Una efeméride para recordar

Hace cinco años por estos días estábamos confinados en nuestras propias casas, asustados por la covid. El coronavirus amenazaba con acabar con nuestras vidas por anticipado. La lista de víctimas del coronavirus aumentaba cada día y no veíamos la forma de acabar salvos de la pandemia que nos limitaba despedir a los allegados en los tanatorios. Costaba mucho creer que en pleno siglo XXI se repitiese una pandemia como tantas que nos recordaba la historia y creíamos superadas por la ciencia y los avances en la producción de medicamentos.

Todavía hoy cuesta creer que salir a la calle, respirar tranquilamente y regresar a casa con algún virus maligno infiltrado en el cuerpo hasta crearnos una dolencia incurable es posible y hasta bastante probable. Las mascarillas se convirtieron en una primera medida de precaución y de evitación de contagios. Pero el ser humano es tan capaz de intentar vencer a un virus asesino como de convertir el peligro en una forma de incrementar la cuenta corriente sin mucho esfuerzo. Cuando como ahora ha llegado un buen momento para recordar, también convendría no dejar de lado la otra faceta, la de la picaresca de altos vuelos.

La ciencia continúa trabajando en la búsqueda de los orígenes de la covid, como enseguida le apodamos para aliviar su enrevesado nombre de pila , mientras la Justicia se esfuerza por localizar y castigar a los que se aprovecharon del mal para todos por el bien para su propio negocio mientras la política, siempre al quite, se las ingenia con todos los recursos a su alcance para conseguir los votos que proporcionan poder acusando y condenando a los especuladores que se aprovecharon de las muertes ajenas. Un nuevo ejemplo de que votos, muerte y dinero acaban entendiéndose de maravilla.