La paternidad de Rosario Central: le volvió a ganar a Newell’s, hizo dos goles de pelota parada y le sacó 20 partidos de diferencia

Tras el 2-1 del Canalla, el DT Mariano Soso quedó seriamente apuntado: trascendió en las horas previas incluso que, fuera lo que sucediera, perdería el cargo

Feb 17, 2025 - 03:32
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La paternidad de Rosario Central: le volvió a ganar a Newell’s, hizo dos goles de pelota parada y le sacó 20 partidos de diferencia

Rosario sigue manteniendo el dueño de los últimos años. Rosario Central ganó 2-1, tuvo la pelota parada de aliada, se sintió cómodo en medio del clima tenso de Newell’s e hizo la diferencia: los goles de Gaspar Duarte y Jaminton Campaz (con asistencias de Carlos Quintana) hicieron que el golazo de Éver Banega sobre el final no alcanzara y sea, al menos hasta este lunes, el puntero de la zona B del Torneo Apertura.

Era más que un clásico para Newell’s, especialmente. La rivalidad rosarina, tan independiente siempre y trascendental con el valor primordial de balance anual, estaba acompañada por otros factores. El agua y el aceite, en todo sentido. La serenidad de un Central invicto llegaba a un Parque de la Independencia invadido de impaciencia, malhumores e inseguridades. Sí, ¿cómo no va a arrancar con una fiesta? Pese al momento, como existió el banderazo del jueves, la hinchada leprosa armó un recibimiento espectacular. Quintana y Campaz festejan el 2-0 parcial de Rosario Central ante Newell's

Para intentar levantar todo lo que arrastra. Los abucheos que dejaron los encuentros pasados, con los silbidos al propio Banega en la primera jornada por errar un penal y, más adelante, a todo el equipo por acumular cuatro derrotas en cinco partidos. El entrenador Mariano Soso seriamente apuntado: en Rosario trascendió en las horas previas que, fuera lo que sucediera, perdería el cargo. El año político y los malestares que genera la gestión del presidente Ignacio Astore contribuye aún más, con años en los que no se rescata nada: a estas alturas y en un club (ciudad, en realidad) permanentemente exigente, no alcanza siquiera con infiltrarse en los lujos del mercado de pases por incorporar a una figura internacional como Keylor Navas.

Tan suelto anda el “Canalla” que Ariel Holan se había dado el lujo de cuidar ante Deportivo Riestra, entre semana, a ocho de los once que jugaron desde que Fernando Echenique indicó el inicio del clásico. El momento en el que se dio el puntapié a la realidad de ambos. Por empezar, había comenzado el clásico de Rosario, más allá del sentido literal: el ritmo insoportable de los cortes por infracciones, las consecuentes molestias y los irresponsables de siempre que van a un estadio dispuestos sólo a molestar. Nada atractivo, casi sin fluir.

Lo mejor del partido

Quince segundos tardó el encuentro en frenarse por cómo Mateo Silvetti había caído encima de la rodilla de Emanuel Coronel. Luego, Facundo Mallo tuvo la mala fortuna de sentir una molestia en el gemelo y pedir el cambio a los cinco minutos: 120 segundos más cortado hasta el ingreso de Juan Komar. Parecía, entonces, que ahora sí se encendía el fuego con una fallida salida de Jorge Broun y un desvío que casi se convierte en gol en contra, un cabezazo amenazante de Alejo Montero y una carambola insólita entre el despeje de Tomás Jacob que encontró, primero, el cuerpo de su compañero Luca Regiardo y, luego, el travesaño que cuidaba el costarricense.

Hasta que el equipo de Holan encontró un córner a los 12. El primero del visitante. Y, claro, a Ignacio Malcorra comenzaron a caerle objetos. Y así se fueron 180 segundos: el árbitro Echenique iba y venía de hablar con la seguridad para que hicieran efectivo el cuidado del jugador, además de solicitar la llamada de atención por el altoparlante a quienes estaban molestando. Cuando pudo levantar el centro, Carlos Quintana conectó en lo alto y la pelota le cayó a Duarte, que empujó la pelota con la zurda. Líneas finas, por lo que el VAR tardó tres minutos más en confirmar el gol al ver cómo Alejo Montero habilitaba. Desahogo azul y amarillo. Jaminton Campaz, autor del segundo gol de Central, disputa la pelota con Alejo Montero

En 25 minutos, que incluyeron la atención médica sobre Broun por un golpe, se jugaron apenas cinco de tiempo neto. Con la continuidad, las infracciones crecieron y las pausas, por ende, también: en el primer capítulo, en el que se agregaron seis minutos, se terminaron jugando menos de un cuarto de hora de juego concreto.

Al regresar del entretiempo, desde aquella tribuna que demoró a Malcorra, recibieron al arquero rival con una lluvia de papelitos que no se escapaban ni con las aspiradoras. Y, por supuesto, más objetos, entre ellos, unas zapatillas: el complemento comenzó con más de diez minutos de retraso. Con un cambio que insinuó otra cara en Newell’s. Soso se dio cuenta de que Banega, más allá de encapricharse solo en muchas ocasiones, le faltaba compañía, por lo que mandó al campo a Gonzalo Maroni y las cosas empezaron a fluir algo más y mejor. El color de los hinchas de Newell's en el estadio Marcelo Bielsa

Duró poco: en el juego de cortes, Silvetti hizo una falta innecesaria, de atropellado, que causó la pegada de Malcorra y un nuevo cabezazo de Quintana para cederla al centro del área, donde –a los 17- apareció el frentazo de Campaz. Partido liquidado. Central lo entendió así, pese a que “Fatura” tuvo tres atajadas geniales ante David Sotelo, Carlos González y Juan Manuel García. No pudo con la cuarta, a tres del final: Banega se activó algo en el segundo tiempo, lo dejaron avanzar con la pelota y, desde tres cuartos de campo “Canalla”, clavó un remate movedizo que dio en el palo y se metió.

En la estadística final, Central le sacó 20 partidos de diferencia en le historial del clásico, con 97 victorias contra 77 de Newell’s. Se registraron, además, 103 empates.

Final. Chiflidos. Insultos leprosos. Cántico contra Soso: parece una cuestión de horas su salida. Y fiesta en Arroyito. Por el clásico, la paternidad estirada, el liderazgo y ahondar la crisis de su máximo rival.