La obra como 'arma' para maltratar a la víctima

Cuando el asesino pretende que la obra sea el 'arma' con la que seguir maltratando a la madre de sus hijos a los que reconoce haber matado, nos sitúa ante un debate de doble cara. Por una parte la defensa de la libertad de creación, que siempre defenderé. Y, por otra parte, el derecho de la víctima a no volver a ser maltratada por su agresor.

Mar 30, 2025 - 12:03
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La obra como 'arma' para maltratar a la víctima

Cuando el asesino pretende que la obra sea el 'arma' con el que seguir maltratando a la madre de sus hijos a los que reconoce haber matado, nos sitúa ante un debate de doble cara. Por una parte la defensa de la libertad de creación, que siempre defenderé. Y, por otra parte, el derecho de la víctima a no volver a ser maltratada por su agresor.

Siempre estaré en contra de censuras y a favor de la libertad en la cultura. Obras maestras como A sangre fría de Truman Capote difícilmente hubieran visto la luz sin la libertad de creación.

Pero afirmándome en este principio, también siento la necesidad de levantar la voz en defensa de una mujer que nunca olvidará el duelo de sus dos hijos que les fueron arrebatados por la más canalla de las violencias machistas, la vicaria, la de un mal llamado padre, capaz de asesinar a dos hijos por hacer daño a una madre y no contento con eso ahora pretende con esta obra seguir maltratándola.

En esta obra ha faltado la realidad de la otra parte, la que evita entre otras cosas caer en la 'dulcificación' de un asesinato. Y sí es verdad que están muy de moda todas las series y docuseries sobre asesinatos, en ellas, o se cuentan desde la perspectiva de la policía o aparece la familia. Nunca es una creación donde el asesino marque de manera unilateral el relato de la obra.

La ley es contundente, sitúa en la retribución económica y en la búsqueda de notoriedad el límite que tiene una persona condenada en este tipo de situaciones. Bretón pretende que la violencia vicaria, la violencia machista, vaya más allá del asesinato. Quiere reeditarlo (como si no fuera ya suficiente el daño y dolor infringido).

La crueldad y maldad de Bretón es mayor. Va más a allá de perseguir notoriedad, quiere seguir maltratando a Ruth.

Aunque soy consciente de la dificultad del equilibrio entre los dos derechos porque todas las censuras son peligrosas, solo tenemos que ver la historia, si agradezco que en este caso concreto la posición de la fiscalía sea la de pedir proteger a la víctima y que la editorial al menos ahora haya parado la edición hasta que haya una decisión judicial.

El debate es inevitable en una sociedad donde la violencia de género está en el punto de mira y donde hemos visto como puede evolucionar la violencia vicaria. Quizás es el momento de recordar el llamamiento que nos hizo en el Senado la madre del pequeño Gabriel a raíz del intento del documental por parte de su asesina, que salvando las diferencias, que son muchas, nos instaba a todos los partidos políticos y a la sociedad en su conjunto a alcanzar un pacto de Estado que reconociera esa violencia mediática, que no de los medios, donde los agresores basándose en espacios de comunicación o difusión reeditaban el maltrato y el daño a sus víctimas. El debate está abierto.