Santa Bárbara Bendita, el himno que hizo inmortal el sacrificio de los mineros de Asturias

Homenaje a los caídos - Cinco trabajadores perdieron la vida en Cerredo tras una explosión de grisú, en el accidente minero más grave en territorio asturiano desde 1995Asturias inspeccionará “con carácter urgente” su Servicio de Minas tras la tragedia que costó cinco vidas en Cerredo Cinco hombres bajaron al tercer nivel y no regresaron. La mina, otra vez, se tragó sus nombres como antes se tragó tantos otros. Asturias, que conoce demasiado bien el sonido de las sirenas en el monte, volvió a detenerse. La minería, la vieja columna vertebral de las cuencas, volvió a crujir. Lo que ocurrió fue la expresión más cruda de un riesgo que nunca desaparece. La mina vuelve a cerrarse sobre los suyos El accidente en la mina de Cerredo, en la localidad asturiana de Degaña, dejó cinco muertos tras una explosión de grisú en el tercer nivel. Fue el más grave desde el ocurrido en el pozo Nicolasa en 1995 y devolvió el luto a una comunidad que no olvida. Porque donde otros ven túneles, allí se habla de familia, de códigos, de un oficio que lo da todo incluso cuando no queda nada. Santa Bárbara y la memoria minera que no permite el olvido En 2022, ya se había alertado de deficiencias serias en esas instalaciones: extracción irregular, falta de personal, problemas con la maquinaria y licencias en entredicho. Nadie pensaba que la constanción de la dejadez llegaría con nombres propios: Iván, Amadeo, Rubén, Jorge y David. Una forma colectiva de entender la pérdida El sábado 5 de abril por la noche, el fútbol se detuvo en Gijón. Antes de que el balón rodara entre el Sporting y el Tenerife, el Coro Minero de Turón salió al césped. Allí, frente a miles de personas, entonaron rel himno minero Santa Bárbara bendita con un verso adaptado: murieron cinco mineros. La letra, que habitualmente menciona a cuatro, cambió para rendir homenaje a los nombres grabados en Degaña. El estadio, de golpe, se convirtió en una mina más, con el mismo silencio que sigue a cada explosión. La canción, convertida en emblema popular de los valles mineros, tiene sus orígenes en otra catástrofe. En 1949, una explosión en el pozo María Luisa, en Langreo, mató a 17 trabajadores. De aquel dolor nació esta letra que habla de un minero ensangrentado que relata a su mujer Maruxina cómo han muerto varios compañeros. Desde entonces, el canto acompaña cada despedida, cada protesta, cada acto de memoria. Más que un himno, Santa Bárbara bendita se ha convertido en la voz de un oficio que nunca se ha expresado con solemnidad, pero sí con contundencia. El dolor que recoge no es figurado ni abstracto. Es la realidad repetida en los valles de Asturias y León desde el siglo XVIII, cuando el carbón comenzó a extraerse y a marcar la vida de miles de familias. La mina aún se cobra vidas Su letra, aunque es triste, ha pasado de generación en generación como una costumbre asumida, compartida entre quienes entienden que en la mina cualquier paso puede ser el último. En cada mina asturiana queda algo de todos los que bajaron a trabajar sin saber si volverían. El canto de Santa Bárbara no habla del pasado: sigue cantándose porque la herida sigue abierta. Lo que ocurrió en Cerredo no fue una excepción, fue la continuación de una historia que Asturias conoce demasiado bien. Una historia escrita a golpe de grisú, sudor y despedidas.

Abr 7, 2025 - 10:47
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Santa Bárbara Bendita, el himno que hizo inmortal el sacrificio de los mineros de Asturias

Santa Bárbara Bendita, el himno que hizo inmortal el sacrificio de los mineros de Asturias

Homenaje a los caídos - Cinco trabajadores perdieron la vida en Cerredo tras una explosión de grisú, en el accidente minero más grave en territorio asturiano desde 1995

Asturias inspeccionará “con carácter urgente” su Servicio de Minas tras la tragedia que costó cinco vidas en Cerredo

Cinco hombres bajaron al tercer nivel y no regresaron. La mina, otra vez, se tragó sus nombres como antes se tragó tantos otros. Asturias, que conoce demasiado bien el sonido de las sirenas en el monte, volvió a detenerse.

La minería, la vieja columna vertebral de las cuencas, volvió a crujir. Lo que ocurrió fue la expresión más cruda de un riesgo que nunca desaparece.

La mina vuelve a cerrarse sobre los suyos

El accidente en la mina de Cerredo, en la localidad asturiana de Degaña, dejó cinco muertos tras una explosión de grisú en el tercer nivel.

Fue el más grave desde el ocurrido en el pozo Nicolasa en 1995 y devolvió el luto a una comunidad que no olvida. Porque donde otros ven túneles, allí se habla de familia, de códigos, de un oficio que lo da todo incluso cuando no queda nada.

Santa Bárbara y la memoria minera que no permite el olvido

En 2022, ya se había alertado de deficiencias serias en esas instalaciones: extracción irregular, falta de personal, problemas con la maquinaria y licencias en entredicho. Nadie pensaba que la constanción de la dejadez llegaría con nombres propios: Iván, Amadeo, Rubén, Jorge y David.

Una forma colectiva de entender la pérdida

El sábado 5 de abril por la noche, el fútbol se detuvo en Gijón. Antes de que el balón rodara entre el Sporting y el Tenerife, el Coro Minero de Turón salió al césped. Allí, frente a miles de personas, entonaron rel himno minero Santa Bárbara bendita con un verso adaptado: murieron cinco mineros.

La letra, que habitualmente menciona a cuatro, cambió para rendir homenaje a los nombres grabados en Degaña. El estadio, de golpe, se convirtió en una mina más, con el mismo silencio que sigue a cada explosión.

La canción, convertida en emblema popular de los valles mineros, tiene sus orígenes en otra catástrofe. En 1949, una explosión en el pozo María Luisa, en Langreo, mató a 17 trabajadores.

De aquel dolor nació esta letra que habla de un minero ensangrentado que relata a su mujer Maruxina cómo han muerto varios compañeros. Desde entonces, el canto acompaña cada despedida, cada protesta, cada acto de memoria.

Más que un himno, Santa Bárbara bendita se ha convertido en la voz de un oficio que nunca se ha expresado con solemnidad, pero sí con contundencia. El dolor que recoge no es figurado ni abstracto. Es la realidad repetida en los valles de Asturias y León desde el siglo XVIII, cuando el carbón comenzó a extraerse y a marcar la vida de miles de familias.

La mina aún se cobra vidas

Su letra, aunque es triste, ha pasado de generación en generación como una costumbre asumida, compartida entre quienes entienden que en la mina cualquier paso puede ser el último.

En cada mina asturiana queda algo de todos los que bajaron a trabajar sin saber si volverían. El canto de Santa Bárbara no habla del pasado: sigue cantándose porque la herida sigue abierta.

Lo que ocurrió en Cerredo no fue una excepción, fue la continuación de una historia que Asturias conoce demasiado bien. Una historia escrita a golpe de grisú, sudor y despedidas.

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