Rusia está ganando a EEUU en la conquista por el Ártico. La clave: su flota de rompehielos y una fuerza "nuclear"
El Ártico, ese lugar inhóspito donde de cuando en cuando sale alguna noticia a la primera plana de los periódicos, debería ser un actor principal en los próximos años en clave geopolítica. En realidad, lo es desde hace tiempo, porque es muy posible que el futuro de la energía esté, literalmente, flotando en sus aguas gélidas. Eso lo sabe más de una nación. Por ejemplo, Rusia ha anunciado su decisión de poner su bandera en el enclave con una planta nuclear flotante. Y si cualquier nación, llámese Estados Unidos, quiere decir algo, va con mucho retraso. El calentamiento global y una competición. El deshielo acelerado en el Ártico ha convertido la región en un escenario de creciente competencia entre potencias globales. Con temperaturas que aumentan cuatro veces más rápido que en el resto del planeta, el derretimiento del hielo ha abierto nuevas rutas marítimas y facilitado el acceso a recursos estratégicos como petróleo, gas y minerales. Sin embargo, este fenómeno ha incrementado la demanda de rompehielos, barcos especializados en abrir paso en aguas congeladas. Aquí hay un ganador por goleada. Rusia ha dominado esta carrera durante años con una flota de decenas de rompehielos, incluidos varios de propulsión nuclear, algunos armados con cañones. China, aunque no es una nación propiamente “ártica”, también ha incrementado su presencia con cuatro rompehielos en operación y uno de última generación en construcción. En Directo al Paladar Este pequeño pueblo de Zamora es cero turístico, pero la gente se desvía de la A-6 para comer en su magnífico restaurante ¿Y Washington? Estados Unidos, en contraste, se enfrenta a una más que grave desventaja frente a Moscú en la competencia por el dominio del Ártico. ¿La razón? Una marcada disparidad en la cantidad y capacidad de sus rompehielos. Mientras que Rusia opera aproximadamente 40 de estos "monstruos", incluidos siete pesados de categoría polar y ocho propulsados por energía nuclear, Estados Unidos cuenta con solo un rompehielos pesado operativo, el Polar Star, con casi 50 años de antigüedad, y dos rompehielos de capacidad media: el Healy y el Storis (este último entrará en operación en Alaska el próximo año). La ecuación es clara: sin suficientes rompehielos, la Armada estadounidense tiene acceso limitado al Ártico solo durante los meses de verano, lo que restringe su capacidad de desplegar tropas y equipos militares en caso de conflicto, afectando especialmente la defensa de Alaska, donde se encuentra la 11.ª División Aerotransportada del Ejército. Intereses: estrategia y economía. Lo decíamos al inicio. Más allá de la defensa territorial, el acceso al Ártico se ha vuelto clave para la explotación de recursos naturales y la apertura de nuevas rutas comerciales, facilitadas por el derretimiento del hielo debido al cambio climático. Rusia, con su superioridad en la región, podría consolidar un dominio de facto sobre estos recursos antes que Estados Unidos, lo que ha generado temores en Washington. Además, el interés de Donald Trump en fortalecer la presencia estadounidense en el Ártico también se relaciona con su deseo de expandir el territorio del país, considerando incluso presionar económicamente a Canadá y Groenlandia para anexarlos o someterlos a mayor influencia. El rompehielos nuclear ruso "Taymyr" El fracaso estadounidense. Trump propuso adquirir 40 nuevos rompehielos para cerrar la brecha con Rusia, pero esta idea parece poco realista dado el estado actual de la industria naval estadounidense. Actualmente, Washington apenas logra avanzar en la construcción de tres nuevos rompehielos pesados, un proceso que ha sufrido importantes retrasos y sobrecostes. Desde el final de la Guerra Fría, el Ártico dejó de ser una prioridad para Estados Unidos, lo que llevó a la paralización del desarrollo de su flota. Finalmente y tras activarlo de nuevo, el programa Polar Security Cutters, iniciado en 2019, ha superado su presupuesto en un 60%, alcanzando los 5,1 mil millones de dólares, y la entrega de su primer buque, el Polar Sentinel, no se espera antes de 2030. La construcción de rompehielos se ha convertido, por tanto, en una especie de "arte perdida" en Estados Unidos, lo que agrava aún más el problema. Diferencias tecnológicas y poderío ruso. Aquí hay una de las claves. Los rompehielos requieren cascos reforzados y motores de gran potencia para abrirse paso a través del hielo, lo que implica un alto consumo de energía. Rusia ha resuelto este problema con su flota de rompehielos nucleares, únicos en el mundo, lo que le permite operar en el Ártico sin restricciones de combustible. En contraste, Estados Unidos carece completamente de este tipo de rompehielos nucleares, y aunque China planea desarrollar uno en el futuro, Washington no tiene proyectos similares en curso. En Xataka D

El Ártico, ese lugar inhóspito donde de cuando en cuando sale alguna noticia a la primera plana de los periódicos, debería ser un actor principal en los próximos años en clave geopolítica. En realidad, lo es desde hace tiempo, porque es muy posible que el futuro de la energía esté, literalmente, flotando en sus aguas gélidas. Eso lo sabe más de una nación. Por ejemplo, Rusia ha anunciado su decisión de poner su bandera en el enclave con una planta nuclear flotante. Y si cualquier nación, llámese Estados Unidos, quiere decir algo, va con mucho retraso.
El calentamiento global y una competición. El deshielo acelerado en el Ártico ha convertido la región en un escenario de creciente competencia entre potencias globales. Con temperaturas que aumentan cuatro veces más rápido que en el resto del planeta, el derretimiento del hielo ha abierto nuevas rutas marítimas y facilitado el acceso a recursos estratégicos como petróleo, gas y minerales. Sin embargo, este fenómeno ha incrementado la demanda de rompehielos, barcos especializados en abrir paso en aguas congeladas.
Aquí hay un ganador por goleada. Rusia ha dominado esta carrera durante años con una flota de decenas de rompehielos, incluidos varios de propulsión nuclear, algunos armados con cañones. China, aunque no es una nación propiamente “ártica”, también ha incrementado su presencia con cuatro rompehielos en operación y uno de última generación en construcción.
¿Y Washington? Estados Unidos, en contraste, se enfrenta a una más que grave desventaja frente a Moscú en la competencia por el dominio del Ártico. ¿La razón? Una marcada disparidad en la cantidad y capacidad de sus rompehielos. Mientras que Rusia opera aproximadamente 40 de estos "monstruos", incluidos siete pesados de categoría polar y ocho propulsados por energía nuclear, Estados Unidos cuenta con solo un rompehielos pesado operativo, el Polar Star, con casi 50 años de antigüedad, y dos rompehielos de capacidad media: el Healy y el Storis (este último entrará en operación en Alaska el próximo año).
La ecuación es clara: sin suficientes rompehielos, la Armada estadounidense tiene acceso limitado al Ártico solo durante los meses de verano, lo que restringe su capacidad de desplegar tropas y equipos militares en caso de conflicto, afectando especialmente la defensa de Alaska, donde se encuentra la 11.ª División Aerotransportada del Ejército.
Intereses: estrategia y economía. Lo decíamos al inicio. Más allá de la defensa territorial, el acceso al Ártico se ha vuelto clave para la explotación de recursos naturales y la apertura de nuevas rutas comerciales, facilitadas por el derretimiento del hielo debido al cambio climático. Rusia, con su superioridad en la región, podría consolidar un dominio de facto sobre estos recursos antes que Estados Unidos, lo que ha generado temores en Washington.
Además, el interés de Donald Trump en fortalecer la presencia estadounidense en el Ártico también se relaciona con su deseo de expandir el territorio del país, considerando incluso presionar económicamente a Canadá y Groenlandia para anexarlos o someterlos a mayor influencia.

El fracaso estadounidense. Trump propuso adquirir 40 nuevos rompehielos para cerrar la brecha con Rusia, pero esta idea parece poco realista dado el estado actual de la industria naval estadounidense. Actualmente, Washington apenas logra avanzar en la construcción de tres nuevos rompehielos pesados, un proceso que ha sufrido importantes retrasos y sobrecostes.
Desde el final de la Guerra Fría, el Ártico dejó de ser una prioridad para Estados Unidos, lo que llevó a la paralización del desarrollo de su flota. Finalmente y tras activarlo de nuevo, el programa Polar Security Cutters, iniciado en 2019, ha superado su presupuesto en un 60%, alcanzando los 5,1 mil millones de dólares, y la entrega de su primer buque, el Polar Sentinel, no se espera antes de 2030. La construcción de rompehielos se ha convertido, por tanto, en una especie de "arte perdida" en Estados Unidos, lo que agrava aún más el problema.
Diferencias tecnológicas y poderío ruso. Aquí hay una de las claves. Los rompehielos requieren cascos reforzados y motores de gran potencia para abrirse paso a través del hielo, lo que implica un alto consumo de energía. Rusia ha resuelto este problema con su flota de rompehielos nucleares, únicos en el mundo, lo que le permite operar en el Ártico sin restricciones de combustible.
En contraste, Estados Unidos carece completamente de este tipo de rompehielos nucleares, y aunque China planea desarrollar uno en el futuro, Washington no tiene proyectos similares en curso.
Rusia y China. Rusia ha mantenido un enfoque estratégico en el Ártico debido a la importancia de la región para su economía, ya que más del 80% de su producción de gas natural y el 20% de su producción de petróleo provienen de esta área. Moscú ha impulsado la apertura de la Ruta del Mar del Norte para facilitar el transporte de estos recursos hacia los mercados asiáticos y europeos, consolidando su influencia en la región.
Hay más, ya que a pesar de las sanciones impuestas por Occidente tras la invasión a Ucrania, que han dificultado la obtención de componentes clave como sistemas de propulsión y equipos de radar, Moscú sigue ampliando su ventaja. Su nuevo rompehielos nuclear Rossiya ha sufrido retrasos de tres años, pero el país sigue liderando en experiencia operativa y control territorial en el Ártico.
Además, ha encontrado en China un aliado clave. Pekín, con la mayor industria naval del mundo, ha comenzado a invertir en la construcción de rompehielos y a proporcionar tecnología a Moscú, lo que aumenta su propio interés en la región polar. Un dato revelador: un astillero chino tardó solo dos años en construir un rompehielos recientemente, mientras que Estados Unidos apenas ha comenzado a trabajar en su nuevo modelo, cinco años después de adjudicar el contrato.
Impacto en la economía. Es otra de las patas a tratar. El déficit de rompehielos también afecta la economía de Estados Unidos en otras regiones, como los Great Lakes y el Atlántico Norte, donde la falta de capacidad de estas embarcaciones ha causado pérdidas económicas de miles de millones de dólares y la eliminación de miles de empleos. A pesar de la urgencia de modernizar su flota, Estados Unidos enfrenta limitaciones industriales que hacen improbable una solución a corto plazo.
Las soluciones estadounidenses. Así las cosas y ante la incapacidad de la industria naval estadounidense para producir rompehielos a la velocidad requerida, una alternativa sería adquirirlos en el extranjero. Países como Canadá, Islandia y Corea del Sur tienen la capacidad y la experiencia en la construcción de estos barcos. Por ejemplo, Canadá ha encargado 16 rompehielos de 8.987 toneladas a un astillero en Vancouver por 9,9 mil millones de dólares. Además, los aliados de la OTAN poseen más de una docena de rompehielos polares que podrían respaldar a Estados Unidos en caso de un conflicto.
¿El problema? Que comprar rompehielos en el extranjero presenta a su vez serios desafíos políticos. La idea de adquirir barcos construidos fuera de Estados Unidos enfrenta una fuerte resistencia en el Congreso y en la opinión pública, especialmente bajo la administración Trump, la misma que ha impuesto tarifas comerciales a Canadá y ha expresado esas ambiciones de "anexión económica" sobre el país. Un obstáculo que hace que una cooperación con aliados en la construcción de rompehielos sea difícil de concretar.
Perder influencia. Así las cosas, la falta de rompehielos en Estados Unidos no solo afecta su capacidad de operar en el Ártico, sino que también lo coloca en una posición de desventaja frente a Rusia y China en un momento en que la región se vuelve cada vez más estratégica. Mientras Moscú y Pekín consolidan su presencia y expanden sus capacidades, Washington sigue atrapado en un proceso lento, costoso y plagado de obstáculos políticos e industriales.
Con un sistema de construcción naval debilitado, sobrecostes enormes y años de retraso en nuevos proyectos, Washington no tiene una solución inmediata para cerrar la brecha con Moscú. A menos que se tomen medidas drásticas, como la compra de rompehielos en el extranjero o una reestructuración masiva de su industria naval, la supremacía rusa en el Ártico seguirá creciendo, con graves implicaciones para la seguridad y los intereses estratégicos de la nación.
Imagen | GRID-Arendal
En Xataka | El futuro de la energía está flotando en el Ártico: el as bajo la manga de Rusia es una planta nuclear
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Rusia está ganando a EEUU en la conquista por el Ártico. La clave: su flota de rompehielos y una fuerza "nuclear"
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Xataka
por
Miguel Jorge
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