Una automotriz podría crear autos impulsados por cáscaras de coco: cómo funciona
Las terminales ya no solo apuestan por la electrificación, sino que también exploran otros procesos que les permitan utilizar recursos renovables

Hace unos años, en el marco del Tokio Motor Show 2019, Mazda presentó su primer vehículo 100% eléctrico, el Mazda MX-30, un SUV compacto alineado con la filosofía de diseño de la firma japonesa, el cual hoy ya es una realidad.
En cuanto a la alianza entre esta compañía y Toyota, establecida en 2023 para el desarrollo de nuevos autos eléctricos, Mazda ha optado por una estrategia distinta a la de muchas marcas que ya han lanzado modelos 100% eléctricos.
Construyó un auto cuando tenía 18 años y hoy fabrica al deportivo más rápido del mundo
La empresa ha mantenido su interés en preservar los motores de combustión el mayor tiempo posible. Según lo declarado por Akira Marumoto, CEO en ese entonces, la compañía planea integrar entre siete y ocho autos eléctricos para 2030, posiblemente basados en una arquitectura modular que reduzca costos de desarrollo y producción.
La alianza Mazda-Toyota y el desarrollo de nuevas tecnologías
Parte del plan de Mazda es aprovechar la experiencia de Toyota, una estrategia que no es nueva para ambas marcas. Anteriormente, el Mazda 2 en su versión sedán también se comercializó como Toyota Yaris R o Scion iA. Pero, en esta ocasión, la colaboración se centra en la reducción de costos en el desarrollo de software y electrónica, lo que facilitará la creación de vehículos eléctricos.
Además, la empresa no solo apuesta por la electrificación de sus autos, sino también por la sostenibilidad en sus procesos de producción. En su planta de Hiroshima, la terminal japonesa ha comenzado a probar otras alternativas y la más acertada hasta el momento es un horno de fusión con cúpula, en el que los combustibles fósiles han sido reemplazados por biomasa derivada de cáscaras de coco. Este cambio reduce significativamente las emisiones de CO2 durante la combustión.
En marzo de 2023, la compañía con plantas de producción en Japón, México, China y Tailandia, invitó a 30 empresas y una organización a un grupo de trabajo para la co-creación de estos hornos de cúpula. El objetivo es investigar y desarrollar biocombustibles a partir de una adquisición estable de materias primas renovables. Esta iniciativa busca establecer un sistema sostenible en el que los residuos de biomasa sean recolectados y convertidos en combustible para su uso en la producción automotriz y el consumo local en Hiroshima.
Es importante destacar que, hasta el momento, Mazda no ha indicado que estos biocombustibles vayan a ser utilizados directamente en sus automóviles. Su aplicación actual se limita, por el momento, a procesos industriales dentro de la cadena de producción, como el funcionamiento de los hornos de fusión. Sin embargo, este desarrollo podría abrir la puerta a futuras alternativas sostenibles para motores de combustión interna.
A pesar de que la aplicación global de estos hornos de fusión con biomasa aún no ha sido confirmada, la compañía asumió el reto de demostrar su viabilidad en colaboración con la industria de fundición y socios locales.
Este esfuerzo forma parte del compromiso de la marca por ir más allá de la fabricación de autos y contribuir activamente a la neutralidad de carbono. El objetivo de la automotriz es continuar avanzando junto con comunidades locales para alcanzar su objetivo de descarbonización en toda su cadena de suministro para 2050.