Neurofilamentos, el biomarcador que podría marcar la evolución de la esclerosis múltiple y otras enfermedades neurológicas

Los neurofilamentos (sNfLs), un biomarcador que indica que se está produciendo daño neuronal, ya es útil para monitorizar tratamientos y esclerosis múltiple y se espera que sea útil para monitorizar otras enfermedades.

Abr 27, 2025 - 08:21
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Neurofilamentos, el biomarcador que podría marcar la evolución de la esclerosis múltiple y otras enfermedades neurológicas

En los últimos años, la neurología está experimentando grandes avances, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento de numerosas enfermedades hasta pocos años sin apenas tratamientos disponibles, como la esclerosis múltiple. Una de las nuevas herramientas que están contribuyendo a mejorar el abordaje de estas enfermedades son los nuevos biomarcadores que ayudan, no solo a diagnosticar, sino también a medir el curso de la enfermedad.

En los últimos años está cobrando cada vez más relevancia son los neurofilamentos de cadena ligera en suero (sNfLs) que, como su puso de manifiesto en el NeuroSummit 2025, al que asistieron 168 especialistas de toda España, se está convirtiendo en una herramienta muy útil para medir el curso de la esclerosis múltiple (EM) y la neuromielitis óptica (NMO) y se cree que podría aplicar en muchas otras enfermedades en las que se produce daño neuronal, como Dra. Luisa María Villar Guimerans, jefa del Servicio de Inmunología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.

Qué son los neurofilamentos y qué se mide con ellos

Cuando hay un daño neuronal, como en enfermedades como la esclerosis múltiple o en neuromielitis óptica, partes de las neuronas pasan al líquido cefalorraquídeo y, en menor medida, a la sangre, como explica muy gráficamente la Dra. Villar, "dentro de las neuronas, hay dendritas y los axones. Las dendritas son el cuerpo de las neuronas y los axones un ‘tubito largo’ que conecta a una neurona con la siguiente. Para que los axones mantengan su forma y dejen pasar a los neurotransmisores los atraviesen, hace falta una especie de armazón, el citoesqueleto. Cuando un axón se rompe ese citoesqueleto desestructura, entre otras cosas, en neurofilamentos, que son parte de esa estructura".

Desde unos 10 o 15 años, una serie de personas, entre ellas Luisa María Villar Guimerans, empezaron a trabajar en esto y vieron que cuando aumentaban los neurofilamentos en el líquido cefalorraquídeo, que es el líquido que baña el sistema nervioso central, había daño en los axones. Y más tarde, cuando aparecieron unos métodos de alta sensibilidad, pudieron detectar en menor medidas, pero en la misma proporción, los neurofilamentos en sangre. Se dieron cuenta, además, de que podían detectar ese daño antes incluso de que el paciente tuviera más síntomas, "el aumento de estas moléculas en sangre predice que hay un daño, que la inflamación, como en el caso de la esclerosis múltiple, está produciendo daño en los axones. Cuando se empieza un tratamiento y este funciona, se normaliza, y ya no tenemos un daño causado por la inflamación", explica.

El aumento de estas neurofilamentos en sangre predice que la inflamación, como en el caso de la esclerosis múltiple, está produciendo daño en los axones

A día de hoy la utilización de este marcador se ha demostrado útil, sobre todo, para monitorizar tratamientos, es decir, saber si están funcionando o no antes incluso de que el paciente tenga un brote y desarrolle una discapacidad que, en el caso de la esclerosos múltiple, es irreversible. Se trata, además, de un método casi nada invasivo, pues es un simple análisis de sangre, no de una punción lumbar, "la punción para medir los neurofilamentos se hace al principio, para diagnosticar y para ver el nivel de daño, para saber si está perdiendo axones rápido o lento, pero no te sirve para monitorizar los tratamientos, porque no puedes estar haciendo a los pacientes punciones lumbares cada poco tiempo, y la resonancia se hace una vez al año", explica.

Con un análisis de sangre, en cambio, se puede monitorizar el tratamiento cada vez que el especialista lo requiera, y si observa que está produciendo daño neuronal por inflamación, cambiar el tratamiento, "medir esto sirve para elegir un tratamiento u otro en función de si paciente está sufriendo un daño axonal alto. Y cuando ya ha elegido el tratamiento, para monitorizar al paciente y ver cómo está funcionando esto. Si funciona, lo dejas, pero si se observa que hay un daño neuronal elevado, se puede cambiar a otro, incluso antes de que el paciente lo note a nivel físico o de que tenga un brote, te adelantas a la clínica, lo detectas antes de que el paciente empeore. Te puedes anticipar a que el paciente tenga discapacidad, pues antes sólo podíamos saber que el tratamiento no funcionaba cuando el paciente tenía síntomas, tenía brotes, tenía discapacidad…", asegura, "y esto es una cosa muy novedosa y muy importante".

En el caso de enfermedades neurodegenerativas, como la EM o la NMO esto es muy importante, pues hay tratamientos disponibles y se presentan en brotes que causan una discapacidad que se va acumulando. Evitar un brote es, a largo plazo, evitar o retrasar mucha la discapacidad, "este biomarcador permite detectar el daño que se asocia a la inflamación aguda, porque cuando hay un daño agudo, los neurofilamentos aumentan", explica.

Se puede detectar si hay un daño neuronal elevado incluso antes de que el paciente lo note o tenga un brote, antes de que empeore

Solo la punta del iceberg

La medición de los neurofilamentos se utiliza cada vez en el abordaje de la esclerosis múltiple, pero el objetivo de investigadores como Dra. Luisa María Villar Guimerans es que se extienda, "de momento, no se hace en todos los sitios, pero cada vez se está extendiendo más su uso por lo útil que es. Hay que tener el equipo para hacerlo, pero nuestra intención es que cada vez se implemente más en la práctica clínica", explica.

En un futuro no descarta que se pueda, incluso, utilizar para diagnosticar algunos casos, pero hacen falta más estudios, "para el diagnóstico tenemos otras pruebas, pero sí se que podría usar en un futuro en algunos casos. Por ejemplo, en los centros de salud, cuando se ve a un paciente con una sospecha, hacer esta prueba podría acercar más esas sospechas y mandar al paciente de forma más rápida al especialista, pero esto se está estudiando, no se ha incluido en los últimos criterios diagnósticos porque aún no tenemos las suficientes evidencias", reconoce.

Faltan muchos estudios, pero si hay algo de lo que Dra. Luisa María Villar tiene bastante certeza es que este biomarcador va a dar mucho de lo que hablar en los próximos años, y no solo en estas dos enfermedades, "los neurofilamentos hablan de un daño axonal, y no solo hay daño axonal en la esclerosis múltiple y en la neuromielitis óptica. Los datos más claros los tenemos en estas enfermedades, pero ahora se está trabajando en otras patologías como ELA, párkinson, alzhéimer… donde esperamos que, junto también con otras proteínas que se están que se estudian, tanto en el líquido cefalorraquídeo como en el suero, nos ayuden a evaluar el seguimiento y a ver cómo evolucionan los pacientes. Estamos seguros de que lo de la esclerosis múltiple es solo la punta del iceberg y que pronto esto va a ser usado en otras patologías neurológicas", asegura optimista.

Esta punta del iceberg podría incluso ir más allá de las enfermedades neurológicas, también hasta enfermedades que provoquen daño a nivel del sistema nervioso central, a nivel cerebral, a nivel de la médula ósea... y ya están, de hecho, testándolo en pacientes con alzhéimer, "esto es de altísimo interés, porque hasta ahora no teníamos nada que nos dijera que había un daño en el sistema nervioso central en sangre, con una prueba de sangre, que es algo fácil de hacer, por eso que la historia de los neurofilamentos solo está empezando, que va a tener muchas aplicaciones. Nosotros en tratamientos de algunos cánceres ya estamos viendo alguna cosa, y estamos seguros de que esto solo es el principio. En España hemos tenido la suerte de jugar un papel pionero en estos estudios y estamos muy contentos del trabajo que estamos haciendo, porque creemos que va a ayudar muchísimo a evitar la discapacidad. De momento, en los pacientes de esclerosis múltiple, y se abre un campo muy amplio a la investigación en otras patologías".