Un nuevo empate en Las Cabezadas entre el Cabildo de San Isidoro y el Ayuntamiento de León

Transcurridos 867 años del hecho que dio origen a este singular enfrentamiento, Ayuntamiento de León y Cabildo de San Isidoro cumplieron este domingo un año más con la tradición y el Consistorio entregó a la Basílica un cirio «de una arroba bien cumplida y dos hachones de cera». Es la ofrenda que el pueblo leonés presenta puntualmente al santo en la ceremonia de Las Cabezadas y si se hace de forma voluntaria o por obligación es lo que debaten cada año el Cabildo de la Real Colegiata y la corporación municipal, con sendos representantes -en esta ocasión el concejal de Hacienda, Carmelo Alonso, y por parte del Cabildo el canónigo Juan Jesús Fernández Corral. La celebración del Foro u Oferta se desarrolló en el claustro de la Real Colegiata, antes de la misa, para concluir ya en la plaza con la tradicional ceremonia de las Cabezadas, llamada así por las inclinaciones que la corporación municipal hace como parte de la celebración. Se trata de una de las fiestas más populares de la capital leonesa y rememora la promesa hecha por el pueblo de León, tras las lluvias que siguieron a una pertinaz sequía a mediados del siglo XII, siendo rey Fernando II. Se celebra el último domingo del mes de abril, por que el alcalde no asistió al Congreso Provincial del PSOE, convocado -tras ser aplazado- para este día. Entre las autoridades y representantes institucionales que se dieron cita en el templo leonés, estuvo el consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio, Juan Carlos Suárez-Quiñones, o el procurador del Común, Tomás Quintana. En el recorrido que se organizó en 1158 con las reliquias del santo, al que se decidió procesionar para reclamar agua, cayó tanta que hubo que detener el cortejo y fue imposible levantar las andas que sostenían los restos, lo que se interpretó como un signo de que no debían volver a abandonar su ubicación. Se decidió entonces la ofrenda anual que pervive en el tiempo y por la que se enfrentan Cabildo y Ayuntamiento en una incruenta lucha dialéctica en la que no falta el intercambio de obsequios.

Abr 27, 2025 - 17:45
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Un nuevo empate en Las Cabezadas entre el Cabildo de San Isidoro y el Ayuntamiento de León
Transcurridos 867 años del hecho que dio origen a este singular enfrentamiento, Ayuntamiento de León y Cabildo de San Isidoro cumplieron este domingo un año más con la tradición y el Consistorio entregó a la Basílica un cirio «de una arroba bien cumplida y dos hachones de cera». Es la ofrenda que el pueblo leonés presenta puntualmente al santo en la ceremonia de Las Cabezadas y si se hace de forma voluntaria o por obligación es lo que debaten cada año el Cabildo de la Real Colegiata y la corporación municipal, con sendos representantes -en esta ocasión el concejal de Hacienda, Carmelo Alonso, y por parte del Cabildo el canónigo Juan Jesús Fernández Corral. La celebración del Foro u Oferta se desarrolló en el claustro de la Real Colegiata, antes de la misa, para concluir ya en la plaza con la tradicional ceremonia de las Cabezadas, llamada así por las inclinaciones que la corporación municipal hace como parte de la celebración. Se trata de una de las fiestas más populares de la capital leonesa y rememora la promesa hecha por el pueblo de León, tras las lluvias que siguieron a una pertinaz sequía a mediados del siglo XII, siendo rey Fernando II. Se celebra el último domingo del mes de abril, por que el alcalde no asistió al Congreso Provincial del PSOE, convocado -tras ser aplazado- para este día. Entre las autoridades y representantes institucionales que se dieron cita en el templo leonés, estuvo el consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio, Juan Carlos Suárez-Quiñones, o el procurador del Común, Tomás Quintana. En el recorrido que se organizó en 1158 con las reliquias del santo, al que se decidió procesionar para reclamar agua, cayó tanta que hubo que detener el cortejo y fue imposible levantar las andas que sostenían los restos, lo que se interpretó como un signo de que no debían volver a abandonar su ubicación. Se decidió entonces la ofrenda anual que pervive en el tiempo y por la que se enfrentan Cabildo y Ayuntamiento en una incruenta lucha dialéctica en la que no falta el intercambio de obsequios.