María Oruña se embarca en 'El albatros negro', una novela negra y de aventuras en su ciudad, Vigo: "Mi hijo es un crítico muy duro"
Hace mal tiempo en Vigo. La ría está agitada y gris, el horizonte promete lluvia y baile en el barco que navega rumbo a las islas Cíes. María Oruña (Vigo,...

Hace mal tiempo en Vigo. La ría está agitada y gris, el horizonte promete lluvia y baile en el barco que navega rumbo a las islas Cíes. María Oruña (Vigo, 1976) va describiendo el paisaje que se mueve ligeramente a babor y a estribor y que muestra la costa y la montaña, una preciosa simbiosis de la ciudad. La novelista se ha transformado en guía ocasional por 'culpa' de su última novela, El albatros negro (Plaza & Janés), la primera que narra en donde nació.
"Buscaba un proyecto editorial que se ajustase más a mi evolución como escritora"
Oruña, quien lleva cerca de una decena de títulos desde que abandonara la abogacía, tenía una deuda con sus orígenes, que acaba de saldar con esta historia marina y negra ambientada en dos siglos y que supone, además, su cambio de casa: ha dejado Destino, donde vieron la luz su saga de Puerto Escondido y la inspectora Valentina Redondo (ambientados en Cantabria) para "buscar otro tipo de proyecto editorial que se ajustase más a mi evolución como escritora", explica a 20minutos.
Nos lo cuenta entre dos escritores de postín, Julio Verne, quien vaticinó sobre el mar y sus secretos, y Domingo Villar, gran amigo de María, fallecido en 2022. Ambos tienen una estatua en Vigo, como faros de lo que Oruña va a presentar. Cerca de sus estatuas nos sentamos a charlar tras el periplo ventoso en el barco y un paseo por el casco viejo, mojado y hermoso.
El albatros negro recoge el misterio de uno de los tesoros más codiciados y enigmáticos del mundo submarino, hundido en los abismos del océano Atlántico. Una historiadora naval podría tener la clave para rescatarlo, pero muere en extrañas circunstancias. Pietro Rivas, un subinspector que acaba de llegar a la ciudad, investigará el caso junto con Nagore Freire, una inspectora de Patrimonio.
En este libro, Oruña conjuga tres estilos y dos tiempos para lograr una trama que navega, nunca mejor dicho, entre el misterio, las aventuras de viejos corsarios y la historia. Producto de una tarea documental y narrativa de dos años, habla de unas guerras olvidadas del siglo XVIII que se libraron en el Atlántico entre holandeses e ingleses. Y cómo de aquellos vaivenes bélicos se llegó al fondo del mar, donde duerme una fortuna que hará correr la sangre. Todo ello, acometido "con mucho trabajo de escaleta para que no se notase el andamiaje, que resultase natural y que todo tenga sentido. Al final, he tenido que 'coser' dos novelas", dice ella.
"Me ha sorprendido mucho el Vigo amurallado, con las plazas y los gremios"
En esta tarea de construcción literaria, Oruña se ha encontrado con detalles que desconocía de su propia ciudad. "Me ha sorprendido muchísimo el Vigo amurallado, con las plazas y gremios y lo que se comía en cada zona, el censo: que tuviera tan pocos habitantes y el cambio brutal que ha habido. Me llama la atención que todavía haya vestigios que no visitaba de niña porque pensaba que eran peligrosas. Como puerto corsario, fue llamativa".
Aprovecha Oruña para describir también su visión actual de la ciudad, en la que además reside, junto a una playa en reformas y ocupada por perros y turistas. Pero que le encanta y por la que mira.
"Estamos en un marco azul y siempre se ve un trozo azul que es de mar, pero sí creo que la ciudad debería mirar de forma patriótica hacia su propia historia. A mí no me consta que a los estudiantes actuales, como mi hijo que tiene 14 años, les hayan enseñado nunca nada sobre su ciudad. Igual que aprenden qué partes tiene una flor, por qué no saber por qué aquí hubo unas guerras".
"Uso mi biografía, pero no hay autoficción, ni anécdotas ni nada de mí en este libro"
Oruña pasó parte de su niñez en las islas Cíes, uno de los escenarios clave de la novela. "Uso mi propia biografía personal, pero no hay autoficción, no hay anécdotas, no hay nada de mí. Sí que utilizo los conocimientos de los que dispongo, o la atmosfera de determinadas situaciones de Vigo para aplicarlas a la novela. La infancia nos marca a todos, pero no es determinante para ejercer la escritura", aclara.
La trama asalta también un delito poco explorado en la literatura, como es el tráfico ilícito de bienes culturales. "Con este tráfico ilegal del arte ya trabajé en El bosque de los cuatro vientos y es un mundo que me llama mucho la atención. Investigando para esta novela me di cuenta de que es uno de los principales motores del mundo. No estaba apenas novelada porque el tema va in crescendo. Sobre todo, porque hay coleccionistas y una elite que nos parece lejana, y que guarda auténticas maravillas procedentes de este negocio".
"No es mi intención hacer novelas femeninas. Lo es hacer buenos personajes"
Sale a propósito de esto en la conversación la serie La Fortuna, de Alejandro Amenábar, que precisamente usaba esta bandera en 2021. "No la he visto, deliberadamente, para que no me interfiriera. Y hablar de hacer mi novela en serie, es muy ambicioso. En la televisión, las cosas de palacio van despacio siempre", se lamenta.
Oruña rehúye el calificativo de novela femenina, aunque las protagonistas, tanto en este siglo como en el otro que relata sean mujeres: la historiadora que da pie al argumento, la inspectora principal y la entomóloga (María Sibylla Merian) en la que está basado el personaje de Miranda, una mujer adelantada a su tiempo. "Nunca es esa mi intención. Sí lo es hacer buenos personajes masculinos y femeninos".
De su anterior vida como abogada guarda buenos momentos pero ninguna intención de regresar. Sí le gusta recordar que fue durante su baja maternal -aun de abogada-, cuando decidió dar el salto a la escritura, mientras su hijo, Alan, reposaba en su regazo. Quizás por eso, porque escribía y acunaba a un bebé, este se ha convertido en un lector crítico, también con su madre.
"Mi hijo lee curiosamente libros de adultos y es selecto y muy crítico, conmigo más. Me pone nerviosa cuando me va a leer, en el desayuno luego me machaca. Ahora está con El albatros negro. 'Ayer me leí 70 páginas'... y me lo dice con cierta condescendencia. Le gusta mucho El bosque, que es más histórica. Dice que quiere ser profesor de Historia". ¿Por qué será?, se pregunta una.
"Mi sueño es lo que me escribió Domingo Villar en una servilleta: que hubiese un 'Nautilus' en Vigo"
Por eso no duda al responder cuál es su tesoro más valioso: "Mi tesoro son mi familia, mi marido y mi hijo". Y, al igual que sus personajes, se embarcaría en una aventura con un fin: "Lo haría por el conocimiento, que es lo que siempre busco".
María Oruña, que dedica su nueva novela "a quienes han soñado con vivir alguna vez en su vida una aventura", también tiene su propia ensoñación: "Me gustaría que se cumpliese el sueño de Domingo Villar, que me firmó en una servilleta: que hubiese un 'Nautilus' con un museo dentro y se viesen cosas desde dentro. Sería una chulada, estaría genial, sería un reclamo para la ciudad. A mí me encantaría, porque Domingo era un caballero, un buen compañero, discreto, amable, tenía una forma de escribir carismática. Un tipo extraordinario".
Con las maneras casi profesionales que ha mostrado como guía de su propia morada, la novelista podría tener su propio 'tour' en Vigo (como la tiene la sueca Camilla Lackberg en su pueblo, Fjällbacka), una iniciativa que le produce cierta risa y que podría llamarse 'peregrinación por la ruta de María Oruña'. De momento, la gallega prefiere centrarse en su nuevo proyecto de misterio, que no será una segunda parte de El albatros, pero que calla con el mismo suspense que es capaz de crear en sus libros.