Oscuros y absurdos secretos de Palacio: el nuevo libro que la Casa Real británica no quiere que leas
Tom Quinn vuelve a la carga, y esta vez lo hace con un arsenal de testimonios que prometen hacer temblar las paredes de Buckingham. Quienes siguen con pasión las peripecias de la Familia Real británica ya saben que, cada cierto tiempo, una nueva obra del escritor británico especializado en la realeza promete desvelar sus secretos mejor guardados. Sin embargo, lo que hace que 'Sí, señora. La vida secreta de los sirvientes reales' ('Yes, Ma'am: The Secret Life of Royal Servants') sea un fenómeno antes incluso de su publicación, es su fuente: los trabajadores de Palacio. Aquellos que han visto y escuchado todo, y que ahora, por fin, se han atrevido a hablar. Quinn no es un desconocido en el mundo de los relatos palaciegos. Su trayectoria como autor y periodista especializado en los Windsor le ha convertido en una suerte de biógrafo no oficial de los entresijos de la monarquía británica. Con un estilo incisivo y una capacidad inigualable para desenterrar historias , Quinn ha construido un retrato en el que los Windsor aparecen desprovistos de la pátina dorada con la que suelen ser presentados al público. El libro, que verá la luz el próximo 18 de febrero, ya ha desatado un vendaval mediático. Y no es para menos: entre sus páginas se encuentran las confesiones de antiguos empleados de la Casa Real , testigos directos de lo que ocurre cuando las cámaras se apagan. Desde los ataques de ira del Rey Carlos III hasta los esfuerzos de Kate Middleton por contener los berrinches del Príncipe Guillermo , las revelaciones dibujan un retrato que dista mucho de la imagen impoluta que la institución se esfuerza en mantener. Uno de los testimonios más comentados es el que describe el carácter «caprichoso» de Guillermo. Según Quinn, el heredero al trono es propenso a las rabietas, al punto de que Kate ha llegado a referirse a él como su «cuarto hijo». «No sé qué sería de Guillermo sin Kate», asegura un sirviente citado en el libro. «Ella no ha tenido todo servido en la vida, así que sabe manejarlo cuando tiene uno de sus arranques». Esta afirmación desmontaría la imagen de estabilidad y templanza que el príncipe ha cultivado con esmero. El libro sugiere que esta actitud es heredada de su padre, y recuerda el famoso episodio en el que Carlos III, molesto por una mancha de tinta de su pluma, desató un ataque de furia que dejó atónitos a sus asistentes. «¡Odio esta maldita cosa!», gritó el monarca mientras apartaba con brusquedad el objeto, una imagen que el público presenció ya que estaba frente a las cámaras. Pero si hay un capítulo que promete hacer correr ríos de tinta, es el dedicado a la llegada de Meghan Markle a la Familia Real. Según los testimonios recogidos, la actriz californiana supuso un terremoto en la rígida estructura de Palacio. Sus saludos efusivos, repletos de abrazos y besos en la mejilla, resultaron desconcertantes para los Windsor, al punto de que algunos empleados rumoreaban que coqueteaba con el Príncipe Guillermo . «Se abrazaba con todo el mundo. No es el estilo de la familia real», señala una fuente del libro. Aunque el propio Quinn señala que esta suposición es absurda, también deja claro que el choque cultural exacerbó la brecha entre los hermanos. El libro también recoge testimonios sobre la actitud de la familia real ante el matrimonio de Harry con Meghan. Según los testimonios recogidos por Quinn, la unión fue vista como algo aceptable sólo porque Harry era el «sobrante» de la familia. «Si el novio hubiera sido Guillermo, jamás lo habrían permitido», asegura uno de los entrevistados. Además, se detallan las dificultades que la duquesa de Sussex encontró para encajar en un entorno donde la calidez y la espontaneidad eran vistas con recelo. «Meghan se sintió desplazada desde el principio. Se esperaba que encajara en un molde predefinido y no estaba dispuesta a hacerlo», explica un antiguo trabajador de palacio. El Príncipe Andrés tampoco escapa a las páginas de 'Sí, señora'. Se cuenta que, en una recepción oficial, sintió arcadas al ver el lunar en la cara de un invitado, un gesto que resume el clasismo imperante en ciertos sectores de la realeza. «Lo vi con mis propios ojos. Hizo una mueca de asco y giró la cara con un gesto de repulsión», detalla un testigo en el libro. Andrés, además, sigue siendo una figura controvertida por sus vínculos con Jeffrey Epstein , el financiero ya fallecido que fue condenado por tráfico sexual. Quinn recoge testimonios de empleados que describen cómo Andrés exigía que su peluche favorito estuviera perfectamente alineado en su dormitorio cada noche. «Era como un niño grande con una personalidad difícil», afirma un asistente anónimo. Y en cuanto a la Reina Camila , el libro la retrata como una figura temida por los príncipes Guillermo y Harry, quienes, en su juventud, la apodaban «la bruja del oeste» y «Lady Macbeth». Unas denominaciones que reflejan la hostilidad inicial que la ahora reina consorte inspiraba en los hijos de Diana . «Siempre nos pareció una intrusa», se
Tom Quinn vuelve a la carga, y esta vez lo hace con un arsenal de testimonios que prometen hacer temblar las paredes de Buckingham. Quienes siguen con pasión las peripecias de la Familia Real británica ya saben que, cada cierto tiempo, una nueva obra del escritor británico especializado en la realeza promete desvelar sus secretos mejor guardados. Sin embargo, lo que hace que 'Sí, señora. La vida secreta de los sirvientes reales' ('Yes, Ma'am: The Secret Life of Royal Servants') sea un fenómeno antes incluso de su publicación, es su fuente: los trabajadores de Palacio. Aquellos que han visto y escuchado todo, y que ahora, por fin, se han atrevido a hablar. Quinn no es un desconocido en el mundo de los relatos palaciegos. Su trayectoria como autor y periodista especializado en los Windsor le ha convertido en una suerte de biógrafo no oficial de los entresijos de la monarquía británica. Con un estilo incisivo y una capacidad inigualable para desenterrar historias , Quinn ha construido un retrato en el que los Windsor aparecen desprovistos de la pátina dorada con la que suelen ser presentados al público. El libro, que verá la luz el próximo 18 de febrero, ya ha desatado un vendaval mediático. Y no es para menos: entre sus páginas se encuentran las confesiones de antiguos empleados de la Casa Real , testigos directos de lo que ocurre cuando las cámaras se apagan. Desde los ataques de ira del Rey Carlos III hasta los esfuerzos de Kate Middleton por contener los berrinches del Príncipe Guillermo , las revelaciones dibujan un retrato que dista mucho de la imagen impoluta que la institución se esfuerza en mantener. Uno de los testimonios más comentados es el que describe el carácter «caprichoso» de Guillermo. Según Quinn, el heredero al trono es propenso a las rabietas, al punto de que Kate ha llegado a referirse a él como su «cuarto hijo». «No sé qué sería de Guillermo sin Kate», asegura un sirviente citado en el libro. «Ella no ha tenido todo servido en la vida, así que sabe manejarlo cuando tiene uno de sus arranques». Esta afirmación desmontaría la imagen de estabilidad y templanza que el príncipe ha cultivado con esmero. El libro sugiere que esta actitud es heredada de su padre, y recuerda el famoso episodio en el que Carlos III, molesto por una mancha de tinta de su pluma, desató un ataque de furia que dejó atónitos a sus asistentes. «¡Odio esta maldita cosa!», gritó el monarca mientras apartaba con brusquedad el objeto, una imagen que el público presenció ya que estaba frente a las cámaras. Pero si hay un capítulo que promete hacer correr ríos de tinta, es el dedicado a la llegada de Meghan Markle a la Familia Real. Según los testimonios recogidos, la actriz californiana supuso un terremoto en la rígida estructura de Palacio. Sus saludos efusivos, repletos de abrazos y besos en la mejilla, resultaron desconcertantes para los Windsor, al punto de que algunos empleados rumoreaban que coqueteaba con el Príncipe Guillermo . «Se abrazaba con todo el mundo. No es el estilo de la familia real», señala una fuente del libro. Aunque el propio Quinn señala que esta suposición es absurda, también deja claro que el choque cultural exacerbó la brecha entre los hermanos. El libro también recoge testimonios sobre la actitud de la familia real ante el matrimonio de Harry con Meghan. Según los testimonios recogidos por Quinn, la unión fue vista como algo aceptable sólo porque Harry era el «sobrante» de la familia. «Si el novio hubiera sido Guillermo, jamás lo habrían permitido», asegura uno de los entrevistados. Además, se detallan las dificultades que la duquesa de Sussex encontró para encajar en un entorno donde la calidez y la espontaneidad eran vistas con recelo. «Meghan se sintió desplazada desde el principio. Se esperaba que encajara en un molde predefinido y no estaba dispuesta a hacerlo», explica un antiguo trabajador de palacio. El Príncipe Andrés tampoco escapa a las páginas de 'Sí, señora'. Se cuenta que, en una recepción oficial, sintió arcadas al ver el lunar en la cara de un invitado, un gesto que resume el clasismo imperante en ciertos sectores de la realeza. «Lo vi con mis propios ojos. Hizo una mueca de asco y giró la cara con un gesto de repulsión», detalla un testigo en el libro. Andrés, además, sigue siendo una figura controvertida por sus vínculos con Jeffrey Epstein , el financiero ya fallecido que fue condenado por tráfico sexual. Quinn recoge testimonios de empleados que describen cómo Andrés exigía que su peluche favorito estuviera perfectamente alineado en su dormitorio cada noche. «Era como un niño grande con una personalidad difícil», afirma un asistente anónimo. Y en cuanto a la Reina Camila , el libro la retrata como una figura temida por los príncipes Guillermo y Harry, quienes, en su juventud, la apodaban «la bruja del oeste» y «Lady Macbeth». Unas denominaciones que reflejan la hostilidad inicial que la ahora reina consorte inspiraba en los hijos de Diana . «Siempre nos pareció una intrusa», se cita en el libro a una fuente cercana a los Príncipes. También se detalla la profunda frustración de Camila con el protocolo real. «Odiaba la rigidez de la corte y solía decirle a Carlos: 'Esto es una tontería'», aseguró un asistente. Las revelaciones de Quinn vuelven a poner de manifiesto la desconexión de los Windsor con la realidad cotidiana. Desde exigencias absurdas como la forma exacta en la que debe colocarse la pasta de dientes en el cepillo del Rey, hasta la profunda aversión de Camila por las costumbres protocolarias, el retrato que emerge de 'Sí, señora' es el de una familia atrapada en un mundo de privilegios y rigideces autoimpuestas que, sin embargo, está empañada por oscuros y también ridículos secretos. El libro también señala que, tras la partida de Harry y Meghan a Estados Unidos, el distanciamiento entre los hermanos se volvió insalvable. «Guillermo no podía perdonarle que hablara en contra de la familia», indica un exasesor real. Meghan, por su parte, «se sintió traicionada al no recibir apoyo de Kate en los momentos más difíciles», añade otro testigo.
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