Nadie va a alarmarse a estas alturas por una confrontación entre administraciones. Es todo un clásico consustancial con la estructura del Estado. La Junta de Andalucía y el Gobierno central han chocado muchas veces, sobre todo desde 1996, cuando ha habido partidos distintos en cada trinchera. También chocan los ayuntamientos y las comunidades, incluso las diputaciones. Y a menudo, los gestos abusan de la deslealtad institucional, como aquellos años en que Aznar se negaba a recibir a Manolo Chaves o los años en que Sánchez se negaba a recibir a Juanma Moreno. Cierta prepotencia, sobre todo desde Madrid, ha sido recurrente. Nada por lo que a nadie vayan a caérsele los anillos. Pero, eso sí, más allá de los límites...
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