Ángel Ballesteros: «Roma se hizo puente sobre el Tajo en Talavera»
Cuando el dibujante paisajista flamenco Anton van den Wyngaerde visitó Talavera en el siglo XVI, el Puente Viejo estaba en obras , como lo estará pronto de nuevo si la palabra de los políticos esta vez se cumple . A partir de 1561 y por encargo de Felipe II, este artista recorrió España dibujando una colección de sesenta y dos vistas, detalladas y meticulosas, de pueblos y ciudades. «Cuando visitó Talavera en 1562, y como puede verse en el grabado, se estaban rehaciendo los arcos de ladrillo», cuenta a ABC el historiador y poeta Ángel Ballesteros , miembro de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. En el libro 'Talavera de la Reina, Ciudad de la Cerámica', publicado en 1978, escribe que la historia del puente viejo se remonta al gran Imperio Romano. « Roma un día se hizo camino y en Talavera, Roma se hizo puente sobre el Tajo. Puente Viejo, le dicen . 'Puente de los remiendos' es su apellido. Roma le dio los pies, el Medioevo le hizo almena y ladrillo y nuestra firma y presencia, tiempos actuales, le ha dado alquitrán, madera y hierro», puede leerse en esta obra. Así pues, el Puente Viejo de Talavera sí hunde sus raíces en la época romana , cuando la capital era Emerita Augusta allá por el año 15 antes de Cristo y, desde el siglo III, la capital de la Diócesis de Hispania (hoy Mérida). «En la época romana, en Talavera existía un puente. Los tres primeros arcos del puente actual sí son romanos; en la cepa, en sus cimientos, queda algo . Estos fueron utilizados después, en el siglo XV, cuando en 1483 el puente fue restaurado por el cardenal don Pedro González de Mendoza , dirigiendo las obras el jerónimo Fray Pedro de los Molinos», explica el historiador. La reconstrucción del puente respondió entonces a la i mportancia económica que esta infraestructura tenía para la ciudad . Por él discurría el paso trashumante de animales y productos desde la orilla contraria cruzando el Tajo. «Era el único puente que existía en Talavera en aquella época y se pagaban impuestos por cruzarlo . Hasta que no se construye el Puente de Hierro en 1908, era el único que existía para pasar de un lado a otro del río», añade. «¡Si sus piedras contaran los pesos y los pasos que han soportado! Sin embargo el destino del puente es el de servir de tránsito , el vivir en un eterno y constante despedirse del que lo atraviesa; unas veces será un llanto, otras un triunfo, sobresalto de sangre, regocijo de fiesta...cualquier cosa puede posar su huella», expresa el Ballesteros poeta. Tras la romana, llegaría la época musulmana a Talabayra -que así se llamó- hasta que en tiempos de reconquista el rey cristiano Alfonso XI le ofrece a su esposa María de Portugal la ciudad de Talavera como regalo de bodas . Era 1328, y a partir de ese año la ciudad tomaría el nombre actual. El Rey tenía como amante a Leonor de Guzmán , que fue ajusticiada. Entonces, su hijo entrega la ciudad a los arzobispos de Toledo. «En 1483, el cardenal Pedro González de Mendoza hace el puente que conocemos como viejo siguiendo las normas y reglas de los romanos , dirigiendo las obras el fraile jerónimo Fray Pedro de los Molinos, fraile del convento de Santa Catalina (hoy San Prudencio), que sigue el tratado de Vitrubio y hace unos arcos al estilo romano . Y de ahí viene que se le llame romano», explica el historiador. Vitrubio fue un arquitecto romano de la época de César y Augusto que escribió un texto titulado De re architectura . Se cree que murió diez años antes del nacimiento de Jesucristo. « La primera vez que escribí sobre el puente lo definí como puente de los remiendos . Ha pasado por muchas fases. Roma conquista esta zona y para comunicar de un lado a otro, para poder ir a Toletum , construyó un puente por una necesidad de la capital, Emerita Augusta; de Toletum a Tarragona y de Tarragona a Roma. Cuando desaparecen los romanos, el puente sigue ahí hasta que los árabes lo aprovechan y crean parte de la muralla . Cuando Sancho IV concede en 1328 a Talavera el privilegio de celebrar ferias de ganado , se podía pasar de un lado a otro del puente sin pagar, de ahí su importancia. Había una feria en noviembre donde sobre todo se compraban los cerdos para las matanzas o pasaban los trashumantes camino a Extremadura». Dice el profesor Ballesteros que el derrumbe del Puente Viejo en la madrugada del pasado domingo 23 de marzo causó una honda consternación entre los talaveranos , él que tan bien los conoce desde el punto de vista sociológico. «De hecho, el domingo aquello parecía una romería; incluso, cuando la tormenta era fuerte y aún no había caído el puente, hubo gente que fue para ver qué podía ocurrir . Y comenzó a caerse la arenilla, cede la cepa y se abre, y es cuando empieza a deshacerse el puente. La corriente del agua es tan fuerte que socava y se mueve la cepa y, al abrir el ángulo, se viene abajo», explica, y responde a la pregunta de qué sintió al ver caer el puente: «Pena, mucha pena porque, dado cómo está nuestra España querida, uno s
Cuando el dibujante paisajista flamenco Anton van den Wyngaerde visitó Talavera en el siglo XVI, el Puente Viejo estaba en obras , como lo estará pronto de nuevo si la palabra de los políticos esta vez se cumple . A partir de 1561 y por encargo de Felipe II, este artista recorrió España dibujando una colección de sesenta y dos vistas, detalladas y meticulosas, de pueblos y ciudades. «Cuando visitó Talavera en 1562, y como puede verse en el grabado, se estaban rehaciendo los arcos de ladrillo», cuenta a ABC el historiador y poeta Ángel Ballesteros , miembro de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. En el libro 'Talavera de la Reina, Ciudad de la Cerámica', publicado en 1978, escribe que la historia del puente viejo se remonta al gran Imperio Romano. « Roma un día se hizo camino y en Talavera, Roma se hizo puente sobre el Tajo. Puente Viejo, le dicen . 'Puente de los remiendos' es su apellido. Roma le dio los pies, el Medioevo le hizo almena y ladrillo y nuestra firma y presencia, tiempos actuales, le ha dado alquitrán, madera y hierro», puede leerse en esta obra. Así pues, el Puente Viejo de Talavera sí hunde sus raíces en la época romana , cuando la capital era Emerita Augusta allá por el año 15 antes de Cristo y, desde el siglo III, la capital de la Diócesis de Hispania (hoy Mérida). «En la época romana, en Talavera existía un puente. Los tres primeros arcos del puente actual sí son romanos; en la cepa, en sus cimientos, queda algo . Estos fueron utilizados después, en el siglo XV, cuando en 1483 el puente fue restaurado por el cardenal don Pedro González de Mendoza , dirigiendo las obras el jerónimo Fray Pedro de los Molinos», explica el historiador. La reconstrucción del puente respondió entonces a la i mportancia económica que esta infraestructura tenía para la ciudad . Por él discurría el paso trashumante de animales y productos desde la orilla contraria cruzando el Tajo. «Era el único puente que existía en Talavera en aquella época y se pagaban impuestos por cruzarlo . Hasta que no se construye el Puente de Hierro en 1908, era el único que existía para pasar de un lado a otro del río», añade. «¡Si sus piedras contaran los pesos y los pasos que han soportado! Sin embargo el destino del puente es el de servir de tránsito , el vivir en un eterno y constante despedirse del que lo atraviesa; unas veces será un llanto, otras un triunfo, sobresalto de sangre, regocijo de fiesta...cualquier cosa puede posar su huella», expresa el Ballesteros poeta. Tras la romana, llegaría la época musulmana a Talabayra -que así se llamó- hasta que en tiempos de reconquista el rey cristiano Alfonso XI le ofrece a su esposa María de Portugal la ciudad de Talavera como regalo de bodas . Era 1328, y a partir de ese año la ciudad tomaría el nombre actual. El Rey tenía como amante a Leonor de Guzmán , que fue ajusticiada. Entonces, su hijo entrega la ciudad a los arzobispos de Toledo. «En 1483, el cardenal Pedro González de Mendoza hace el puente que conocemos como viejo siguiendo las normas y reglas de los romanos , dirigiendo las obras el fraile jerónimo Fray Pedro de los Molinos, fraile del convento de Santa Catalina (hoy San Prudencio), que sigue el tratado de Vitrubio y hace unos arcos al estilo romano . Y de ahí viene que se le llame romano», explica el historiador. Vitrubio fue un arquitecto romano de la época de César y Augusto que escribió un texto titulado De re architectura . Se cree que murió diez años antes del nacimiento de Jesucristo. « La primera vez que escribí sobre el puente lo definí como puente de los remiendos . Ha pasado por muchas fases. Roma conquista esta zona y para comunicar de un lado a otro, para poder ir a Toletum , construyó un puente por una necesidad de la capital, Emerita Augusta; de Toletum a Tarragona y de Tarragona a Roma. Cuando desaparecen los romanos, el puente sigue ahí hasta que los árabes lo aprovechan y crean parte de la muralla . Cuando Sancho IV concede en 1328 a Talavera el privilegio de celebrar ferias de ganado , se podía pasar de un lado a otro del puente sin pagar, de ahí su importancia. Había una feria en noviembre donde sobre todo se compraban los cerdos para las matanzas o pasaban los trashumantes camino a Extremadura». Dice el profesor Ballesteros que el derrumbe del Puente Viejo en la madrugada del pasado domingo 23 de marzo causó una honda consternación entre los talaveranos , él que tan bien los conoce desde el punto de vista sociológico. «De hecho, el domingo aquello parecía una romería; incluso, cuando la tormenta era fuerte y aún no había caído el puente, hubo gente que fue para ver qué podía ocurrir . Y comenzó a caerse la arenilla, cede la cepa y se abre, y es cuando empieza a deshacerse el puente. La corriente del agua es tan fuerte que socava y se mueve la cepa y, al abrir el ángulo, se viene abajo», explica, y responde a la pregunta de qué sintió al ver caer el puente: «Pena, mucha pena porque, dado cómo está nuestra España querida, uno se pregunta cuándo lo arreglarán. No sabemos si han venido a traernos soluciones o a hacerse la foto . Al menos, ya hay una realidad, una reunión para estudiar el proyecto..». Recuerda con nostalgia Ballesteros aquella época en que el río estaba limpio y los talaveranos se bañaban en sus aguas , en la zona de los arenales. «Incluso había un quiosco con sus pececillos fritos, y eso los talaveranos sí que lo recuerdan cuando hablan las personas mayores. Sí, el Tajo y el puente han tenido mucha presencia en la vida de Talavera. Y en su poesía ». Es la memoria sentimental de un río que encumbraron grandes poetas como Joaquín Benito de Lucas o Rafael Morales . El abuelo del primero fue jefe de camineros y su padre, pescador en el Tajo. Hay un poema suyo que hace referencia a la casa de camineros que había a la entrada del puente viejo, que ya no existe: Y, puestos a pensar, estoy pensando/que en mi escudo de armas/debería figurar un río, un pez, un puente/y un camino de tierra bacheado/con el dolor de los que antes tuvieron/mis mismos apellidos... Y estos versos de Rafael Morales : O acaso no es un río/y es mi sangre/ poblada de alamedas/ en las que canta insomne/mi memoria. Para terminar, Ángel Ballesteros: Ya no le llega al puente el griterío sordo que en otro tiempo le anunció la muerte de Joselito . El silencio, en Talavera, se llama Puente Viejo.
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