Las 7 estaciones de tren más bonitas de España: parada obligatoria en tu viaje
De edificios modernistas a terminales ocultas entre montañas: estas estaciones no solo conectan ciudadesLa experiencia empieza en el vagón: ocho trenes turísticos para conocer España sobre raíles Viajar en tren tiene un encanto especial. Es una forma de moverse pausada, contemplativa, que conecta paisajes y ciudades sin perder el contacto con el territorio. Pero más allá del trayecto en sí, hay algo que suele pasar desapercibido: las estaciones de tren también pueden ser joyas patrimoniales. España, con más de 15.000 kilómetros de red ferroviaria y más de 200 estaciones repartidas por su geografía, alberga terminales que son auténticas obras de arte arquitectónicas. Algunas siguen activas; otras han sido reconvertidas. Todas merecen una visita. Aquí va una selección de las siete más espectaculares. 1. Estación de Atocha (Madrid): un jardín tropical en plena capital Es la estación con más tráfico de todo el país y uno de los iconos ferroviarios más reconocibles. Pero Atocha no solo es funcional: también es un espectáculo visual. Destaca su jardín tropical interior, instalado en los años 80, donde cientos de plantas conviven bajo una cúpula de hierro y vidrio. A eso se suma su rica historia arquitectónica, mezcla de estilos que abarcan desde el clasicismo decimonónico hasta la modernidad funcional de su zona AVE. 2. Estación de Francia (Barcelona): la catedral del tren Inaugurada en 1929 con motivo de la Exposición Internacional, la Estación de Francia es una de las terminales ferroviarias más elegantes del país. Su estructura de hierro curvado y su vestíbulo de mármol evocan el esplendor del pasado, y su fachada de estilo novecentista impresiona a todo aquel que cruza sus puertas. Aunque hoy su uso es más limitado, sigue siendo un lugar clave en la memoria urbana de Barcelona. 3. Estación de Canfranc (Huesca): un palacio en los Pirineos Durante décadas fue considerada la estación internacional más espectacular de Europa, y no es para menos. Construida en 1928 en plena montaña, Canfranc fue un nexo ferroviario entre España y Francia… hasta que el paso se cerró. Tras décadas de abandono, ha renacido en 2024 como un hotel de lujo, aunque aún se conservan parte de los andenes originales y su fachada monumental. Su historia, ligada a espías, guerras y contrabando, la convierte en un lugar casi legendario. 4. Estaciones de La Concordia y Abando (Bilbao): arte junto a la ría Bilbao presume de tener no una, sino dos estaciones dignas de mención. La estación de La Concordia, junto a la ría, es una joya del modernismo vasco con vidrieras coloridas y decoración cerámica. A escasos metros, la estación de Abando complementa la experiencia con su funcionalidad como gran intercambiador de trenes de largo recorrido. El contraste entre ambas refleja la evolución arquitectónica y ferroviaria de la ciudad. 5. Estación del Norte (Valencia): modernismo con sabor local La terminal principal de Valencia es un icono del modernismo valenciano. Inaugurada en 1917, la estación del Nortefascina por su fachada ornamentada con motivos inspirados en la agricultura local, como naranjas y flores. En su interior, destaca un impresionante vestíbulo decorado con cerámica, madera y mosaicos. Junto con la plaza de toros vecina, forma un conjunto urbano de visita obligada. 6. Estaciones de Zamora y Puebla de Sanabria: sobriedad castellana Zamora es famosa por su románico, pero su estación sorprende con un estilo neoplateresco inusual en terminales ferroviarias. Cuatro torres, escudos y un reloj central adornan una fachada imponente inaugurada en 1958. A unos kilómetros, en uno de los pueblos más bonitos de Castilla y León, se alza la estación de Puebla de Sanabria. Pequeña pero encantadora, está construida en piedra sillar con tejado de pizarra, y solo un tren diario la conecta con el resto del mundo. Una joya rural poco conocida. 7. Antigua estación de Almería: modernismo con memoria Diseñada por un arquitecto francés a finales del siglo XIX, la antigua estación de Almería combina hierro, cristal y cerámica en un edificio que aún conserva el esplendor de antaño, a pesar de haber sido abandonado con la llegada del siglo XXI. En su interior, murales cerámicos y una historia marcada por los bombardeos y los refugios antiaéreos la convierten en uno de los lugares con más alma de la ciudad andaluza. Paradas que merecen la pena, incluso sin billete En la era de los trenes de alta velocidad y las estaciones funcionales, aún quedan espacios donde arquitectura e historia viajan de la mano. Estas estaciones demuestran que el viaje no empieza cuando el tren arranca, sino cuando se pisa el primer andén. Y es que, a veces, la belleza está en el lugar donde uno espera.

De edificios modernistas a terminales ocultas entre montañas: estas estaciones no solo conectan ciudades
La experiencia empieza en el vagón: ocho trenes turísticos para conocer España sobre raíles
Viajar en tren tiene un encanto especial. Es una forma de moverse pausada, contemplativa, que conecta paisajes y ciudades sin perder el contacto con el territorio. Pero más allá del trayecto en sí, hay algo que suele pasar desapercibido: las estaciones de tren también pueden ser joyas patrimoniales.
España, con más de 15.000 kilómetros de red ferroviaria y más de 200 estaciones repartidas por su geografía, alberga terminales que son auténticas obras de arte arquitectónicas. Algunas siguen activas; otras han sido reconvertidas. Todas merecen una visita. Aquí va una selección de las siete más espectaculares.
1. Estación de Atocha (Madrid): un jardín tropical en plena capital
Es la estación con más tráfico de todo el país y uno de los iconos ferroviarios más reconocibles. Pero Atocha no solo es funcional: también es un espectáculo visual.
Destaca su jardín tropical interior, instalado en los años 80, donde cientos de plantas conviven bajo una cúpula de hierro y vidrio. A eso se suma su rica historia arquitectónica, mezcla de estilos que abarcan desde el clasicismo decimonónico hasta la modernidad funcional de su zona AVE.
2. Estación de Francia (Barcelona): la catedral del tren
Inaugurada en 1929 con motivo de la Exposición Internacional, la Estación de Francia es una de las terminales ferroviarias más elegantes del país.
Su estructura de hierro curvado y su vestíbulo de mármol evocan el esplendor del pasado, y su fachada de estilo novecentista impresiona a todo aquel que cruza sus puertas. Aunque hoy su uso es más limitado, sigue siendo un lugar clave en la memoria urbana de Barcelona.
3. Estación de Canfranc (Huesca): un palacio en los Pirineos
Durante décadas fue considerada la estación internacional más espectacular de Europa, y no es para menos. Construida en 1928 en plena montaña, Canfranc fue un nexo ferroviario entre España y Francia… hasta que el paso se cerró.
Tras décadas de abandono, ha renacido en 2024 como un hotel de lujo, aunque aún se conservan parte de los andenes originales y su fachada monumental. Su historia, ligada a espías, guerras y contrabando, la convierte en un lugar casi legendario.
4. Estaciones de La Concordia y Abando (Bilbao): arte junto a la ría
Bilbao presume de tener no una, sino dos estaciones dignas de mención. La estación de La Concordia, junto a la ría, es una joya del modernismo vasco con vidrieras coloridas y decoración cerámica.
A escasos metros, la estación de Abando complementa la experiencia con su funcionalidad como gran intercambiador de trenes de largo recorrido. El contraste entre ambas refleja la evolución arquitectónica y ferroviaria de la ciudad.
5. Estación del Norte (Valencia): modernismo con sabor local
La terminal principal de Valencia es un icono del modernismo valenciano. Inaugurada en 1917, la estación del Nortefascina por su fachada ornamentada con motivos inspirados en la agricultura local, como naranjas y flores.
En su interior, destaca un impresionante vestíbulo decorado con cerámica, madera y mosaicos. Junto con la plaza de toros vecina, forma un conjunto urbano de visita obligada.
6. Estaciones de Zamora y Puebla de Sanabria: sobriedad castellana
Zamora es famosa por su románico, pero su estación sorprende con un estilo neoplateresco inusual en terminales ferroviarias. Cuatro torres, escudos y un reloj central adornan una fachada imponente inaugurada en 1958.
A unos kilómetros, en uno de los pueblos más bonitos de Castilla y León, se alza la estación de Puebla de Sanabria. Pequeña pero encantadora, está construida en piedra sillar con tejado de pizarra, y solo un tren diario la conecta con el resto del mundo. Una joya rural poco conocida.
7. Antigua estación de Almería: modernismo con memoria
Diseñada por un arquitecto francés a finales del siglo XIX, la antigua estación de Almería combina hierro, cristal y cerámica en un edificio que aún conserva el esplendor de antaño, a pesar de haber sido abandonado con la llegada del siglo XXI.
En su interior, murales cerámicos y una historia marcada por los bombardeos y los refugios antiaéreos la convierten en uno de los lugares con más alma de la ciudad andaluza.
Paradas que merecen la pena, incluso sin billete
En la era de los trenes de alta velocidad y las estaciones funcionales, aún quedan espacios donde arquitectura e historia viajan de la mano. Estas estaciones demuestran que el viaje no empieza cuando el tren arranca, sino cuando se pisa el primer andén.
Y es que, a veces, la belleza está en el lugar donde uno espera.