¿Un pez con coletas? Captan a dos parásitos ‘chupando’ la cabeza de un pez abisal (video)

En las oscuras profundidades del Atlántico Sur, a más de 480 metros bajo el mar, científicos captaron imágenes de una escena tan surrealista como perturbadora: un pez con dos coletas que, en realidad, eran parásitos sedientos de sangre. Las imágenes fueron obtenidas por el Schmidt Ocean Institute durante una expedición frente a las Islas Sandwich […]

Abr 26, 2025 - 00:02
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¿Un pez con coletas? Captan a dos parásitos ‘chupando’ la cabeza de un pez abisal (video)

En las oscuras profundidades del Atlántico Sur, a más de 480 metros bajo el mar, científicos captaron imágenes de una escena tan surrealista como perturbadora: un pez con dos coletas que, en realidad, eran parásitos sedientos de sangre. Las imágenes fueron obtenidas por el Schmidt Ocean Institute durante una expedición frente a las Islas Sandwich del Sur, un remoto archipiélago volcánico al borde del océano Antártico.

En el video, compartido en redes sociales, puede verse a un pez abisal del género Macrourus, también conocidos como rattails o granaderos, nadando lentamente con dos criaturas adheridas a su cabeza, una a cada lado. A primera vista parecen mechones de pelo. Pero en realidad, son parásitos copépodos de la especie Lophoura szidati, sujetándose al cráneo del pez como si de ganchos biológicos se tratara.

Parásitos con alma de vampiro

Estos pequeños crustáceos no están simplemente pegados a la piel del pez: están parcialmente incrustados en su musculatura, desgarrando tejidos con estructuras bucales especializadas que les permiten absorber sangre y fluidos corporales. Así lo explicó James Bernot, biólogo evolutivo del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, quien, aunque no formó parte de la expedición, fue consultado para interpretar el hallazgo.

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“Son mesoparásitos: parte de su cuerpo está incrustada dentro del huésped y el resto sobresale como una antena alienígena”, explicó Bernot. Las dos bolsas largas y transparentes que sobresalen de cada copépodo no son apéndices decorativos, sino sacos de huevos, conteniendo probablemente cientos de futuras larvas listas para repetir el ciclo.

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Crédito: Schmidt Ocean Institute

Una maternidad monstruosa en el fondo del mar

Aunque suelen ser invisibles para el ojo humano, los parásitos copépodos son una de las criaturas más abundantes del planeta. Y algunos, como L. szidati, han evolucionado para ser madres dedicadas y parásitos implacables. Cada hembra lleva sus huevos en sacos hasta que eclosionan, liberando larvas nadadoras —conocidas como náuplios— que atraviesan varias etapas antes de encontrar a su propio anfitrión.

Durante su fase larval, estos parásitos minúsculos se entierran en la piel de peces como el Macrourus, y comienzan un proceso de transformación espeluznante: desarrollan estructuras de sujeción, se expanden como una raíz y perforan los tejidos para instalarse de forma permanente. Pueden pasar meses alimentándose y creciendo dentro de sus víctimas, hasta alcanzar un tamaño considerable… y una apariencia grotescamente llamativa.

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Crédito: NOAA

Un fenómeno poco estudiado en el océano antártico

A pesar de que los granaderos son peces comunes en aguas profundas del Atlántico Norte, Sur y el Océano Austral, el conocimiento sobre sus parásitos en aguas antárticas es sorprendentemente escaso. Lo que hace este hallazgo aún más valioso es que Lophoura szidati es una de las pocas especies documentadas en esta región que muestra tal nivel de adaptación extrema al parasitismo.

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“Lo más inquietante es que incluso después de que el parásito muere, su cabeza incrustada puede seguir alojada en el cuerpo del pez durante años”, señaló Bernot. Como si un recuerdo del horror quedara tatuado bajo la piel del huésped.

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Crédito: Research Gate

La belleza extraña de lo desconocido

En un mundo donde apenas hemos explorado un pequeño porcentaje del fondo oceánico, escenas como esta son un recordatorio del ecosistema casi alienígena que existe bajo nuestros pies. Un entorno donde la supervivencia toma formas insólitas, y donde la maternidad y el parasitismo se entrelazan de maneras inimaginables.

Este video, más que una simple curiosidad visual, abre nuevas puertas al estudio de las relaciones simbióticas extremas en los abismos marinos.