La Modelo de Barcelona y otras cárceles sin presos

Robos, intentos de asesinato y rebeliones políticas: así fueron las vidas entre rejas de los grandes literatos Las cárceles abandonadas de España son más que simples edificios en desuso; son testigos silenciosos de la historia y la evolución social del país. Estas estructuras, que una vez albergaron a presos y guardaron secretos entre sus muros, ahora se encuentran en un estado de transición, algunas reconvertidas en espacios públicos, mientras que otras permanecen olvidadas, lentamente reclamadas por la naturaleza. Desde el sur hasta el norte de España, estas antiguas prisiones cuentan historias fascinantes. La Modelo de Barcelona, quizás la más emblemática de todas, cerró sus puertas en 2017 después de décadas de sobrepoblación y controversia. Inicialmente concebida para demostrar políticas de reinserción avanzadas, se convirtió en un símbolo de los desafíos del sistema penitenciario. Hoy, transformada en un museo, permite a los visitantes explorar la vida diaria de los presos que una vez ocuparon sus celdas. La cárcel de Alcalá de Guadaira, cerrada desde los años 70, se ha convertido en un edificio admirado por los ciudadanos, con planes futuros de transformarse en un espacio público. Por otro lado, la cárcel de Zamora, famosa por haber albergado a sacerdotes y miembros de ETA, ganó nueva notoriedad en 2011 como escenario de la película Celda 211, galardonada con ocho premios Goya. En el pintoresco Valle del Broto, la cárcel local, originalmente construida como torre defensiva, ahora yace abandonada, pero conserva en sus paredes los mensajes de los presos que una vez habitaron sus celdas. Estos escritos, sorprendentemente legibles, ofrecen una ventana única al pasado y a las vidas de quienes estuvieron encarcelados allí. En las islas Baleares, la antigua cárcel de Palma de Mallorca, que cerró en 2001, permanece como un recordatorio congelado en el tiempo, con camas sin hacer y pertenencias abandonadas que cuentan silenciosamente las historias de sus últimos ocupantes. Este edificio, que una vez albergó hasta 1000 presos en un espacio diseñado para 400 es un testimonio de los problemas de hacinamiento que han plagado el sistema penitenciario. Finalmente, la cárcel medieval de Pedraza, con orígenes que se remontan al siglo XIII, representa un ejemplo de cómo estos espacios pueden ser reinventados. Dividida en dos niveles, uno para delincuentes comunes y otro para los criminales más peligrosos, esta antigua prisión ha encontrado una nueva vida en el siglo XX como un espacio público, demostrando cómo la historia puede ser preservada y reinterpretada para las generaciones futuras.

Mar 7, 2025 - 21:23
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La Modelo de Barcelona y otras cárceles sin presos

La Modelo de Barcelona y otras cárceles sin presos

Robos, intentos de asesinato y rebeliones políticas: así fueron las vidas entre rejas de los grandes literatos

Las cárceles abandonadas de España son más que simples edificios en desuso; son testigos silenciosos de la historia y la evolución social del país. Estas estructuras, que una vez albergaron a presos y guardaron secretos entre sus muros, ahora se encuentran en un estado de transición, algunas reconvertidas en espacios públicos, mientras que otras permanecen olvidadas, lentamente reclamadas por la naturaleza.

Desde el sur hasta el norte de España, estas antiguas prisiones cuentan historias fascinantes. La Modelo de Barcelona, quizás la más emblemática de todas, cerró sus puertas en 2017 después de décadas de sobrepoblación y controversia. Inicialmente concebida para demostrar políticas de reinserción avanzadas, se convirtió en un símbolo de los desafíos del sistema penitenciario. Hoy, transformada en un museo, permite a los visitantes explorar la vida diaria de los presos que una vez ocuparon sus celdas.

La cárcel de Alcalá de Guadaira, cerrada desde los años 70, se ha convertido en un edificio admirado por los ciudadanos, con planes futuros de transformarse en un espacio público. Por otro lado, la cárcel de Zamora, famosa por haber albergado a sacerdotes y miembros de ETA, ganó nueva notoriedad en 2011 como escenario de la película Celda 211, galardonada con ocho premios Goya.

En el pintoresco Valle del Broto, la cárcel local, originalmente construida como torre defensiva, ahora yace abandonada, pero conserva en sus paredes los mensajes de los presos que una vez habitaron sus celdas. Estos escritos, sorprendentemente legibles, ofrecen una ventana única al pasado y a las vidas de quienes estuvieron encarcelados allí.

En las islas Baleares, la antigua cárcel de Palma de Mallorca, que cerró en 2001, permanece como un recordatorio congelado en el tiempo, con camas sin hacer y pertenencias abandonadas que cuentan silenciosamente las historias de sus últimos ocupantes. Este edificio, que una vez albergó hasta 1000 presos en un espacio diseñado para 400 es un testimonio de los problemas de hacinamiento que han plagado el sistema penitenciario.

Finalmente, la cárcel medieval de Pedraza, con orígenes que se remontan al siglo XIII, representa un ejemplo de cómo estos espacios pueden ser reinventados. Dividida en dos niveles, uno para delincuentes comunes y otro para los criminales más peligrosos, esta antigua prisión ha encontrado una nueva vida en el siglo XX como un espacio público, demostrando cómo la historia puede ser preservada y reinterpretada para las generaciones futuras.

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