César Azpilicueta, defensa del
Atlético de Madrid hizo una entrada muy fea a
Raphinha en el minuto 5 de la semifinal de
Copa.
Munuera Montero le mostró la tarjeta amarilla y, por ello, el colegiado andaluz se ganó la bronca del público y la indignación del defensa navarro. No entendían que, tan pronto en el partido, el árbitro pusiese un listón tan bajo para mostrar cartulinas. Cuando vimos la repetición, los televidentes supimos que el colegiado quizá se había quedado corto. También lo entendió así
Juan Martínez Munuera, el árbitro de
VAR que llamó la atención a su compañero de césped, mientras
Raphinha seguía doliéndose de los tacos de Azpilicueta en el gemelo. La forma con la que
Munuera Montero avisó a compañero era, por un lado, de un colegueo excesivo (“oye tío, vente a verla”) y, por la otra, juzgaba de una forma evidente (“hay unos tacos en el gemelo, con la pierna extendida”). Y entre los
Munuera estuvo el lío. Uno lo hace ir a la pantalla para que entienda que debe expulsar a Azpilicueta y el otro, en el campo, busca una imagen para justificar no hacerlo. Se destaca al árbitro de campo su valentía por mantener su criterio, pero el error fue de bulto. La roja era clarísima, pero no quiso dejar al Atlético de Madrid con uno menos y, en cambio, arrastró ese error durante todo el encuentro. Rodrigo de Paul (también sobre
Raphinha) y Molina (sobre Éric) también vieron amarillas justas por ir al tobillo del oponente. Si hubiese hecho caso del VAR, quizá
Munuera Montero se habría ahorrado poner otra muesca en su lista de malos arbitrajes.
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