Que te guste el K-Pop no está mal, el bullying sí: carta para quienes han sido juzgados por lo que aman

El bullying no es un malentendido. No es una “broma”, ni una “lección de vida”, ni un simple “así son los niños”. Es violencia. Y la violencia deja marcas que no siempre se ven. En México, 7 de cada 10 niños y adolescentes sufren acoso escolar. Siete de cada diez. No es solo un número, […]

Feb 18, 2025 - 00:19
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Que te guste el K-Pop no está mal, el bullying sí: carta para quienes han sido juzgados por lo que aman

El bullying no es un malentendido. No es una “broma”, ni una “lección de vida”, ni un simple “así son los niños”. Es violencia. Y la violencia deja marcas que no siempre se ven.

En México, 7 de cada 10 niños y adolescentes sufren acoso escolar. Siete de cada diez. No es solo un número, es una realidad que golpea fuerte. Dentro de esa realidad, los gustos personales se han convertido en un motivo más para que alguien se sienta con derecho a humillar, golpear o arruinarle la vida a otro. Como si el fanatismo por una banda, un idioma o una cultura fuera una provocación, una ofensa imperdonable.

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Carta para quienes han sido avergonzados por lo que aman

Fátima, 13 años. Amaba el K-Pop. Por meses, sufrió burlas y hostigamiento de sus compañeros. Lo denunció. La escuela lo ignoró. Nadie hizo nada hasta que su cuerpo cayó desde un segundo piso y su vida cambió para siempre.

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Una niña que solo quería disfrutar su música hoy enfrenta un futuro incierto porque la violencia encontró el mejor aliado: la indiferencia.

El problema no es el K-Pop. No es el anime, los cómics, los videojuegos o cualquier otra afición que alguna vez ha sido ridiculizada. El problema es la intolerancia disfrazada de “así son las cosas”. El problema es la inacción de las escuelas, el silencio de quienes ven y no dicen nada, la normalización del sufrimiento ajeno. El problema es que todavía hay personas que creen que la víctima tiene la culpa, que debe “aguantar” o “defenderse” sola.

Pero nadie debería estar solo en esto. Nadie debería sentirse culpable por ser quien es. Nadie debería temer que su música favorita lo convierta en blanco de agresión.

El bullying no necesita justificación, porque no la tiene. Pero la indiferencia siempre la encuentra.

La pregunta es: ¿cuántas veces más la vamos a aceptar?


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