Los ERTE, el flotador que salvó el empleo cuando el coronavirus hizo naufragar a la economía
El Estado llegó a asumir una de cada cuatro nóminas gracias a un esquema que pocos dudan que fue un éxito.

Parece mentira, pero hubo un momento en la historia muy reciente de España en la que el Estado se echó a sus espaldas casi cuatro millones de nóminas (un quinto de las de todo el país) para evitar el naufragio total de la economía. Hace cinco años, un nuevo virus detectado en China obligó a poner en pausa casi toda la actividad para cortocircuitar la transmisión del virus y frenar así la sangría de fallecimientos.
Para que la economía no se fuera a pique, los gobiernos de medio mundo lanzaron un flotador a los trabajadores y asumieron millones de nóminas para mantener las constantes vitales a la espera de que la enfermedad empezara a remitir. En España, la herramienta de la que se valió el Gobierno fueron los ERTE, que han quedado en la memoria colectiva como uno de los símbolos de la pandemia y están ya plenamente consolidados como herramienta de respuesta ante crisis.
Maricruz Vicente, responsable de Acción Sindical en el sindicato Comisiones Obreras, todavía se acuerda de aquel 11 de marzo en el que sindicatos y empresarios estuvieron 14 horas reunidos negociando una fórmula para salvar el empleo con la amenaza de cierre cada vez más cerca. "Hubo momentos en los que veíamos que igual no era posible el acuerdo", rememora en conversación con 20minutos. Afortunadamente, las cosas salieron bien y los agentes sociales trasladaron un texto al Gobierno el 13 de marzo, casi a las puertas del confinamiento, que sería el esqueleto de lo que después se pondría en marcha.

Lo cierto es que los ERTE estaban regulados en el Estatuto de los Trabajadores desde 1980, pero nunca habían tenido un papel relevante en la gestión de las crisis económicas. En 2020 fue diferente. El Gobierno flexibilizó mucho los requisitos para que las empresas se sumasen en masa. Para quien no lo recuerde, el funcionamiento de los ERTE se basaba en que el Estado se hacía cargo de una parte de la nómina del trabajador (hasta un 70%) y también asumía toda la cotización social, aliviando costes a las empresas. Todo esto a cambio de que las firmas mantuvieran el empleo. Además, el acceso se hizo universal a todos los trabajadores dados de alta en la Seguridad Social y la prestación recibida no se descontaba de un posible paro futuro. Con los autónomos se puso en marcha un sistema de ayudas y exoneraciones similar.

El resultado se empezó a ver rápidamente. El segundo día de confinamiento (primer día laborable, ya que la reclusión comenzó un domingo) ya había dados de alta en ERTE más de dos millones de trabajadores. Una cifra que alcanzaría los 3,6 millones de empleos a finales de abril, cuando los ERTE estaban en pleno apogeo.
Los trabajadores que se fueron al ERTE tenían un perfil sectorial bastante marcado. El 61% de los afiliados que vieron suspendido su empleo se repartían entre la hostelería (26%), el comercio (24%) y la industria manufacturera (11%). Dentro de la hostelería, dos de cada tres afiliados a la Seguridad Social llegó a estar sometido a un ERTE, una proporción que alcanzó el 50% entre los trabajadores del sector de arte, la recreación y el entretenimiento o el 28% en comercio.

El sistema de ERTE covid estuvo en funcionamiento entre el 16 de marzo de 2020 y el 31 de marzo de 2022, cuando el Gobierno lo dio por concluido. La aprobación de la reforma laboral a finales de 2021 reformuló la figura del ERTE para adaptarla a futuros shocks económicos y creó una nueva herramienta para las crisis sectoriales: el mecanismo RED, que ya se aplicó con las agencias de viajes durante los coletazos finales del coronavirus. Los nuevos ERTE ya se han probado en otras dos ocasiones más en estos tiempos convulsos: durante el volcán de La Palma y posteriormente en la DANA de Valencia.
Como es lógico, el precio que el Estado —es decir, todos los contribuyentes— tuvo que asumir para salvar el empleo no fue menor. Entre los ERTE, las prestaciones para los autónomos y la exoneración en las cuotas, el desembolso rondó los 40.000 millones (unos 840 euros por habitante si tomamos la población de 2022). Casi la mitad de esos 40.000 millones se financiaron con préstamos baratos financiados por la UE, pero esa cuantía contribuyó a engrosar la deuda pública.
Lecciones laborales pandémicas
Cinco años después de la pandemia, pocas personas cuestionan el éxito de un sistema que fue decisivo para no aumentar el desempleo y evitar cicatrices permanentes. Para Raymond Torres, director de Coyuntura Económica de Fincas, los ERTE consiguieron "minimizar los recortes de plantilla en un momento muy difícil para la economía". "El desempleo se incrementó mucho menos que en anteriores recesiones. La recuperación seguramente habría sido menos intensa y menos rápida con el desconfinamiento si no hubiéramos tenido los ERTE porque las empresas ya disponían de la plantilla para ello", señala en conversación con este periódico. Torres añade una tercera variable más: los ERTE costaron mucho dinero, sí, pero evitaron un gasto mayor en prestaciones por desempleo en caso de no haberse protegido los trabajos.

Desde el ala sindical, habla Fernando Luján, vicesecretario general de Política Sindical en UGT. "Ha sido un caso de éxito. El Gobierno hizo diálogo social, habló con los interlocutores sociales, tengo que reconocer a CEOE, Cepyme… todos nos pusimos a arrimar el hombro y se desarrolló un verdadero escudo social", rememora. "Desde las casas de los sindicalistas, de los responsables de las empresas, de los funcionarios del SEPE… se consiguió desplegar los ERTE y que llegara el dinero a todos los rincones de España", agrega. Los retrasos iniciales en los pagos se fueron resolviendo.
Florentino Felgueroso, investigador en Fedea especializado en el mundo del trabajo, recuerda que la OCDE valoró los ERTE como una "medida muy eficaz para mantener el empleo, la actividad económica y la recuperación". Felgueroso señala que la figura fue la adecuada para el tipo de crisis que hubo que afrontar. "Era una situación temporal de unos días, meses… aunque luego fue más largo de lo esperado, pero sabías que no había un motivo estructural de fondo como una burbuja inmobiliaria", sostiene. Aunque se muestra más escéptico respecto a la capacidad de los ERTE para mitigar crisis futuras de naturaleza diferente a la pandemia. "Depende de si es una crisis que requiere una reasignación de recursos y sabes que no vas a volver a niveles anteriores de actividad o es algo temporal y pasajero en un sector. Esto es básico. La pandemia ha servido para darnos cuenta de que en estos casos funciona", concluye.