La serie de ciencia ficción más adictiva y misteriosa acaba de estrenar su mejor episodio: 'Chikhai Bardo'

Tras más de tres años de espera, muchos temían lo peor. La excelente primera temporada de Separación, el mayor éxito de Apple TV+ hasta el momento, había cerrado con un cliffhanger masivo y muchas dudas graduales.

Ante sus supuestos problemas de producción, ¿podría mantener su nivel sin caer en las trampas habituales de las series de misterio de larga duración? La respuesta, al menos por ahora, no es que hayan logrado mantenerlo. Es que lo han superado.

[SPOILERS de 'Separación' temporada 2 a partir de aquí]

La segunda temporada de Separación regresa a una Lumon Industries supuestamente renovada, dispuesta a hacer todos los cambios necesarios para “reformar” su programa de separación.

Todo esto únicamente contribuye a la sátira tardocapitalista que la serie ha llevado por bandera desde el minuto uno, llevándola por nuevos y fascinantes caminos. Entre ellos, la adquisición del libro de Ricken por parte de la empresa, quizá el paralelismo más directo con la propia Apple lucrándose con la serie y una forma perfecta de plasmar cómo el poder se apropia del pensamiento para desactivarlo... por mucho que el pensamiento sea un libro de autoayuda infame.

Pero Separación es también una serie de personajes, y en esta segunda temporada lo está demostrando más que nunca, llevando al límite las retorcidas relaciones entre las dos versiones de todos ellos. Si la primera temporada plasmaba a los “dentris”, empleados recién creados únicamente para trabajar, casi como niños descubriendo las verdaderas injusticias del mundo; esta es la temporada de su adolescencia, plasmando su rebelión y desobediencia ante sus “fueris”... así como su revolución más hormonal.

Es en mitad de todos estos extraños y fascinantes hexágonos amorosos, después de que Separación nos haya hecho conectar y empatizar con la relación entre Mark S. y Helly R., que la serie lleva a cabo su jugada maestra: devolver a la ecuación, justo ahora, a Gemma. Y lo hace mediante su mejor episodio hasta la fecha, Chikhai Bardo.

Alternando entre emotivos flashbacks que plasman los inicios de la relación de Mark y Gemma, el episodio nos cuenta todo lo que esta última ha estado viviendo en Lumon desde su misteriosa desaparición, y la respuesta es tan pesadillesca como apropiada para la serie: ha estado retenida allí contra su voluntad, experimentando en múltiples salas con distintas versiones de “separación”, creando toda clase de Gemmas obligadas a lidiar con situaciones cotidianas molestas y tediosas (escribir cartas de agradecimiento, coger un avión, ir al dentista...).

Únicamente podemos tratar de adivinar las implicaciones más allá de esto, pero Lumon parece estar tanteando la comercialización global de la separación, como si de un anuncio de antidepresivo en los años 50 se tratara: “¿Harta de llevar a cabo tareas tediosas? ¡La separación es para ti!”. Esto se ve reforzado por ciertos detalles de la primera temporada, el más relevante de ellos siendo el misterioso encuentro entre Devon y la esposa del senador, que parece haber sido conscientemente separada para que su “fueri” no tenga que sufrir los dolores del parto... a costa de su “dentri”.

Chikhai Bardo plasma todo esto, así como la relación Mark-Gemma previamente mencionada, con particular majestuosidad narrativa. Gran parte de la razón es obra de Jessica Lee Gagné, habitual directora de fotografía de la serie, que aquí debuta en la dirección por la puerta grande; dotando cada una de esas secuencias de tanta atención al detalle como maestría detrás de la cámara. ¡Ese plano secuencia, rodado de forma completamente práctica, entre departamentos de Lumon!

Pero, tal y como decíamos, Separación es ante todo una serie de personajes. Y quizá esto es lo que la hace brillar especialmente entre docenas de series de misterio, y que contribuye a mantenernos en tensión constante durante episodios como el espectacular final de la primera temporada. A tres episodios de concluir la segunda, esperamos (aunque, si lo visto hasta la fecha es señal de algo, tenemos bastante fe en ello) que su final logre estar a la altura del anterior. Y, de paso, que no tengamos que esperar otros tres años para verla regresar por todo lo alto.

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