Trinitarios, Gilitos y Palomarejos. Tres cuarteles de la Guardia Civil en Toledo

Desde 1845 consta la presencia de la Guardia Civil en la provincia de Toledo . La cabecera se instaló en la capital, en la antigua Casa Profesa de los jesuitas, como ya citamos en un artículo anterior (16-3-2025). Entre 1880 y 1915, el cuartel estuvo en la plaza de Santa Isabel, en un caserón alquilado al conde de Cedillo. Luego, durante una década, la jefatura y la fuerza tendrían locales en el exconvento de la Trinidad, la plaza del Conde, Zocodover o la calle de la Ciudad. La prensa criticaría tan lamentable situación. El Ayuntamiento y la Guardia Civil exploraron, sin éxito, soluciones definitivas, casi todas dentro de las murallas. Fruto de los anuncios oficiales para recibir ofertas de arriendos de cualquier particular, fue la presentada por el comandante médico Mariano Alba del Olmo, propietario del llamado «Palacio de los Barbones», es decir, el exconvento de Trinitarios descalzos, situado frente al ábside San Lázaro y el Colegio de María Cristina. Aquel cenobio se había desamortizado en 1835 a favor de los hermanos Safont, después pasó por sucesivas reventas, llegando al siglo XX en estado de ruina. En marzo de 1925 entró en el Ayuntamiento una petición para realizar obras en el referido convento firmada por el procurador Pablo Riesco Alonso, como apoderado de «D. Mariano Alba». Contenía la memoria y los planos que elaboró el arquitecto del proyecto, Álvaro González Saz, al que hemos dedicado artículos como técnico del Catastro, del Ayuntamiento y autor de diversos encargos particulares. Se proponía ejecutar dos tipos de obras: reparar la parte aún existente y crear dos plantas en la zona perdida. Contaría con todo lo requerido por la Guardia Civil en el concurso para destinar el edificio a casa-cuartel. La planta baja contaría con el cuarto de guardia, calabozo, el despacho del jefe de línea, un dormitorio para treinta guardias con aseos, comedor y cocina. También una cuadra para treinta y cinco caballos, sus servidumbres y un corral anejo. En la primera planta habría un pabellón para el jefe de línea, otro destinado a cuatro oficiales, ocho despachos y catorce pabellones más. En la segunda planta habría quince pabellones para guardias casados. El Castellano añadió que el edifico podría alojar una subdelegación del Parque Móvil de Madrid. La inauguración aconteció el 13 de diciembre de 1925. Sin embargo, en 1935, las malas condiciones del inmueble animaron a que el alcalde, Justo García, propusiese en un Pleno formar una comisión con otras instituciones para construir un cuartel, lo que ahorraría al Estado las 26.000 pesetas anuales del vigente alquiler. La moción no floreció y todo continuó igual hasta 1936, año repleto de graves tensiones en España. El 21 de julio, la Comandancia de Toledo ya había ordenado a todos los puestos de la provincia agruparse en la capital. Así se reunieron en el Alcázar 690 efectivos, muchos con familiares, junto a otras fuerzas militares y civiles sublevados contra el Gobierno. El rechazo a deponer el alzamiento dio paso a un cerco del citado baluarte por parte de las columnas leales al Gabinete hasta finales de septiembre. En aquel verano, el cuartel quedó saqueado e inservible. Desde octubre, hasta finalizar la contienda, las tropas de choque, unidades franquistas e italianas fueron ubicadas en el Seminario, el colegio Santiago de la Fuente y otros edificios sin uso. En 1937, la Diputación cedió el antiguo Hospital Provincial de la plaza de Padilla a la Guardia de Asalto (en 1940 se integraría en la Policía Armada) y el Hospital del Nuncio a la Guardia Civil, cuya Comandancia quedó en la calle Esteban Illán hasta poco más de 1951. En la posguerra, al deterioro general de la ciudad se unían los magros recursos de las arcas públicas para atender, entre otros asuntos, el alojamiento de la Guardia Civil y arreglar la Prisión Provincial que, desde 1841, estaba en el exconvento de Gilitos, junto al paseo del Tránsito. En 1942 la Jefatura del Segundo Tercio solicitó al Ayuntamiento un «solar de cien por cien metros» en Santa Bárbara, encima de Cabrahigos, para edificar una casa-cuartel. Aunque la Corporación lo aceptó, tal deseo quedó congelado. Un año después, el Ministerio de Justicia elevó una petición similar para crear una nueva «Cárcel Provincial». En este caso, la Ciudad indicó un terreno libre, de la familia Leyún, frente a la ermita de San Eugenio. En 1944 la Dirección General de Prisiones anunció un concurso para adquirir un edificio y destinarlo a centro penitenciario. Esto explica que, en 1945, comprarse el cuartel de la Guardia Civil que hubo en Trinitarios hasta 1936. Tal operación supuso que Justicia abandonase la vieja cárcel Gilitos y el Ayuntamiento, como dueño del inmueble, lo arrendase ahora a la Benemérita. Aquel caserón, asomado a Tajo, sería objeto de obligados arreglos durante largos años. Mientras, la jefatura del Segundo Tercio residió en la calle de la Ciudad. En 1959 el Ayuntamiento inició un expediente para ofertar a la Dirección General de la

Mar 30, 2025 - 12:14
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Trinitarios, Gilitos y Palomarejos. Tres cuarteles de la Guardia Civil en Toledo
Desde 1845 consta la presencia de la Guardia Civil en la provincia de Toledo . La cabecera se instaló en la capital, en la antigua Casa Profesa de los jesuitas, como ya citamos en un artículo anterior (16-3-2025). Entre 1880 y 1915, el cuartel estuvo en la plaza de Santa Isabel, en un caserón alquilado al conde de Cedillo. Luego, durante una década, la jefatura y la fuerza tendrían locales en el exconvento de la Trinidad, la plaza del Conde, Zocodover o la calle de la Ciudad. La prensa criticaría tan lamentable situación. El Ayuntamiento y la Guardia Civil exploraron, sin éxito, soluciones definitivas, casi todas dentro de las murallas. Fruto de los anuncios oficiales para recibir ofertas de arriendos de cualquier particular, fue la presentada por el comandante médico Mariano Alba del Olmo, propietario del llamado «Palacio de los Barbones», es decir, el exconvento de Trinitarios descalzos, situado frente al ábside San Lázaro y el Colegio de María Cristina. Aquel cenobio se había desamortizado en 1835 a favor de los hermanos Safont, después pasó por sucesivas reventas, llegando al siglo XX en estado de ruina. En marzo de 1925 entró en el Ayuntamiento una petición para realizar obras en el referido convento firmada por el procurador Pablo Riesco Alonso, como apoderado de «D. Mariano Alba». Contenía la memoria y los planos que elaboró el arquitecto del proyecto, Álvaro González Saz, al que hemos dedicado artículos como técnico del Catastro, del Ayuntamiento y autor de diversos encargos particulares. Se proponía ejecutar dos tipos de obras: reparar la parte aún existente y crear dos plantas en la zona perdida. Contaría con todo lo requerido por la Guardia Civil en el concurso para destinar el edificio a casa-cuartel. La planta baja contaría con el cuarto de guardia, calabozo, el despacho del jefe de línea, un dormitorio para treinta guardias con aseos, comedor y cocina. También una cuadra para treinta y cinco caballos, sus servidumbres y un corral anejo. En la primera planta habría un pabellón para el jefe de línea, otro destinado a cuatro oficiales, ocho despachos y catorce pabellones más. En la segunda planta habría quince pabellones para guardias casados. El Castellano añadió que el edifico podría alojar una subdelegación del Parque Móvil de Madrid. La inauguración aconteció el 13 de diciembre de 1925. Sin embargo, en 1935, las malas condiciones del inmueble animaron a que el alcalde, Justo García, propusiese en un Pleno formar una comisión con otras instituciones para construir un cuartel, lo que ahorraría al Estado las 26.000 pesetas anuales del vigente alquiler. La moción no floreció y todo continuó igual hasta 1936, año repleto de graves tensiones en España. El 21 de julio, la Comandancia de Toledo ya había ordenado a todos los puestos de la provincia agruparse en la capital. Así se reunieron en el Alcázar 690 efectivos, muchos con familiares, junto a otras fuerzas militares y civiles sublevados contra el Gobierno. El rechazo a deponer el alzamiento dio paso a un cerco del citado baluarte por parte de las columnas leales al Gabinete hasta finales de septiembre. En aquel verano, el cuartel quedó saqueado e inservible. Desde octubre, hasta finalizar la contienda, las tropas de choque, unidades franquistas e italianas fueron ubicadas en el Seminario, el colegio Santiago de la Fuente y otros edificios sin uso. En 1937, la Diputación cedió el antiguo Hospital Provincial de la plaza de Padilla a la Guardia de Asalto (en 1940 se integraría en la Policía Armada) y el Hospital del Nuncio a la Guardia Civil, cuya Comandancia quedó en la calle Esteban Illán hasta poco más de 1951. En la posguerra, al deterioro general de la ciudad se unían los magros recursos de las arcas públicas para atender, entre otros asuntos, el alojamiento de la Guardia Civil y arreglar la Prisión Provincial que, desde 1841, estaba en el exconvento de Gilitos, junto al paseo del Tránsito. En 1942 la Jefatura del Segundo Tercio solicitó al Ayuntamiento un «solar de cien por cien metros» en Santa Bárbara, encima de Cabrahigos, para edificar una casa-cuartel. Aunque la Corporación lo aceptó, tal deseo quedó congelado. Un año después, el Ministerio de Justicia elevó una petición similar para crear una nueva «Cárcel Provincial». En este caso, la Ciudad indicó un terreno libre, de la familia Leyún, frente a la ermita de San Eugenio. En 1944 la Dirección General de Prisiones anunció un concurso para adquirir un edificio y destinarlo a centro penitenciario. Esto explica que, en 1945, comprarse el cuartel de la Guardia Civil que hubo en Trinitarios hasta 1936. Tal operación supuso que Justicia abandonase la vieja cárcel Gilitos y el Ayuntamiento, como dueño del inmueble, lo arrendase ahora a la Benemérita. Aquel caserón, asomado a Tajo, sería objeto de obligados arreglos durante largos años. Mientras, la jefatura del Segundo Tercio residió en la calle de la Ciudad. En 1959 el Ayuntamiento inició un expediente para ofertar a la Dirección General de la Guardia Civil una parcela en el aún baldío paraje de Palomarejos destinada a las dependencias de 14º Tercio Rural de la 141ª Comandancia. La cesión se formalizó en 1967 mientras ya estaban en curso las obras. El proyecto fue de Manuel Sainz de Vicuña García-Prieto (1916-1944), arquitecto vinculado también a los ministerios de Justicia y de Información y Turismo. Proyectó unas doscientos casas-cuartel en España, en la provincia de Toledo firmó una treintena. En el de la capital, según algunos estudios, se alejó del llamado modelo «nacional» para trazar un conjunto más actual. Diferenció las dependencias oficiales -incluyendo la residencia, enfermería, economato, garajes, talleres, etc.-. de las 196 viviendas y la escuela. El acto inaugural tuvo lugar el 25 de abril de 1968. Según la prensa, el coste se había acercado a 38 millones de pesetas. Con los años, nuevas tareas y servicios dieron lugar a reformas y desplazar fuera alguna unidad. En 2007 ya se expuso en el Ayuntamiento l evantar un cuartel en la Zona de Contacto con el Polígono Industrial . En 2010, en un plan de la Dirección General para la provincia, solo se apuntó mejorar la Comandancia de Toledo. En los tres lustros siguientes, la ciudad ha vivido un largo debate sobre dónde ubicar un necesario cuartel, señalándose, entre otros lugares, la Vega Baja, la parcela del Hospital Virgen de la Salud, la Peraleda o el barrio de Santa María de Benquerencia. Finalmente, en enero de 2025, el Instituto armado, a partir de sus propios informes y el urgente desalojo de las viviendas, manifestó construir la futura Zona-Comandancia en el mismo sitio que ahora ocupa . Se estima algo más de dos años para concluir este proyecto.