Vuelve la burra al trigo

Vuelve la burra al trigo. Cuarenta entidades afines a la izquierda lideran la manifestación del sábado 5 de abril para protestar por la crisis del acceso a la vivienda y aprovechando que Sa Riera pasa por Palma, pues exigir que no se haga negocio con ella. Las mismas asociaciones, que callaron como puertas durante el … Continuar leyendo "Vuelve la burra al trigo"

Abr 6, 2025 - 18:29
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Vuelve la burra al trigo

Vuelve la burra al trigo. Cuarenta entidades afines a la izquierda lideran la manifestación del sábado 5 de abril para protestar por la crisis del acceso a la vivienda y aprovechando que Sa Riera pasa por Palma, pues exigir que no se haga negocio con ella. Las mismas asociaciones, que callaron como puertas durante el octeto negro del Pacte de Progrés en los que existían los mismos problemas que ahora denuncian. La izquierda balear en el poder no hizo nada para facilitar el acceso a la vivienda de las rentas medias y bajas, además de ver con enorme simpatía la okupación y su variante inquiokupa. 

Solo una vez apartada la izquierda del poder, llega el rasgarse las vestiduras por esos miles de pisos vacíos, que lo están debido a la inseguridad jurídica creada por ella misma. Tal vez no todos, pero sí buena parte de propietarios  están asustados por las complicaciones que se derivan de la okupación. 

Parece ser que entre 2015 y 2023 la mansedumbre de estas asociaciones fue una constante. No pasaba nada malo (¿?). El mensaje de la izquierda balear en el poder era señalarse a sí misma como ejemplo de convivencia. Ahora, en cambio, ha sonado el pito y todas-todas a protestar. Porque es la derecha la que ahora está democráticamente -vía urnas- en el poder y es necesaria la desestabilización, palabra que refiere perturbar y alterar la estabilidad. Es decir, que vuelve la burra al trigo. Llegados a este punto, conviene recordar la oposición frontal de la extrema izquierda municipal al Plan de Vivienda del Ayuntamiento de Palma, empleándose a fondo en todo tipo de excusas.

Siendo un reconocido arquitecto de profesión el alcalde Jaime Martínez es de suponer que está al corriente de lo que se puede y lo que no se puede, y la izquierda empeñada en no dialogar. ¡Ah, claro! Es del PP. 

He leído en alguna parte que en Baleares la construcción crece un 24%, es decir, algo por encima de la media española. Supongo que en ello tiene que ver el Govern presidido por Marga Prohens (PP) y su impulso del acceso a la vivienda. Y la izquierda, toda ella, sospechando que algo malo esconde su proyecto. Es lo de siempre. Vuelve y vuelve la burra al trigo, nada más salir del establo del poder. De haber irregularidades, ya se encargarán los tribunales de dictar sentencias. Y no tiene por qué haberlas.

Ahora le ha llegado el turno a la reforma de la Plaza Mayor de Palma, que ya cuenta con la oposición frontal del grupo municipal del PSOE. Cuando gobernaban en Cort decidieron cerrar las galerías subterráneas el año 2019 y desde entonces jamás hubo un proyecto alternativo sobre la mesa. Dicen los socialistas que el proyecto elaborado por el PP es «un ataque al corazón de la ciudad» y que va a suponer pérdida de identidad. ¿Qué identidad? Si alguna vez la tuvo fue antes de la gran reforma entre los años 1969 y 1973.

Una vez desaparecidas en los 70 aquellas dos enormes fuentes clásicas, lo que siempre ha sido es recinto insulso apto para grandes concentraciones de gente, además de mercadillos. La reforma que se plantea ahora vuelve a ser integral y desde luego muy ambiciosa, lindando con lo espectacular. Puede perfectamente el proyecto dialogar con su entorno y de alguna manera será un vehículo, no necesariamente áspero, para hacer entrar el centro histórico en la modernidad urbana. Como en cierto modo hizo Place de la Défense a finales de los 50 en París. Personalmente no me desagrada este proyecto y además el Pacte de Progrés en Cort tuvo cuatro años para rediseñar la zona. No lo hizo, por incompetente. Ahora toca quejarse de su quiero y no puedo.  

Vistos los avances en las negociaciones entre PP y Vox para cerrar un acuerdo en los presupuestos de 2025, pronto llegarán ¡viene la ultraderecha! ¡Viene el fascismo! en un enésimo intento de enturbiar la atmósfera social. Es lo único que sabe hacer bien la extrema izquierda: darle a un turbio ventilador que no está conectado a la realidad. Mucho ruido y pocas nueces. De nuevo dándole mucha importancia a algo que no la tiene. Hace bien el equipo de la presidenta Marga Prohens en no acudir a justificaciones por el hecho de sentarse con Vox a dialogar. Se necesitaron en el 2023 para echar del poder a la extrema izquierda y volverá a ocurrir en 2027. Las mayorías absolutas ya son historia, son el pasado, salvo en situaciones excepcionales. Una de esas sería que Vox volviera a tontear levantándose de la mesa sin razón alguna.

El electorado balear de centroderecha no le hace ascos a una entente entre partidos que conviven en el mismo arco parlamentario. Es cierto que Vox empezó muy mal la legislatura aquejado de un infantilismo político que no se esperaba de ellos, después de aguantar, una legislatura, las inclemencias de la extrema izquierda. Lástima que su líder natural no sea Fulgencio Coll, quien recientemente reclamó a sus compañeros del Parlament no oponerse al Plan de Vivienda que por primera vez supone tomar en serio el esfuerzo por desatascar la urgencia habitacional. El Pacte de Progrés tuvo ocho años para aplicar su mayoría absoluta en su propio Plan de Vivienda, pero no lo hizo, sencillamente por incapacidad, dada la mediocridad imperante en sus filas. Solamente son una colección de paniaguados pancartistas. Y eso es lo que les lleva a su práctica favorita: volver y volver la burra al trigo.