Las hormigas ganan a los humanos en cooperación: un experimento evidencia su superioridad sin necesidad de palabras
Salir del laberinto - El estudio del Instituto Weizmann de Ciencias igualó las condiciones para comparar cómo cooperan hormigas y humanosLos elefantes tienen capacidad para hacer rutas optimizadas y su sistema es más preciso que un GPS A lo mejor hay que olvidar el liderazgo, la estrategia o el carisma. Para que un grupo funcione, hace falta algo más básico: no estorbarse. Cuanto más grande el conjunto, más fácil es tropezar en bucles inútiles. Eso lo sabe cualquiera que haya intentado mover un mueble entre varios. Pero lo que no se sabía es que un ejército de hormigas —sin jerarquía, sin comunicación, sin mapas— puede hacerlo mejor. Mientras los humanos se bloquean, ellas avanzan. Persisten. Se adaptan. Y, aunque no lo parezca, ganan. Estrategia humana frente a instinto colectivo Para las Paratrechina longicornis, el reto fue un señuelo: creían que llevaban comida al nido. Los humanos, en cambio, aceptaron participar porque les propusieron un desafío curioso y competitivo. En ambos casos, la tarea era la misma: transportar una pieza en forma de T a través de un laberinto dividido en tres secciones, sorteando giros y estrecheces, sin posibilidad de comunicarse. Ni una palabra, ni un gesto. Solo fuerza compartida a través del objeto. Esa fue la condición impuesta por el equipo del Instituto Weizmann de Ciencias, dirigido por la física Tabea Dreyer, para igualar las condiciones del experimento. Lo asombroso no fue que los individuos humanos resolvieran el problema con rapidez. Era esperable. Usaron lógica, memoria espacial y estrategia, lo que les permitió completar la tarea con eficacia. Lo verdaderamente interesante fue ver cómo, al formar grupos, sus ventajas cognitivas se desinflaban. Al eliminar la comunicación, la coordinación se volvió torpe. Cada uno empujaba según su intuición, sin saber si estaba ayudando o entorpeciendo. En cambio, las hormigas mostraron una capacidad de adaptación desconcertante. En grandes grupos, se ajustaban a los obstáculos con una agilidad que no dependía de ninguna líder ni de una visión global del mapa. Tal como detalla el autor principal del estudio, Ofer Feinerman, en la nota de prensa: “Hemos demostrado que las hormigas que actúan en grupo son más inteligentes, que para ellas el todo es mayor que la suma de sus partes”. Lecciones de una colonia Para el diseño del experimento se construyeron dos laberintos idénticos en estructura pero adaptados al tamaño de cada especie. Las pruebas se repitieron múltiples veces con diferentes tamaños de grupo. Y los datos fueron contundentes: cuando las hormigas cooperaban en formaciones grandes, no solo mejoraban su rendimiento respecto a las pequeñas, también superaban a los grupos humanos que, sin comunicación, perdían eficiencia a medida que aumentaba el número de participantes. La explicación no está en el instinto, ni en la inteligencia individual. Lo que permitió a las hormigas superar el reto fue un fenómeno que los científicos llaman comportamiento emergente: una memoria colectiva sin consciencia, que surge del movimiento constante y el ajuste mutuo entre individuos. Esa forma de inteligencia distribuida evita errores pasados y mejora la coordinación sin necesidad de planificación. Las hormigas toman mejores decisiones en grupo Frente a esa simplicidad funcional, los humanos tropiezan con su complejidad. Según los investigadores, su tendencia a buscar soluciones inmediatas los llevó a lo que denominan codicia geométrica, una estrategia basada en avanzar por la ruta que parecía más directa, aunque no fuera la más eficaz. Sin intercambio de ideas, no había posibilidad de corregir el rumbo ni de aprender del error. La comparación no es entre cerebros grandes y pequeños, sino entre sistemas de cooperación. Como apunta Feinerman, “una colonia de hormigas es en realidad una familia”, ya que “todas las hormigas

Salir del laberinto - El estudio del Instituto Weizmann de Ciencias igualó las condiciones para comparar cómo cooperan hormigas y humanos
Los elefantes tienen capacidad para hacer rutas optimizadas y su sistema es más preciso que un GPS
A lo mejor hay que olvidar el liderazgo, la estrategia o el carisma. Para que un grupo funcione, hace falta algo más básico: no estorbarse. Cuanto más grande el conjunto, más fácil es tropezar en bucles inútiles. Eso lo sabe cualquiera que haya intentado mover un mueble entre varios.
Pero lo que no se sabía es que un ejército de hormigas —sin jerarquía, sin comunicación, sin mapas— puede hacerlo mejor. Mientras los humanos se bloquean, ellas avanzan. Persisten. Se adaptan. Y, aunque no lo parezca, ganan.
Estrategia humana frente a instinto colectivo
Para las Paratrechina longicornis, el reto fue un señuelo: creían que llevaban comida al nido. Los humanos, en cambio, aceptaron participar porque les propusieron un desafío curioso y competitivo. En ambos casos, la tarea era la misma: transportar una pieza en forma de T a través de un laberinto dividido en tres secciones, sorteando giros y estrecheces, sin posibilidad de comunicarse. Ni una palabra, ni un gesto. Solo fuerza compartida a través del objeto. Esa fue la condición impuesta por el equipo del Instituto Weizmann de Ciencias, dirigido por la física Tabea Dreyer, para igualar las condiciones del experimento.
Lo asombroso no fue que los individuos humanos resolvieran el problema con rapidez. Era esperable. Usaron lógica, memoria espacial y estrategia, lo que les permitió completar la tarea con eficacia. Lo verdaderamente interesante fue ver cómo, al formar grupos, sus ventajas cognitivas se desinflaban. Al eliminar la comunicación, la coordinación se volvió torpe. Cada uno empujaba según su intuición, sin saber si estaba ayudando o entorpeciendo.
En cambio, las hormigas mostraron una capacidad de adaptación desconcertante. En grandes grupos, se ajustaban a los obstáculos con una agilidad que no dependía de ninguna líder ni de una visión global del mapa. Tal como detalla el autor principal del estudio, Ofer Feinerman, en la nota de prensa: “Hemos demostrado que las hormigas que actúan en grupo son más inteligentes, que para ellas el todo es mayor que la suma de sus partes”.
Lecciones de una colonia
Para el diseño del experimento se construyeron dos laberintos idénticos en estructura pero adaptados al tamaño de cada especie. Las pruebas se repitieron múltiples veces con diferentes tamaños de grupo. Y los datos fueron contundentes: cuando las hormigas cooperaban en formaciones grandes, no solo mejoraban su rendimiento respecto a las pequeñas, también superaban a los grupos humanos que, sin comunicación, perdían eficiencia a medida que aumentaba el número de participantes.
La explicación no está en el instinto, ni en la inteligencia individual. Lo que permitió a las hormigas superar el reto fue un fenómeno que los científicos llaman comportamiento emergente: una memoria colectiva sin consciencia, que surge del movimiento constante y el ajuste mutuo entre individuos. Esa forma de inteligencia distribuida evita errores pasados y mejora la coordinación sin necesidad de planificación.
Frente a esa simplicidad funcional, los humanos tropiezan con su complejidad. Según los investigadores, su tendencia a buscar soluciones inmediatas los llevó a lo que denominan codicia geométrica, una estrategia basada en avanzar por la ruta que parecía más directa, aunque no fuera la más eficaz. Sin intercambio de ideas, no había posibilidad de corregir el rumbo ni de aprender del error.
La comparación no es entre cerebros grandes y pequeños, sino entre sistemas de cooperación. Como apunta Feinerman, “una colonia de hormigas es en realidad una familia”, ya que “todas las hormigas del nido son hermanas y tienen intereses comunes”, lo que elimina la competencia interna y favorece la sincronía. En el caso humano, la falta de coordinación no se debe a falta de capacidades, sino a la fricción entre individualidades.
La conclusión del experimento es clara: en contextos sin comunicación, lo que marca la diferencia no es el talento, sino la capacidad de integrarse en un grupo sin pisarse. Y ahí, las hormigas llevan millones de años de ventaja.