Un nuevo estudio revela qué sienten los perros al usar su olfato

Detectan concentraciones como 0,01 microlitros de gasolina, el equivalente a una gota en una piscina olímpica.

Abr 28, 2025 - 05:47
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Un nuevo estudio revela qué sienten los perros al usar su olfato

Olfatear no es solo una forma de interactuar con el entorno para los perros, es su manera principal de ver el mundo. Si los humanos nos guiamos principalmente por la vista, ellos lo hacen por el olfato. Su nariz alberga más de 10 millones de receptores olfativos, casi el doble que nosotros, y su capacidad para detectar olores es 10.000 veces superior. Pueden percibir cantidades mínimas de una sustancia, como por ejemplo apenas 0,01 microlitros de gasolina, y eso explica su insustituible papel en tareas de detección.

Sin embargo, aunque sabemos que su olfato es extraordinario, poco entendemos aún de cómo interpretan esos olores. ¿Qué experimenta un perro cuando huele algo? ¿Cómo lo procesa su cerebro? ¿Hay un componente emocional en esas percepciones? Un nuevo estudio, publicado el pasado marzo en la revista Journal of Biophotonics, trata de arrojar algo de luz sobre estas preguntas.

Un mundo que se huele

A lo largo de los últimos 30.000 años, los perros han evolucionado junto a los humanos. Han sido cazadores, guardianes, rastreadores y, más recientemente, aliados en la detección de enfermedades y en tareas de conservación medioambiental. En todas estas funciones, el olfato es su herramienta principal.

Pero lo más interesante de todo no es su prodigiosa capacidad para oler, sino la forma en que su cerebro responde a cada olor. Entender este proceso abre nuevas posibilidades en el adiestramiento de perros detectores, pero también nos ayuda a conocer mejor su mundo interior.

Hasta ahora, la mayoría de estudios sobre el cerebro canino requerían equipos sumamente costosos y, sobre todo, que el perro permaneciera completamente inmóvil, algo poco compatible con el comportamiento de muchos individuos y razas, lo que limitaba enormemente las posibilidades de investigación.

Tecnología láser y análisis con IA

El reciente estudio liderado por Ilana Propp y su equipo propone una alternativa innovadora: analizar las reacciones cerebrales a través de patrones de interferencia de luz láser y procesarlos mediante inteligencia artificial.

Para ello, los investigadores expusieron a cuatro perros relajados y con los ojos vendados a diferentes olores: alcohol, marihuana, mentol y ajo. Al mismo tiempo, dirigieron un láser verde hacia tres regiones cerebrales clave: la amígdala, el bulbo olfatorio y el hipocampo. Estas áreas están implicadas, respectivamente, en la emoción, la detección de olores y la formación de recuerdos.

La luz reflejada generó un patrón de un dibujo ‘moteado’ único para cada área cerebral y para cada olor. Mediante una cámara de alta resolución y un programa informático, la inteligencia artificial fue capaz de distinguir cómo respondía el cerebro del perro a cada estímulo olfativo.

Lo que revela el cerebro canino

Los resultados apuntan a algo muy interesante: la amígdala, que procesa las emociones, tuvo un papel destacado en la discriminación de olores. Esto sugiere que el olfato no solo activa respuestas sensoriales, sino también emocionales en los perros.

No se trata simplemente de ‘oler algo’, sino de sentir algo al oler. Esta idea no es nueva en los humanos, donde olores y emociones están estrechamente ligados (el aroma de una comida puede trasladarnos a la infancia, por ejemplo), pero en el caso de los perros, esto solo permanecía al campo de las suposiciones.

Aplicaciones futuras

Si el olfato está tan ligado a la emoción, tiene sentido que el estado anímico del perro influya en su capacidad de detección. Por ejemplo, si un perro asocia un olor con una experiencia negativa, como la visita al veterinario, su reacción puede verse afectada. Lo mismo ocurre en la educación canina: exponer a los perros a olores específicos en un entorno positivo podría mejorar su aprendizaje.

Los investigadores señalan, además, que este tipo de estudios podrían facilitar el desarrollo de tecnología portátil que traduzca en tiempo real lo que el perro está oliendo. Equipos ligeros y móviles permitirían ‘leer’ su actividad cerebral sin interferir en su comportamiento natural.

La idea de interpretar el mundo olfativo del perro puede parecer ciencia ficción, pero no está tan lejos. Ya existen collares con inteligencia artificial que prometen ‘traducir’ los ladridos en emociones o necesidades básicas y, aunque todavía falta por validar su precisión, el camino está trazado.

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