Así es Santa María la Mayor, la basílica de Roma íntimamente vinculada a la realeza de España en la que será enterrado Francisco

Nada más simbólico que el que el difunto papa Francisco hubiera decidido enterrarse, como sucederá el sábado día 26, en la basílica romana de Santa María...

Abr 26, 2025 - 08:25
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Así es Santa María la Mayor, la basílica de Roma íntimamente vinculada a la realeza de España en la que será enterrado Francisco

Nada más simbólico que el que el difunto papa Francisco hubiera decidido enterrarse, como sucederá el sábado día 26, en la basílica romana de Santa María la Mayor. Un templo de gran relevancia que durante siglos ha estado íntimamente vinculado al culto de la Virgen María, pero también a los reyes de España y, por tanto, a la América hispana de la que él procedía. La misma basílica que él, también de motu proprio, decidió visitar el primer día de su pontificado para celebrar allí una misa y en el que, se dice, los bellos artesonados del techo renacentista fueron decorados con el oro de las Indias que la reina Isabel la Católica envió expresamente al segundo papa español Alejandro VI, el “papa Borgia”.

Tras el terrible saqueo de Roma por parte de los lansquenetes del emperador Carlos V en 1527, y con la llegada de la Contrarreforma, los reyes de España de la casa de Austria decidieron enfatizar su ideal de defensa de la Cristiandad y su influencia sobre Roma y sobre el papado, buscando el patronazgo de algunas de las iglesias más importantes de Roma. La elegida fue Santa María la Mayor, antiguo templo dedicado a la diosa Cibeles que, convertido en basílica paleocristiana, incorporaba importantes elementos renacentistas. A ella Margarita de Austria, esposa de Felipe III, donó un relicario de plata para albergar las reliquias del pesebre de Cristo que allí se custodiaban, y aquella estrecha vinculación se formalizó en 1647 cuando Felipe IV firmó un acuerdo con el papa Inocencio X quien, por la bula Hispaniarum fidelitas, le concedió el patrocinio en Santa María la Mayor por entonces ya de gran prestigio por tratarse de la denominada capilla Paulina. El monarca se comprometió a garantizar una renta anual para el mantenimiento de la capilla, mantenida a lo largo de los siglos por los reyes de España en cuya memoria y sufragio se celebra allí anualmente una misa solemne el 5 de enero, víspera de la Epifanía, ante el altar de los Reyes Magos.

Ningún otro soberano extranjero ha gozado nunca de ese privilegio de organizar culto en las basílicas romanas, de las que Santa María la Mayor es una de las cuatro mayores y una de las cinco patriarcales. Allí celebró su primera misa en 1538 el español Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, y desde el siglo XVII los distintos reyes de España han sido reconocidos como Protocanónigos honorarios. Un privilegio que se renovó con el Concordato de 1953 y un cargo simbólico llevado muy a gala que el rey Juan Carlos reclamó por última vez en 1977. Por su estrecha vinculación con España, en 1941 se habló de enterrar allí a don Alfonso XIII fallecido en Roma aunque finalmente se decidió preferir la iglesia Española de Santiago y de Montserrat, conocida como “iglesia de los españoles”.

Ningún otro soberano extranjero ha gozado del privilegio de organizar culto en basílicas romanas, de las que Santa María la Mayor es una de las cuatro mayores

Allí, en la iglesia más grande de Roma dedicada al culto mariano, están enterrados los papas Clemente VIII, Paulo V y Pío V, la princesa Paulina Borghese (hermana de Napoleón) y el escultor y arquitecto Gian Lorenzo Bernini, y una gran estatua de Felipe IV realizada por este último situado en la entrada. Pero más curioso acaso es que, haciendo valer esta consuetudinaria vinculación del templo con la casa real de España, en febrero de 1964 el príncipe Carlos Hugo de Borbón-Parma decidió contraer allí su polémico matrimonio con la princesa Irene de Holanda, hija de la reina Juliana de los Países Bajos. Una ceremonia muy controvertida, que molestó profundamente a don Juan de Borbón, padre del rey Juan Carlos, y que fue seguida de una recepción a los recién casados por parte del papa Pablo VI en San Pedro del Vaticano. Un guiño inteligente del pretendiente carlista, en los tiempos en los que el general Franco aún jugaba con distintos príncipes sin acabar de desvelar quien sería aquel de entre ellos que, un día, sería llamado a restaurar la monarquía en España. Fragmentos de nuestra historia que allí, en la basílica, acompañan el cuadro “Salus Populi Romani” el icono bizantino atribuido a los primeros cristianos por el que el papa Francisco siempre dijo sentir particular devoción.