Arun Mansukhani: «La mayoría de niños abusados son cien por cien recuperables»
La capital gallega se convertirá este lunes en sede del IV Foro Xuntos contra los Abusos, una jornada en la que profesionales multidisciplinares de reconocido prestigio en la actuación y tratamiento frente a los abusos sexuales en la infancia compartirán sus conocimientos y experiencias. La organización destaca que se trata del foro «más importante de España» en el ámbito de la prevención y la detección del abuso sexual infantil y que, entre sus ponentes, destacan nombres acostumbrados a lidiar con estos casos, desde muy distintos ámbitos, y siempre en la primera fila. Uno de ellos, el psicólogo clínico Arun Mansukhani, abordará el impacto neuropsicológico del abuso. ABC conversa con él en las horas previas a su intervención. —¿Los casos de niños abusados que llegan a consultas como la suya o que acaban denunciando a sus agresores son solo la punta del iceberg de un problema con una dimensión mucho mayor de la esperable? —Sin duda. Hay muchos más casos que no se reportan. También sucede que muchas de las denuncias que al final se acaban presentando llegan años después, cuando la víctima es más plenamente consciente de lo que ha vivido, o cuando ya ha salido de ese entorno y entonces se atreve a dar el paso. —Ese entorno que en la mayoría de los casos es el más cercano, el de familiares o allegados... —Sí, según los datos, entre el siete u ocho de cada diez perpetradores son, generalmente, cercanos al niño. Lo que suele suceder es que el niño sabe que algo va mal, pero no sabe qué es. Y, generalmente, el menor lo que hace es culparse. Piensa que lo que va mal o que está mal es él o ella. Y eso le produce un nivel de vergüenza muy alto que impide que comente lo que está pasando. —¿Cómo gestionan las víctimas a nivel psicológico esa situación que están atravesando, y que en muchas ocasiones dura años? —Disocian. La mayoría, sobre todo los adultos, cuando llegan a consulta recuerdan que durante mucho tiempo, o no entendieron, o ni siquiera recordaban que el abuso se había producido. O sea, lo recuerdan mucho después. Por eso las denuncias, cuando se producen, se producen muchísimo después en la mayoría de los casos. Es decir, ellos pueden bloquear esa mala experiencia para alejarse o para no sufrir y años después ese recuerdo despierta y lo viven más nítidamente. Eso sería una disociación total en la que la persona no recuerda. Y eso puede darse entre un 30 por ciento y un 50 por ciento de los casos, aproximadamente y según los datos que tenemos. Mientras más grave sea el abuso y mientras más cercano sea el perpetrador, más probabilidad hay de que esto ocurra. Pero además pueden ocurrir lo que llamamos disociaciones parciales, en las que la persona recuerda el incidente, pero no es capaz de entender que aquello era un abuso. —¿En qué señales de alerta se puede fijar un adulto del entorno de ese menor para descubrir que está sufriendo abusos? —Lamentablemente no existe el síndrome del niño abusado. Ojalá tuviésemos esa colección de síntomas que nos dijesen inequívocamente que se está produciendo un abuso sexual. Pero lo que tampoco va a ocurrir es que el niño no manifieste nada, porque los niños evidencian el sufrimiento. Básicamente se van a cerrar mucho más, van a tener cambios de humor. También pueden tener conductas regresivas como volverse a orinar encima, empezar a comer peor o comer mucho de repente... —¿Son recuperables esos niños? —La buena noticia es que en su mayoría sí. Recuperar del todo, estoy diciendo. Pero no todo el mundo va a quedar libre de síntomas. También tenemos un porcentaje de personas que van a mejorar, pero que van a tener una serie de secuelas. Sin embargo, otro grupo de personas sí que se pueden ver totalmente libres de secuelas y, además, en las últimas tres décadas se ha avanzado muchísimo en cuanto a técnicas de intervención que nos permiten ahora mismo tener una serie de herramientas muy enfocadas a trabajar el trauma sexual, que van mucho más allá de hablarlo. Lógicamente, todo depende también de la intensidad de los abusos, de la edad. A más graves, evidentemente, más difícil se hará la recuperación.
La capital gallega se convertirá este lunes en sede del IV Foro Xuntos contra los Abusos, una jornada en la que profesionales multidisciplinares de reconocido prestigio en la actuación y tratamiento frente a los abusos sexuales en la infancia compartirán sus conocimientos y experiencias. La organización destaca que se trata del foro «más importante de España» en el ámbito de la prevención y la detección del abuso sexual infantil y que, entre sus ponentes, destacan nombres acostumbrados a lidiar con estos casos, desde muy distintos ámbitos, y siempre en la primera fila. Uno de ellos, el psicólogo clínico Arun Mansukhani, abordará el impacto neuropsicológico del abuso. ABC conversa con él en las horas previas a su intervención. —¿Los casos de niños abusados que llegan a consultas como la suya o que acaban denunciando a sus agresores son solo la punta del iceberg de un problema con una dimensión mucho mayor de la esperable? —Sin duda. Hay muchos más casos que no se reportan. También sucede que muchas de las denuncias que al final se acaban presentando llegan años después, cuando la víctima es más plenamente consciente de lo que ha vivido, o cuando ya ha salido de ese entorno y entonces se atreve a dar el paso. —Ese entorno que en la mayoría de los casos es el más cercano, el de familiares o allegados... —Sí, según los datos, entre el siete u ocho de cada diez perpetradores son, generalmente, cercanos al niño. Lo que suele suceder es que el niño sabe que algo va mal, pero no sabe qué es. Y, generalmente, el menor lo que hace es culparse. Piensa que lo que va mal o que está mal es él o ella. Y eso le produce un nivel de vergüenza muy alto que impide que comente lo que está pasando. —¿Cómo gestionan las víctimas a nivel psicológico esa situación que están atravesando, y que en muchas ocasiones dura años? —Disocian. La mayoría, sobre todo los adultos, cuando llegan a consulta recuerdan que durante mucho tiempo, o no entendieron, o ni siquiera recordaban que el abuso se había producido. O sea, lo recuerdan mucho después. Por eso las denuncias, cuando se producen, se producen muchísimo después en la mayoría de los casos. Es decir, ellos pueden bloquear esa mala experiencia para alejarse o para no sufrir y años después ese recuerdo despierta y lo viven más nítidamente. Eso sería una disociación total en la que la persona no recuerda. Y eso puede darse entre un 30 por ciento y un 50 por ciento de los casos, aproximadamente y según los datos que tenemos. Mientras más grave sea el abuso y mientras más cercano sea el perpetrador, más probabilidad hay de que esto ocurra. Pero además pueden ocurrir lo que llamamos disociaciones parciales, en las que la persona recuerda el incidente, pero no es capaz de entender que aquello era un abuso. —¿En qué señales de alerta se puede fijar un adulto del entorno de ese menor para descubrir que está sufriendo abusos? —Lamentablemente no existe el síndrome del niño abusado. Ojalá tuviésemos esa colección de síntomas que nos dijesen inequívocamente que se está produciendo un abuso sexual. Pero lo que tampoco va a ocurrir es que el niño no manifieste nada, porque los niños evidencian el sufrimiento. Básicamente se van a cerrar mucho más, van a tener cambios de humor. También pueden tener conductas regresivas como volverse a orinar encima, empezar a comer peor o comer mucho de repente... —¿Son recuperables esos niños? —La buena noticia es que en su mayoría sí. Recuperar del todo, estoy diciendo. Pero no todo el mundo va a quedar libre de síntomas. También tenemos un porcentaje de personas que van a mejorar, pero que van a tener una serie de secuelas. Sin embargo, otro grupo de personas sí que se pueden ver totalmente libres de secuelas y, además, en las últimas tres décadas se ha avanzado muchísimo en cuanto a técnicas de intervención que nos permiten ahora mismo tener una serie de herramientas muy enfocadas a trabajar el trauma sexual, que van mucho más allá de hablarlo. Lógicamente, todo depende también de la intensidad de los abusos, de la edad. A más graves, evidentemente, más difícil se hará la recuperación.
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