La pequeña ciudad con una de las catedrales góticas más lindas de Europa

Entre el encanto medieval y el diseño contemporáneo, esta ciudad francesa ofrece una experiencia cultural única y una gastronomía inolvidable

Feb 28, 2025 - 19:17
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La pequeña ciudad con una de las catedrales góticas más lindas de Europa

La sola Catedral de Saint Etienne, una construcción gótica del siglo XIII que se terminó 300 años más tarde, vale una pasada por Metz. Es famosa por ser una de las más altas de Europa (su bóveda mide 42 metros de altura) y, sobre todo, por el efecto La lanterne du Dieu (la linterna de Dios en español), como llaman los parroquianos al sobrecogedor espectáculo que ofrecen los rayos de sol iluminando a través de sus 6500 metros cuadrados de vitrales.

Casi un millón de personas pasa cada año a presenciar esta maravilla. Construida en piedra Jaumont, materia caliza de color cobre que le da sus reflejos dorados, fue obra del arquitecto Pierre Perrat, al que se le concedió el privilegio de ser enterrado dentro de su propia obra, la que obviamente nunca vio terminada. Hermann de Munster en el siglo XIV, Theobald Lixheim y Valentín Bosch en el XVI dieron firma a la mayoría de los vitrales, aunque entre 1958 y 1968 el gran Marc Chagall creó tres vidrieras y lo propio también hicieron Roger Bissiere y Jacques Villon, que diseñaron las vidrieras de la capilla del Santísimo Sacramento en el ala derecha.

Todo tiene sabor a historia en Metz, enclavada en la confluencia de los ríos Seille y Mosela, al este de Francia, y con más de 200 mil habitantes repartidos en 46 municipios. Sus calles, sus edificios de traza medieval, sólidos e imponentes, sus monumentos, sus museos, sus tradiciones, recuerdan que la preceden 3000 años.

Los celtas anduvieron por allí, es cierto, pero la huella más profunda y perdurable la dejó Roma. A finales del siglo III sus conquistadores construyeron acueductos, termas, templos y una muralla que servía de protección ante el vandalismo de los hunos, pero en el año 451 Atila terminó por destruirla. Lo único que se salvó -hecho considerado milagroso hasta hoy- fue el santuario dedicado al mártir San Esteban (Saint Etienne), sobre el que más tarde se levantó la Catedral.

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Metz conoció diversos reinados a lo largo de su vida, hasta que en 1552 pasó a ser ciudad del rey de Francia, que la embelleció e hizo crecer hasta alcanzar un gran esplendor. Al finalizar la guerra francogermana de 1870, sin embargo, fue anexada al Imperio Alemán, junto a Alsacia y Lorraine. Llegó un tiempo de crecimiento y modernización, en cuyo transcurso se construyó la célebre estación de trenes de estilo neorromántico, varias veces votada como la más bella de Europa. En 1975 fue nombrada monumento histórico, aunque no es el único caso: pese a los fuertes conflictos que vivió Europa en la primera mitad del siglo XX, Metz supo conservar su riqueza patrimonial reflejada en cerca de un centenar de ellos, que dan testimonio de un pasado arquitectónico majestuoso.

@chanpipierre

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