Patagonia al rojo vivo. El papel del equipamiento en la lucha contra el fuego y la disparidad de herramientas con otros países

Los incendios forestales en Neuquén, Río Negro y Chubut ya devoraron más de 36.000 hectáreas; cómo luchan otras naciones con territorios boscosos

Feb 16, 2025 - 03:32
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Patagonia al rojo vivo. El papel del equipamiento en la lucha contra el fuego y la disparidad de herramientas con otros países

SAN CARLOS DE BARILOCHE.– Los incendios forestales que se desataron este verano en las provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut llevan arrasadas más de 36.000 hectáreas. Con tres focos activos en los parques nacionales Lanín y Nahuel Huapi (que lleva más de siete semanas prendido) y en El Bolsón, surgen algunas preguntas: ¿está la Argentina preparada para enfrentar estos eventos?, ¿es suficiente el equipamiento con el que cuentan los brigadistas?, ¿cómo se encara el combate del fuego en otros países?

En plena crisis y con dos frentes abiertos en Río Negro (el incendio que comenzó en diciembre pasado en el lago Los Manzanos y avanzó hacia el Manso inferior, así como el desatado en Confluencia, cerca de Mallín Ahogado, donde se quemaron más de 130 viviendas), el coordinador general del Servicio de Prevención y Lucha Contra Incendios Forestales (Splif), Orlando Báez, le dijo hace unos días a LA NACIÓN: “Tratamos de administrar los recursos haciendo un juego de ajedrez. Hoy hay fuego en todas las provincias patagónicas. Por eso creo que no solo Río Negro, sino toda la Argentina debiera tener aeronaves pesadas con mayor capacidad de descarga de agua, así como maquinarias viales, para poder dar otro tipo de respuesta. Los helicópteros pesados, por ejemplo, son mucho más maniobrables en la zona de montaña y con capacidad de descarga de unos 4000 litros de agua”.

A minutos de ser nombrado como reemplazante de Ana Lamas, el nuevo subsecretario de Ambiente de la Nación, Fernando Jorge Brom, afirmó: “Hay que trabajar mucho y lo que hay que hacer es tratar de prevenir, evidentemente no lo hemos hecho bien”. El flamante funcionario agregó: “Yo creo que es un reconocimiento a tareas que deben tener no solamente una previsión, sino un presupuesto adecuado; lo tienen, pero muchas veces no están los recursos en el lugar que tienen que estar, en el momento que tienen que estar”.

En ese sentido, este diario consultó al subsecretario de Apoyo Federal a Emergencias del Ministerio de Seguridad Nacional, Santiago Hardie. En relación con el equipamiento actual, indicó: “El Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF), a cargo del Ministerio de Seguridad Nacional, para colaborar con las jurisdicciones en caso de incendios forestales tiene desplegados 140 brigadistas que se distribuyen en tres brigadas nacionales: Sur, Centro y Noreste Argentino (NEA), con alrededor de 70 vehículos. Además, el SNMF tiene desplegadas 23 aeronaves entre aviones hidrantes y helicópteros”. Estas últimas (11 aviones y 12 helicópteros) son de empresas privadas: el SNMF las contrata por la temporada de incendios. Hardie sumó que el equipo técnico del SNMF hace seguimiento y evaluación de condiciones para generar información útil para la toma de decisiones y planificación, previo a los eventos y durante un evento en particular.En Quillén, Neuquén, se utilizaron helicópteros con helibalde para tratar de controlar los incendios del bosque

También Hernán Giardini, coordinador de la campaña de bosques de Greenpeace, se refirió al equipamiento: “La crisis climática exige prepararse para un aumento de los incendios y la dirigencia política debe dejar de negar o subestimar esta situación. Se precisa mucha más prevención, brigadistas e infraestructura, tanto a nivel nacional como en las provincias, para dar respuesta rápida a los múltiples focos que luego se vuelven incontrolables. El viento, la sequía y los pinos exóticos aumentan los riesgos”.

Asimismo, hay que tener en cuenta que, de acuerdo con el Monitor Ambiental del Presupuesto publicado en octubre de 2024 por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), las partidas de manejo del fuego dentro del presupuesto nacional tuvieron una caída del 30,8% en comparación con el año anterior y pasaron a representar un 0,015% del presupuesto.

Cada provincia es la que debe coordinar el combate de un incendio forestal que se desate en su territorio, con el apoyo de Parques Nacionales, en el caso de desarrollarse en un área protegida. En algunos casos, el fuego se sale de control y se producen los denominados Grandes Incendios Forestales (GIF): se trata de eventos con un comportamiento tal que los hace permanecer fuera de la capacidad de extinción durante un periodo de tiempo extenso y solo brindan pocos puntos de oportunidad para realizar alguna tarea de control efectiva. En esos casos, se convoca al SNMF y a otras instituciones, que actúan en apoyo.

El incendio que comenzó el 30 de enero pasado en Confluencia, en las afueras de El Bolsón, es coordinado por el Splif. En toda la provincia de Río Negro, esa organización estatal creada en 1987 cuenta hoy con 12 autobombas, 18 camionetas un drone (y dos en proceso de compra), unas 50 motosierras entre todas las centrales (ubicadas en San Carlos de Bariloche, El Bolsón y General Conesa), 160 brigadistas de campo y ningún medio aéreo propio. En la zona trabajan por estos días unos 120 brigadistas (del Splif y otras brigadas), al tiempo que operan dos helicópteros contratados por el SNMF con helibalde (y uno del Ejército que se utiliza para transportar brigadistas) y dos aviones hidrantes privados.

En tanto, desde Parques Nacionales informaron que cuentan actualmente con 400 brigadistas, 25 drones, 29 camiones autobombas y 30 camionetas con kit de ataque rápido de incendio. Del mismo modo, tienen un sistema de cámaras domo y centrales de monitoreo en algunas áreas protegidas con riesgo alto de incendios, como Nahuel Huapi. Sumaron que se realizan sobrevuelos con aviones vigías para detectar columnas de humo luego del paso de tormentas eléctricas: eso se implementa mayormente en temporada alta en la región Patagonia.

El combate del fuego en otros países

Frente a ese panorama, vale preguntarse cómo es la situación en otros países. Canadá, Estados Unidos, España, Portugal y Chile están entre los referentes en materia de combate de incendios forestales. De todos modos, un técnico de Parques que fue combatiente de incendios y que lleva más de 25 años analizando el comportamiento de los incendios indica: “Comparativamente, Columbia Británica en Canadá tiene miles de combatientes y una flota de medios aéreos que ni se compara con la de Argentina. Sin embargo, en todo Canadá durante la temporada pasada se quemaron 18 millones de hectáreas”.

Y agrega: “El régimen de fuego tiene que ver con la acumulación de biomasa de los ambientes. Llega un punto en que determinado ambiente tiene tal acumulación de biomasa que desata incendios imparables. En la Argentina no se perdió eficacia del ataque inicial, sino que muy pocos incendios que no son detenidos en esa etapa se convierten en grandes incendios. Y cuando cambian de escala, son casi incombatibles, acá o en Canadá”.

De todos modos, quienes trabajan desde hace años en el Splif o en áreas protegidas reconocen que se trabajaría mejor con más y mejores recursos, tanto humanos como de equipamiento. Pero aclaran que no hay que caer “en la falsa creencia de que por tener un tremendo sistema de combate de incendios se va a hacer una mejor gestión del fuego”. De hecho, al referirse a lo que se conoce como “la paradoja del fuego” (the fire paradox), desde la Advanced Fire Analysis Network subrayan que “a pesar de la gran inversión en esfuerzos de extinción de incendios, los incendios forestales son cada vez más grandes y más intensos”.

Es lo que vienen señalando diferentes expertos en ecología del fuego. “Para la mitad del siglo XXI, se espera un incremento de dos o tres veces en las probabilidades de incendios y, hacia fines de siglo, de seis veces. La Patagonia es un sistema muy sensible a la variación climática y vamos a tener aumento de temperatura y disminución de las precipitaciones, dos condimentos que son perfectos para el fuego. En vez de ocurrir una vez por década aproximadamente, los incendios de gran magnitud podrían repetirse en la región cada cinco o cada dos años dependiendo del escenario climático esperado”, advirtió Thomas Kitzberger, investigador del Conicet en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma).

“El escenario futuro es cada vez más complejo en relación al manejo del fuego y al combate de incendios debido, fundamentalmente a dos aspectos, el cambio climático y el aumento del interfaz urbano silvestre. Se prevé que, debido al cambio climático, aumenten las condiciones de peligro meteorológico, lo que puede significar que haya más cantidad de días de la temporada con condiciones para incendios forestales y aunque no aumente la frecuencia si pudiera aumentar su severidad”, subrayan Marcelo Bari y Anabella Carp, quienes redactadon el Plan de Manejo del Fuego 2024-2028 de los parques Nahuel Huapi y Los Arrayanes.

Causas humanas y tormentas

Y si bien el 95% de los incendios forestales se deben a causas humanas, también se registra en esta región un incremento de las tormentas eléctricas, causantes de incendios naturales: como en otras oportunidades en los últimos años, fue un rayo el que desató el incendio que se mantiene ahora activo en el Parque Nacional Nahuel Huapi.

A eso se suman factores como el aumento en la cantidad de visitantes y de habitantes en las áreas protegidas y en las zonas boscosas turísticas. En ese sentido, el combate de incendios forestales debiera ser tomado, tal como advierten los expertos, como un servicio público, igual que la salud y la educación. En paralelo, también los tendidos eléctricos precarios y mal mantenidos en la Comarca Andina se ubican entre los causantes de incendios forestales.

Así, muchos especialistas siguen poniendo el acento en la falta de políticas a nivel nacional. Gustavo Romero, excoordinador regional del Plan Nacional de Manejo del Fuego, habla de una “emergencia mal gestionada” y compara: “En Estados Unidos, la Agencia Forestal dispone de más de 100 aeronaves, incluyendo grandes aviones cisterna como el DC-10 y el Boeing 747, con capacidades de carga de hasta 75.000 litros de agua. En España, el dispositivo de incendios forestales cuenta con cerca de 70 aviones y helicópteros distribuidos estratégicamente en todo el país, lo que permite una respuesta rápida y eficaz ante emergencias”.

Al observar qué sucede en otros estados, aparece Chile, un país con una geografía y un desarrollo similares a los de Argentina. Consultado por LA NACIÓN, un ingeniero forestal que trabajó durante más de 30 años en el Splif asegura que Chile “nos lleva 50 años de ventaja”. Si bien considera que en la zona de norpatagonia hay una cantidad importante y “suficiente” de brigadistas muy bien preparados –muchos de ellos formados incluso por la Corporación Nacional Forestal (Conaf) de Chile–, remarca que en el país trasandino las universidades investigan el tema de los incendios forestales desde hace años, poseen mapas con los tipos de combustible de todo el país, realizan campañas de prevención a nivel nacional y tienen más de 70 medios aéreos propios.

El Plan de Acción 2024-2025 de Prevención, Mitigación y Control de Incendios de la Conaf lanzado por el presidente Gabriel Boric incorpora 77 aeronaves, entre ellas, dos aviones tanqueros de 15.000 litros y helicópteros pesados de 10.000 litros, así como el despliegue de 311 brigadas a nivel nacional: eso significa más de 3.000 brigadistas. A su vez, en momentos de emergencias se activan más recursos aéreos contratados a través del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred), y los recursos aportados por las empresas forestales.

“El éxito que tenemos en materia de combate de incendios forestales tiene que ver con un trabajo de muchos años. Se accedió a capacitación y perfeccionamiento internacional, y se nutrió de equipamiento. El principal crecimiento se ha dado, lamentablemente, a partir de grandes emergencias, como la de Valparaíso en 2014, donde se quemaron muchas casas. Y particularmente los incendios de 2017 en el sur del país, que dieron lugar a un mejoramiento forzoso: empezó a aparecer la necesidad de utilizar sistemas de prognosis que permitieran saber los avances del fuego, por ejemplo. También se entendió que los recursos que existían hasta ese momento no eran suficientes para enfrentar los incendios que se estaban presentando en el país”, contó un miembro del Departamento de Prevención de Incendios Forestales de la Conaf.

Y agregó: “Se creció así en número de brigadistas, aeronaves de distinto tipo. Eso permitió aplicar la técnica de golpe único, técnicas de recursos coordinados y fortalecer la coordinación público-privada, porque hay entre 3 y 4 millones de hectáreas que pertenecen a empresas forestales, que tienen su propio sistema de protección implementado. Hemos mejorado en investigación de las causas, en técnicas de prevención y mitigación, en técnicas de combate, pero las condiciones ambientales nos exigen seguir mejorando”.

En definitiva, la Argentina necesita de una mayor disponibilidad de recursos para una mejor gestión del fuego, de una mayor inversión en equipamiento, de una mayor protección de viviendas y de una mayor prevención (entre habitantes y visitantes), especialmente en zonas de interfaz urbano-forestal. Bari, analista técnico del parque Nahuel Huapi, concluye: “La realidad indica que es inevitable que los Grandes Incendios Forestales sucedan, por lo que el abordaje que requiere esta problemática es asumir que va a suceder en algún momento y, por lo tanto, tomar acciones que podrían mitigar sus efectos no deseados”.