Vall de Núria, el valle de los Pirineos donde solo llegarás con un tren cremallera
Aislado entre montañas y sin acceso por carretera, el Vall de Núria es una puerta a la naturaleza más pura. A 2.000 metros de altitud, su paisaje cambia drásticamente con las estaciones, ofreciendo esquí y raquetas en invierno, y senderismo y actividades en el lago en verano Siete destinos españoles que es mejor visitar en primavera El Vall de Núria es uno de esos lugares que, aunque no sea de los más conocidos, despiertan la curiosidad de quienes aman la montaña y buscan entrar en contacto directo con la naturaleza. Situado en el corazón del Pirineo de Girona, a unos 2.000 metros de altitud, este valle ofrece una atmósfera especial. Quizá sea por su ubicación, o quizá por la manera de llegar a él, pero el Vall de Núria se ha convertido en un reclamo para quienes prefieren un destino diferente. Rodeado por montañas que en algunos puntos alcanzan casi los 3.000 metros, el valle ofrece panorámicas que quitan el hipo, de esas en las que nos sentimos muy pequeñitos ante tanta inmensidad. En el centro, el Santuario de la Virgen de Núria es un histórico punto de peregrinación, donde generación tras generación los visitantes han mantenido viva la tradición de subir hasta aquí arriba, incluso cuando no había nada alrededor. Solo montañas y, en invierno, mucha nieve. Un destino para disfrutar al aire libre. ¿Pero y por qué hay un santuario? Según la tradición, San Gil, un santo de origen ateniense, vivió en el Vall de Núria alrededor del año 700 y talló una imagen de la Virgen, que ocultó en una cueva junto a una olla, una cruz y una campana con la que llamaba a los pastores para invitarles a comer, antes de huir por la invasión árabe. Siglos después, en 1072, un peregrino llamado Amadeo llegó al valle guiado por una revelación divina y construyó una capilla. En 1079 encontró la imagen y los objetos sagrados, trasladándolos al santuario. Sin embargo, la talla que hoy se venera en el santuario de Núria data en realidad de los siglos XII o XIII. Más allá de las leyendas, si este valle puede presumir de una singularidad muy concreta esta es su forma de acceso. Hasta el Vall de Núria no llega ninguna carretera, por lo que, al no sufrir la llegada de los vehículos particulares, el valle se mantiene casi inmaculado, permitiendo al visitante adentrarse en un entorno donde la presencia humana es discreta y respetuosa. Este aislamiento, lejos de ser una limitación, invita a apreciar el contacto genuino con la naturaleza, donde cada sonido y cada aroma nos pone en sintonía con el entorno que nos rodea. El tren cremallera que lleva hasta el Vall de Núria. A pie o en tren cremallera Llegar al Vall de Núria es toda una experiencia en sí misma. La forma más conocida es a través del tren cremallera, un medio de transporte que se ha ganado un lugar especial en la historia del valle. El viaje comienza en Ribes de Freser, donde se pueden elegir dos puntos de partida: la estación de Rib

Aislado entre montañas y sin acceso por carretera, el Vall de Núria es una puerta a la naturaleza más pura. A 2.000 metros de altitud, su paisaje cambia drásticamente con las estaciones, ofreciendo esquí y raquetas en invierno, y senderismo y actividades en el lago en verano
Siete destinos españoles que es mejor visitar en primavera
El Vall de Núria es uno de esos lugares que, aunque no sea de los más conocidos, despiertan la curiosidad de quienes aman la montaña y buscan entrar en contacto directo con la naturaleza. Situado en el corazón del Pirineo de Girona, a unos 2.000 metros de altitud, este valle ofrece una atmósfera especial. Quizá sea por su ubicación, o quizá por la manera de llegar a él, pero el Vall de Núria se ha convertido en un reclamo para quienes prefieren un destino diferente.
Rodeado por montañas que en algunos puntos alcanzan casi los 3.000 metros, el valle ofrece panorámicas que quitan el hipo, de esas en las que nos sentimos muy pequeñitos ante tanta inmensidad. En el centro, el Santuario de la Virgen de Núria es un histórico punto de peregrinación, donde generación tras generación los visitantes han mantenido viva la tradición de subir hasta aquí arriba, incluso cuando no había nada alrededor. Solo montañas y, en invierno, mucha nieve.
¿Pero y por qué hay un santuario? Según la tradición, San Gil, un santo de origen ateniense, vivió en el Vall de Núria alrededor del año 700 y talló una imagen de la Virgen, que ocultó en una cueva junto a una olla, una cruz y una campana con la que llamaba a los pastores para invitarles a comer, antes de huir por la invasión árabe. Siglos después, en 1072, un peregrino llamado Amadeo llegó al valle guiado por una revelación divina y construyó una capilla. En 1079 encontró la imagen y los objetos sagrados, trasladándolos al santuario. Sin embargo, la talla que hoy se venera en el santuario de Núria data en realidad de los siglos XII o XIII.
Más allá de las leyendas, si este valle puede presumir de una singularidad muy concreta esta es su forma de acceso. Hasta el Vall de Núria no llega ninguna carretera, por lo que, al no sufrir la llegada de los vehículos particulares, el valle se mantiene casi inmaculado, permitiendo al visitante adentrarse en un entorno donde la presencia humana es discreta y respetuosa. Este aislamiento, lejos de ser una limitación, invita a apreciar el contacto genuino con la naturaleza, donde cada sonido y cada aroma nos pone en sintonía con el entorno que nos rodea.
A pie o en tren cremallera
Llegar al Vall de Núria es toda una experiencia en sí misma. La forma más conocida es a través del tren cremallera, un medio de transporte que se ha ganado un lugar especial en la historia del valle. El viaje comienza en Ribes de Freser, donde se pueden elegir dos puntos de partida: la estación de Ribes-enllaç y, especialmente, la de Ribes-Vila, donde además de abordar el tren podemos visitar una exposición que narra la historia y el funcionamiento del sistema de cremallera, aportando un toque cultural y técnico a la travesía.
Las obras del tren comenzaron en 1928 y en 1931 entró en circulación. Hoy, durante aproximadamente 40 minutos, el tren recorre 12,5 kilómetros a través de desfiladeros y paisajes que se abren en cada curva. El trayecto es tranquilo y permite observar cómo la montaña se despliega en toda su inmensidad. Ante nosotros se van sucediendo los paisajes, con sus ríos, sus rocas y sus saltos de agua, como si hubiésemos comprado entradas de primera fila para una función de la naturaleza más auténtica.
Pero para quienes estén en forma y les atraigan los desafíos, hay otra manera de llegar al valle: a pie. La ruta del Camí Vell, que parte desde Queralbs, es la opción clásica para los amantes del senderismo. Este camino de 7 kilómetros (solo ida) permite transitar por paisajes cambiantes, donde las praderas iniciales dan paso a terrenos más duros y exigentes. El desnivel es de 930 metros positivos y se puede hacer en 3,5 horas, pero, si lo prefieres, otra opción es subir en tren y hacer la ruta solo de bajada, para que ese desnivel sea solo negativo.
A Vall de Núria no hay que subir y bajar en el mismo día necesariamente, también podemos aprovechar para dormir allí y así experimentarlo de manera aún más tranquila, cuando el grueso de los visitantes se haya ido en el último tren. Podemos recurrir al hotel Vall de Núria, que ofrece tanto habitaciones como apartamentos y forma parte del complejo donde se encuentra el santuario de Núria; al camping, ya que hay una zona de acampada controlada; o al albergue de montaña Pic de l'Àliga, al que podrás llegar en telecabina. En la habitación número 202 de este hotel, por cierto, se redactó en 1931 el que sería el Estatuto de Autonomía de Catalunya, aprobado por las Cortes en 1932.
Un valle de senderismo
En Vall de Núria se pueden hacer diversas actividades, pero si hay una que destaca con especial fuerza, esa es el senderismo. Una vez en el valle podemos optar a una variada red de senderos, de diversas longitudes y grados de dificultad, para que cada cual pueda elegir el más adecuado. Adentrarnos en estos caminos nos llevará a rincones más apartados, donde los rebecos, las marmotas e incluso los quebrantahuesos serán los testigos de nuestros pasos.
Una de las rutas más accesibles es el Camí del Llac. Se trata de un recorrido circular que bordea el lago del valle. Esta ruta resulta ideal para grupos o para aquellos que desean disfrutar de un paseo tranquilo, sin exigencias físicas demasiado marcadas. ¿Lo mejor? Que la belleza del paisaje se multiplica al reflejarse en el agua.
Por otro lado, el Camí de la Creu d'en Riba nos lleva hasta el mirador más famoso del valle. Se puede hacer en media hora, presenta pendiente pero no mucha, y nos regala unas espectaculares vistas panorámicas del valle, el santuario y el lago.
Para aquellos que quieren ir un poco más allá, el Camí de les Coves es un recorrido de unos tres kilómetros que pasa cerca de numerosas formaciones rocosas y pequeñas cuevas, similares a las que, según la leyenda, usaron San Gil y Amadeo como refugio cuando estuvieron en Núria.
Otras rutas como el Camí del Canal y el Camí del Bosc nos dejan adentrarnos en el corazón del valle. Y para los excursionistas más experimentados, la ruta de ascenso al Puigmal es un verdadero reto con una altitud que alcanza los 2.910 metros. Eso sí, asegura la satisfacción de haber coronado uno de los picos emblemáticos del Pirineo.
Dos caras: invierno y verano
El Vall de Núria cambia radicalmente de un momento a otro del año y, como su paisaje, también varían las diferentes actividades que podemos hacer en él. En invierno, se cubre de nieve. Se puede hacer esquí alpino, esquí de montaña y caminatas con raquetas, y tampoco faltan los parques lúdicos para deslizarse sobre la nieve.
Pero el resto del año, sobre todo en verano, el valle se convierte en un paraíso para el senderismo y las actividades al aire libre. Además de recorrer sus numerosos caminos, se puede disfrutar del lago en barca o canoa. Con el teleférico podemos obtener una visión panorámica del paisaje sin necesidad de grandes esfuerzos. Y tampoco faltan las actividades destinadas a las familias con niños pequeños.
De un modo u otro, en definitiva el Vall de Núria nos deja adentrarnos en un territorio donde el contacto con la naturaleza se experimenta en su forma más pura, y donde los Pirineos nos regalan un pedacito de su esencia a golpe de tren cremallera.