». El hombre, ciudadano francés, acabó desvelando una red de crímenes que abarcaba desde Sevilla hasta Madrid. Una cadena de sangre que la novela reconstruye con precisión quirúrgica. Pero más allá de la acción, 'Borroka' lanza una acusación directa a las causas: al contexto social que hizo posible el reclutamiento de jóvenes en las filas de ETA. «En algunas localidades vascas, en vez de leer el ABC, se informaban en las fiestas del pueblo. Los grupos de música cantaban letras abertzales. Ese caldo de cultivo no se puede ignorar», explicó Ussía. Uno de los momentos más duros fue el recuerdo del atentado en la casa cuartel de Barcelona, donde murieron seis niños. «Aprovecharon que estaban jugando para llevar a cabo el atentado», relató el autor. Una escena que reproduce en la novela con una crudeza que deja sin aliento. Ussía insistió en que su objetivo no era embellecer, sino contar con honestidad. «La narrativa debe enganchar como ficción, pero sin perder de vista que está basada en hechos reales». Y esa verdad duele. Más aún cuando, como denunció Peláez, sigue habiendo intentos de censura: Canal Sur vetó recientemente un reportaje sobre ETA. Ussía también lamentó la escasa cobertura mediática de su novela: «Hay medios que no quieren hablar de esto porque les incomoda». Pero 'Borroka' no se detiene ahí. Señala también la herencia incómoda de la impunidad simbólica. «El año pasado se celebraron 422 homenajes a etarras. Este año, algunos proponen hacer cien homenajes por la muerte de Franco. Todo eso sigue alimentando el espíritu de la violencia», advirtió el autor. El proceso de documentación fue exhaustivo . Ussía se apoyó en testimonios directos de víctimas, cuerpos de seguridad y ciudadanos marcados por los años de plomo. «Lo viví de cerca. Y quienes lo vivieron merecen que se cuente como fue», dijo. También detalló con minuciosidad los escenarios de la novela —Oyarzun, Pamplona, Lecumberri— y cómo la calma actual no ha borrado las huellas del miedo. Pero hablar de ETA hoy, como se evidenció en el coloquio, sigue generando vértigo. «Es un tema incómodo, pero no se puede ser ambiguo al respecto. Hay que posicionarse», sentenció el escritor. Porque el riesgo no es solo olvidar, sino permitir que el relato se reescriba con tintes indulgentes. 'Borroka' no es solo una novela sobre ETA . Es un libro sobre la memoria, la justicia y la incomodidad de recordar cuando otros prefieren callar. Una obra valiente que, con palabras duras y escenas imborrables, nos recuerda que hay heridas que aún supuran y que mirar hacia otro lado no es una opción. Ussía no escribió esta historia para agradar. La escribió para que no se olvide. Y eso, en estos tiempos, ya es un acto de resistencia.
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