'The White Lotus 3', final explicado: quién muere y quién sobrevive en la temporada más bestia de toda la serie

La sátira de Mike White sobre la clase pudiente vuelve una temporada más con un tono mucho más reflexivo y las escenas más impactantes de su historia.

Abr 7, 2025 - 19:18
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'The White Lotus 3', final explicado: quién muere y quién sobrevive en la temporada más bestia de toda la serie

The White Lotus se ha convertido en un soplo de aire fresco que los fans esperan con ansia temporada tras temporada. Desde nuestra pantalla, somos capaces de observar -y sobre todo, juzgar- las excentricidades de los ricos allí donde más relucen: durante sus vacaciones.

Desde las dinámicas familiares y las tensiones sexoafectivas hasta la competitividad entre amigos, White ha sabido jugar a la perfección con el crisol que compone las complejas relaciones humanas, pero desde la divertida perspectiva de los ricos. Y es divertida porque viven en una especie de desconexión del mundo real que los hace, a ojos de los mortales, seres patéticos y vanidosos.

Sin embargo, en esta temporada, el creador ha ido más allá. Mucho más allá. Nos ha regalado ocho capítulos en los que, con Tailandia como telón de fondo, sus personajes enfrentan la búsqueda de algo más profundo. Y, aunque inicialmente podíamos pensar que iban a estar vacíos por dentro, el resultado tiene muchos más matices que han hecho de esta temporada la más reflexiva y llena de significado de la historia de The White Lotus, pero también la más bestia.

Aun así, la serie no pierde ni un ápice de esa esencia que nos encanta. Humor negro a raudales, una actuación brillante de todo el elenco, llena de miradas y microgestos que están llenos de significado, situaciones ridículas o patéticas, y personajes que no defraudan.

---[A partir de aquí, SPOILERS del final de la tercera temporada]---

¿Quién muere en el último capítulo de 'The White Lotus'?

Si hay algo donde White demuestra su maestría es en su capacidad para crear anticipación pero también en el uso de las pistas y las metáforas. Desde el primer episodio, sabemos que alguien va a morir, y eso nos hace estar alerta, fijándonos en cada detalle e imaginando múltiples líneas de desarrollo, para tratar de adivinar quién es el desgraciado. Durante toda la serie consigue darnos la información suficiente para que estemos siempre al borde de la silla, esperando lo peor. No es que sea una técnica novedosa en absoluto, pero White la ejecuta con la maestría del mismísimo Hitchcock.

Después de ocho capítulos imaginando todos los escenarios posibles e incluso haciendo juicios sobre quién merece morir y quién no, con la emisión del último capítulo las dudas han llegado a su fin. Y, desde luego, la resolución va a dejar a muchos fans descontentos porque quienes mueren, no se lo merecen.

Con 90 minutos de duración, el último episodio es una montaña rusa de emociones. Por un lado, Timothy (Jason Isaacs) está decidido a acabar con toda su familia antes de que descubran que lo han perdido todo. Propone hacer un brindis con unos cócteles en los que ha triturado semillas venenosas.

En el último momento, se arrepiente, pero Lochlan (Sam Nivola) utiliza la batidora con restos de esas semillas y se intoxica. Por un momento lo pasamos realmente mal pensando que es el final del hijo menor, pero finalmente su padre lo encuentra a tiempo y todo queda en un susto. Desde luego, él no merecía morir, aunque su muerte tenía bastante sentido.

Rick (Walton Goggins), por otro lado, no se ha quedado del todo a gusto con su último encontronazo con el asesino de su padre (Scott Glenn) y, en un ataque de ira, decide arrebatarle la pistola y matarle. Es en ese momento cuando Sritala (Patravadi Mejudhon) le revela que él era, de hecho, su padre, hundiendo definitivamente a Rick en la miseria. Los guardaespaldas de los dueños del hotel lo persiguen por las instalaciones dando lugar a un tiroteo que termina con la vida de la pobre Chelsea (Aimee Lou Wood). No es algo que nos esperábamos y desde luego es el personaje que menos se merecía ese final, pero así es The White Lotus.

Mientras Rick camina con el cuerpo inerte de su alma gemela, Sritala exige a Gaitok (Tayme Thapthimthong) que dispare. Tras mucho vacilar, mostrando esa lucha interna que se libra en su interior sobre su naturaleza violenta, Gaitok acaba con la vida de Rick. En un último plano, vemos como los dos amantes flotan en uno de los estanques del hotel, muertos, pero juntos para siempre.

Buscando una identidad en el paraíso tailandés

El tema central de la temporada es, sin duda alguna, la identidad. Muy acorde con el emplazamiento y con toda la parafernalia de bienestar y cuidado que ofrece el hotel, los personajes tratan de lidiar con una pregunta esencial: ¿quién soy?

La familia Ratliff es probablemente el epicentro de la temporada, con múltiples conflictos que no solo son de lo más impactante sino que también nos ofrecen algunos de los mejores momentos. Nada más llegar al hotel, Timothy descubre que está a punto de verse involucrado en un escándalo financiero que puede arruinar su reputación y hacer que lo pierda todo. Este será uno de los puntos de tensión más fuertes de la temporada, pues lo veremos perder absolutamente los nervios e incluso engancharse al lorazepam mientras imagina las consecuencias de que su familia y todos en su entorno descubran que, en realidad, no es el hombre recto que creían.

Por su parte, Victoria (Parker Posey), quien ofrece algunos de los mejores momentazos de la temporada, está totalmente obsesionada con la decencia y con su estilo de vida. Su adicción al lorazepam prueba que es una mujer totalmente desconectada del mundo, con una psique muy frágil e incapaz de estar presente. Es prueba de que todos los bienes que la rodean, e incluso su familia, supuestamente perfecta, no son suficientes para hacerla feliz.

Esta personalidad choca fuertemente con la de su hija, Piper (Sarah Catherine Hook) quien está fascinada por la filosofía budista y ha engañado a toda su familia para ir a Tailandia de manera que ella pueda hacer los preparativos para su año sabático en un centro de meditación. Aborrece por completo todo lo que representa su familia: el lujo, la opulencia, la necesidad de bienes materiales y la prevalencia de las apariencias. Sin embargo, en cuanto tiene la oportunidad de probar cómo sería su vida alejada de todo eso, se da cuenta de que es incapaz. No puede negar quién es, y es una niña rica.

Saxon (Patrick Schwarzenegger), uno de los personajes más geniales de la temporada, es un finance bro totalmente deleznable, obsesionado con el éxito, el físico y el sexo. Su identidad está totalmente ligada al trabajo y es incapaz de resultar atractivo a un nivel espiritual, por lo que ejerce una presión totalmente absurda sobre su hermano pequeño para que este quiera ser como él. Hacia el final de la temporada, sin embargo, vemos un giro muy interesante, cuando Saxon comienza a darse cuenta de que es un cascarón vacío.

Por último, Lochlan es una personalidad complaciente de manual cuya existencia pendula entre los requerimientos de sus hermanos mayores. Solamente quiere agradar, hacer que los demás se sientan bien, y en última instancia, eso lo llevará a la situación más extrema que hemos visto en esta temporada: el incesto.

¿Es la violencia algo inherente a todos nosotros?

Otro de los temas centrales de la temporada, estrechamente relacionado con la identidad, ha sido la violencia. Bajo la premisa de qué somos capaces de hacer se desarrollan los arcos de tres personajes clave.

Por un lado, Rick, que desde el primer minuto parece un ser apático y maleducado, está en realidad en un viaje de venganza, tratando de encontrar al hombre que mató a su padre y le arruinó la vida. Es quizás el personaje más interesante y misterioso -muy escorpio- de esta temporada. A su lado, Chelsea, una dulce y pizpireta joven mística, trata de aportar esperanza y alegría, sin éxito. Cuando Rick consigue, por fin, estar cara a cara con el supuesto asesino de su padre, no es capaz de matarlo. Sin embargo, la irá sigue latente en su interior y, tras un nuevo encontronazo muy desagradable, se decide a apretar el gatillo.

Por otro lado, tenemos a Gaitok, el dulce guarda de seguridad que tiene un corazón que no le cabe en el pecho pero está enamorado de Mook (Lalisa Manobal), quien solo valora de un hombre su ambición. Para Gaitok, ser ambicioso en su trabajo significa ser violento, poder matar a una persona si se da el caso, pero él no cree que tenga lo que hay que tener. Finalmente, apremiado por Sritala, Gaitok mata a Rick, demostrando que puede encajar en un puesto de trabajo violento y consiguiendo el ascenso de sus sueños, como guardaespaldas.

Por último, las constantes visiones de muerte de Timothy ponen en entredicho de qué será capaz, ¿podrá terminar con la vida de toda su familia para evitarles el sufrimiento de una vida sin lujos? Es una duda que White mantiene hasta el último capítulo y que nos regala algunos de los momentos más oscuros de la serie.

Tres son multitud

En esta temporada también vamos a conocer a el divertido grupo de amigas cuarentonas que llega a Tailandia con la esperanza de pasar tiempo juntas y recordar viejos tiempos. Un viaje que termina siendo una espiral de envidias y prejuicios que nos recuerdan que las amistades no siempre son lo que parecen, que los tríos tienden a los dúos y que la gente, por lo general, no cambia.

Jaclyn (Michelle Monaghan) es una estrella televisiva en declive, para la que las apariencias lo son todo. Sabemos que es egocéntrica y manipuladora, y así lo demuestra durante sus vacaciones, siendo ridículamente competitiva con sus amigas.

Por su parte, Laurie (Carrie Coon) ha tenido una vida de fracasos y se siente minúscula junto a sus amigas. Durante estas vacaciones parece tener la oportunidad de destacar, con un romance con Valentin (Arnas Fedaravicius), pero Jaclyn le arrebata incluso eso.

Por último, Kate (Leslie Bibb) tiende a estar en medio de sus dos amigas, con personalidades más fuertes. Tiene unas convicciones que chocan con las del resto del grupo, pero se muestra como una persona sensible y dulce que quizás no ha tenido oportunidad de mostrarse tal y cómo es frente a sus amigas de toda la vida.

Este trío nos regala momentos muy memorables, pero sobre todo una reflexión sobre quiénes somos cuando estamos con las personas que nos conocen de verdad y cuál es nuestra responsabilidad cuando cometemos errores.

El dinero, todo lo puede

Una de las sorpresas más geniales ha sido la vuelta de Belinda (Natasha Rothwell) a la tercera temporada. Su trama en la primera no había tenido un cierre justo y por fin merecía una recompensa. En esta temporada vemos cómo viaja al resort de Tailandia en un intercambio para poder aprender algunas técnicas de sus compañeros.

Allí no solo se enamora de uno de su compañero Pornchai (Dom Hetrakul) sino que se reencuentra con Greg (Jon Gries), el marido de la difunta Tanya (Jennifer Coolidge). Cuando Belinda descubre que él es sospechoso del asesinato de su casi-mecenas, empieza a temer por su propia vida.

Sin embargo, Greg está dispuesto a ofrecerle una gran suma de dinero a cambio de su silencio. Belinda en un principio duda sobre la moral del intercambio, pero cuando la compensación económica asciende lo suficiente, es capaz de dejar atrás todas sus convicciones y huir de vuelta a Hawái. Pero en esa huida no solo se olvida de sus valores, sino también del pobre Pornchai, enamorado e ilusionado con la idea de crear un negocio juntos. De forma brillante, White destapa la hipocresía de la propia Belinda, que se ha marcado “un Tanya”.

En definitiva, la tercera temporada de The White Lotus ha sido brillante, divertida y muy impactante, con un broche de oro que nos hace tener sentimientos encontrados. Es el poder de White, nos puede llevar en un viaje lleno de lujo y miserias, y hacer que vuele nuestra imaginación para después darnos con la verdad en la cara, cuando menos lo esperamos.

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