Tu fecha de nacimiento determina tu grasa corporal, según la ciencia
Durante mucho tiempo, se ha debatido sobre cómo el entorno puede influir en nuestra salud, específicamente en la grasa corporal, desde antes incluso de nacer. Factores como la alimentación materna, el estrés o la exposición a contaminantes durante el embarazo han sido objeto de numerosos estudios científicos. Sin embargo, investigaciones más recientes están ampliando este … Continuar leyendo "Tu fecha de nacimiento determina tu grasa corporal, según la ciencia"

Durante mucho tiempo, se ha debatido sobre cómo el entorno puede influir en nuestra salud, específicamente en la grasa corporal, desde antes incluso de nacer. Factores como la alimentación materna, el estrés o la exposición a contaminantes durante el embarazo han sido objeto de numerosos estudios científicos. Sin embargo, investigaciones más recientes están ampliando este enfoque hacia una etapa aún más temprana: los meses previos a la concepción.
Un nuevo estudio apunta a que la estación del año en la que una persona es concebida podría dejar una huella duradera en su metabolismo. Según este trabajo, publicado en la revista Nature Metabolism, el clima que experimentan los progenitores antes de concebir podría activar mecanismos biológicos que influyen directamente en la cantidad de grasa que el cuerpo almacena o quema. En particular, el frío parece estimular un tipo específico de grasa beneficiosa (el tejido adiposo marrón) que ayuda al organismo a generar calor y consumir calorías.
Cómo influye la fecha de concepción en la grasa corporal
El estudio pone el foco en un fenómeno biológico llamado «termogénesis adaptativa», una respuesta natural del cuerpo al frío que se activa mediante el tejido adiposo marrón (también conocido como BAT, por sus siglas en inglés). Este tipo de grasa corporal no almacena energía como la grasa blanca convencional, sino que la quema para producir calor. En otras palabras, se trata de un sistema de calefacción interna que ayuda al cuerpo a mantener su temperatura.
Los investigadores observaron que quienes fueron concebidos en estaciones frías (otoño e invierno) mostraban una actividad significativamente mayor de este tejido. En concreto, el 78,2% de estas personas presentaban activación del BAT frente al 66% de quienes fueron concebidos durante temporadas cálidas.
Esta diferencia, medida a través de sofisticadas técnicas como la tomografía por emisión de positrones (PET/CT), no es un simple dato estadístico: se traduce en un metabolismo más activo, mayor gasto energético y menor acumulación de grasa visceral.
Uno de los hallazgos más llamativos del estudio es que la termogénesis inducida por frío en individuos concebidos durante meses fríos fue 1,5 veces superior a la de los concebidos en épocas cálidas. Pero eso no es todo. Estas personas también mostraban un incremento del 5,8% en su gasto energético total, independientemente de su masa muscular. En otras palabras, su cuerpo quema más calorías incluso cuando está en reposo.
Este tipo de diferencias podrían tener un papel importante a la hora de explicar por qué algunas personas tienen más facilidad para mantenerse en forma que otras, incluso con estilos de vida similares. Y lo más sorprendente es que esta «ventaja metabólica» no se hereda genéticamente como tal, sino que parece depender de factores ambientales presentes durante la concepción.
En un mundo donde los dispositivos móviles y los relojes inteligentes pueden registrar con precisión temperatura, ritmo cardíaco, sueño y más, la posibilidad de integrar este tipo de datos en estudios de salud pública resulta prometedora. Según los autores, la recolección de información térmica ambiental mediante sensores portátiles podría ayudar a afinar aún más la comprensión de cómo los factores climáticos inciden en la biología humana, especialmente en el contexto de la concepción.
Cambio climático y salud metabólica
Un aspecto que los autores no pasan por alto es la posible influencia del cambio climático en este tipo de mecanismos. Si las temperaturas medias globales continúan elevándose y los inviernos se vuelven menos intensos, podríamos estar viendo una disminución progresiva en la activación del tejido adiposo marrón desde las primeras etapas de la vida.
Esto, de manera indirecta, podría contribuir a un aumento en las tasas de obesidad, especialmente en países con climas tradicionalmente fríos que ahora experimentan inviernos más templados.
Aunque esta hipótesis aún requiere investigación más profunda, el vínculo entre entorno térmico y salud metabólica empieza a perfilarse como un campo emergente en la biomedicina del siglo XXI. Comprender cómo las condiciones externas moldean la biología humana desde la concepción no sólo amplía nuestro conocimiento, sino que abre puertas a nuevas estrategias preventivas y personalizadas en salud pública.
Como todo trabajo científico, este estudio también presenta ciertas limitaciones. Aunque se controlaron variables como el tabaquismo, el tipo de trabajo (por turnos o diurno) y el índice de masa corporal de los progenitores, no se incluyeron factores como la temperatura interior de los hogares ni el estado de la microbiota intestinal, ambos relevantes en la regulación metabólica.
Los autores señalan la necesidad de realizar estudios longitudinales más amplios que incluyan una mayor diversidad étnica y geográfica, así como explorar otras posibles variables ambientales que podrían influir en la programación epigenética.
Aunque es habitual buscar explicaciones sobre nuestra personalidad o salud en factores externos, la ciencia nos está mostrando un camino mucho más concreto y sorprendente: el entorno en el que comenzamos a desarrollarnos podría influir profundamente en cómo funciona nuestro cuerpo. La fecha de nacimiento, entendida desde una perspectiva ambiental y fisiológica, puede ofrecer pistas relevantes sobre nuestra capacidad para quemar calorías, almacenar grasa corporal o mantener el equilibrio energético.