Refugiados en Sevilla: una Historia de generosidad

Sanlúcar la Mayor es un pequeño pueblo del Área Metropolitana de Sevilla; con 13.000 habitantes, al que recientemente han llegado 120 refugiados, en su mayoría de Mali, para ser acogidos en una antigua residencia salesiana, bajo la organización y supervisión de CEAR, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado. Están, por lo tanto, en situación reglada y a la espera de su reubicación definitiva y puesta en marcha de planes que les permitan desarrollar su vida en España, tras haber huido de la guerra. Confieso que me preocupé los primeros días, porque la ultraderecha lanzó una campaña llena de epítetos que no voy a repetir. Además, corrió como la pólvora un vídeo afirmando que "mientras los españoles trabajan, los inmigrantes ilegales recién alojados en una residencia de lujo, echan una pachanga al fútbol". Ni son ilegales ni es una residencia de lujo; pero dispara, que pensar con la barriga está de moda. Cada mañana, muchos de ellos usan el tren de Cercanías para desplazarse a Sevilla y he tenido ocasión de hablar con varios, en una curiosa pero práctica mezcla de francés, inglés y español. Cada cual lleva su historia oficial en una carpeta, pero la vida real es mucho más dura. El fantasma de la guerra les persigue. Para nada me he sentido incómodo a su lado. Al contrario, siento cierto orgullo de que la sociedad andaluza les acoja en esta pequeña población y que inicien un camino que les permita vivir en libertad. Tenemos que estar orgullosos de ello. En ese mismo tren a Sevilla, también aprovecho para leer. Mi última lectura ha sido "Síndrome 1933", ensayo de Siegmund Ginzberg, periodista e intelectual italiano, que analiza el ascenso del nazismo en Alemania y establece paralelismos con la situación actual; tanto por las excentricidades del presidente Trump y sus muchachos, como por los vaivenes de una Europa que no encuentra rumbo conjunto y claro. Hace 92 años, los judíos eran los culpables de todo y hasta se comían las mascotas de los alemanes. —¿Les suena?— No había delito de los que no fueran autores o inductores, según la prensa oficial. Hoy se repiten los argumentos: los responsables de la crisis de valores de la sociedad occidental son quienes vienen de fuera. Los de dentro son puros e inmaculados. "Lo que importa de una mentira no es su veracidad ni su verosimilitud, sino las emociones que despierta" —dice Ginzberg. También he leído "Las Fuerzas Contrarias", de Lorenzo Silva. En un momento de la investigación de un asesinato, el subteniente de la Guardia Civil Bevilacqua recibe el siguiente consejo de su fiel brigada Virginia Chamorro: "Vives en un país y una época donde hagas lo que hagas, digas lo que digas y sea cual sea tu motivo siempre vas a ofender a alguien". Y me pone triste que, entonces, la verdad, la solidaridad y la fraternidad estén en entredicho y nos entretengamos en refriegas internas, mientras el mundo cambia, como los viajeros de primera clase del Titanic, que ocuparon todos los...

Mar 21, 2025 - 07:37
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Refugiados en Sevilla: una Historia de generosidad
Sanlúcar la Mayor es un pequeño pueblo del Área Metropolitana de Sevilla; con 13.000 habitantes, al que recientemente han llegado 120 refugiados, en su mayoría de Mali, para ser acogidos en una antigua residencia salesiana, bajo la organización y supervisión de CEAR, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado. Están, por lo tanto, en situación reglada y a la espera de su reubicación definitiva y puesta en marcha de planes que les permitan desarrollar su vida en España, tras haber huido de la guerra. Confieso que me preocupé los primeros días, porque la ultraderecha lanzó una campaña llena de epítetos que no voy a repetir. Además, corrió como la pólvora un vídeo afirmando que "mientras los españoles trabajan, los inmigrantes ilegales recién alojados en una residencia de lujo, echan una pachanga al fútbol". Ni son ilegales ni es una residencia de lujo; pero dispara, que pensar con la barriga está de moda. Cada mañana, muchos de ellos usan el tren de Cercanías para desplazarse a Sevilla y he tenido ocasión de hablar con varios, en una curiosa pero práctica mezcla de francés, inglés y español. Cada cual lleva su historia oficial en una carpeta, pero la vida real es mucho más dura. El fantasma de la guerra les persigue. Para nada me he sentido incómodo a su lado. Al contrario, siento cierto orgullo de que la sociedad andaluza les acoja en esta pequeña población y que inicien un camino que les permita vivir en libertad. Tenemos que estar orgullosos de ello. En ese mismo tren a Sevilla, también aprovecho para leer. Mi última lectura ha sido "Síndrome 1933", ensayo de Siegmund Ginzberg, periodista e intelectual italiano, que analiza el ascenso del nazismo en Alemania y establece paralelismos con la situación actual; tanto por las excentricidades del presidente Trump y sus muchachos, como por los vaivenes de una Europa que no encuentra rumbo conjunto y claro. Hace 92 años, los judíos eran los culpables de todo y hasta se comían las mascotas de los alemanes. —¿Les suena?— No había delito de los que no fueran autores o inductores, según la prensa oficial. Hoy se repiten los argumentos: los responsables de la crisis de valores de la sociedad occidental son quienes vienen de fuera. Los de dentro son puros e inmaculados. "Lo que importa de una mentira no es su veracidad ni su verosimilitud, sino las emociones que despierta" —dice Ginzberg. También he leído "Las Fuerzas Contrarias", de Lorenzo Silva. En un momento de la investigación de un asesinato, el subteniente de la Guardia Civil Bevilacqua recibe el siguiente consejo de su fiel brigada Virginia Chamorro: "Vives en un país y una época donde hagas lo que hagas, digas lo que digas y sea cual sea tu motivo siempre vas a ofender a alguien". Y me pone triste que, entonces, la verdad, la solidaridad y la fraternidad estén en entredicho y nos entretengamos en refriegas internas, mientras el mundo cambia, como los viajeros de primera clase del Titanic, que ocuparon todos los...