La misma Semana Santa de Sevilla que enarbola la bandera de la tradición, como freno a cualquier reforma estructural que la adapte al cambio de los tiempos, da muestras cada primavera de que se van superando determinados límites para no hacerla estanca. Y este año no ha sido, ni de lejos, la excepción. Se han percibido repertorios musicales en expansión, más hacia el pasado que hacia el presente; atavíos que ya no se anclan a toda costa al modelo macareno de Garduño ; e incluso cambios de idiosincrasia de las cofradías hasta llegar a encontrar una nueva esencia, puede que incluso sin el adjetivo. Pero el principal escaparate de la innovación, por lo visual, ha sido el de los exornos...
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