La Ley de Caza del País Vasco vende a la infancia y se arrodilla ante los cazadores

El ‘acompañante’ es la figura con la que el proyecto de Ley de Caza del País Vasco, actualmente en tramitación, pretende permitir que niñas, niños y adolescentes puedan participar en batidas de caza ¿Que estáis anticuados – y no sólo por edad - y no tenéis relevo generacional? ¿Que la sociedad cada vez apoya menos vuestra violencia? ¿Que desde el propio ecologismo se cuestionan vuestras falsedades? ¿Que se os acumulan los ‘accidentes’, dejáis malheridos a ciclistas y matáis a gente, incluso dentro de su propio domicilio? ¿Que para satisfacer vuestras demandas hay que dejar desamparada a la infancia? No hay problema, esto el Gobierno Vasco os lo afina. Parece sátira, pero las negociaciones del colectivo de cazadores con los partidos del Parlamento Vasco que están impulsando la Proposición de Ley para la reforma de la Ley 2/2011 de Caza, debieron de ir por ahí para conseguir que los poderes públicos, que deben proteger los derechos de la infancia como un bien superior, abandonen a niñas, niños y adolescentes por algo peor que un puñado de votos. ‘El acompañante’ Podría ser el título de una mala película de suspense, pero ‘el acompañante de caza’ es la figura que se han sacado de la manga PNV y PSE-EE para permitir que personas de cualquier edad puedan asistir a batidas, sin necesidad de licencia de ningún tipo. En los mismos días en los que hemos conocido los resultados de la encuesta de la Fundación BBVA, que muestra que un demoledor 80% de los encuestados no encuentra aceptable la caza deportiva, a los gobernantes del País Vasco les parece una buena idea que niños, niñas y adolescentes pasen su tiempo en una actividad violenta, que promueve valores tan edificantes como el dominio sobre el vulnerable y el maltrato animal. Fomentar entre la niñez y la juventud la ética, los cuidados y el respeto por los animales, eso mejor no; no vaya a ser que descubran que hay otra manera de vivir. CoPPA, Coordinadora de Profesionales por la Prevención de Abusos, es un colectivo que reúne a expertas y expertos en prevención de la violencia, especialmente contra grupos y personas en situación de vulnerabilidad. La entidad, preocupada ante este despropósito, se ha dirigido a los Grupos Parlamentarios presentando enmiendas al texto: “No tiene ningún sentido que la normativa de protección de la infancia y la adolescencia contemple situaciones de lo más variadas de las que se protege a los menores y que, por otra parte, se permita la asistencia, e incluso la participación, de niños y niñas en una actividad que implica el uso de armas, violenta por naturaleza y que, según se ha documentado en multitud de estudios, pone en peligro su integridad física y psicológica”, señalan. Graves riesgos para la integridad física Hace cuatro décadas, cuando todavía estábamos en el colegio, en Bilbao, el hermano adolescente de una compañera de mi clase se quitó la vida. Lo hizo con la escopeta de caza de su padre. La verdad es que no recuerdo los detalles, pero sí la pena, y también el secretismo y el silencio que rodeó a las circunstancias de aquella muerte, quizás evitable. Y es que, tal y como informa CoPPA, entre los menores de 19 años, la incidencia de suicidio aumenta notablemente a finales de la adolescencia. “La mayoría de los intentos de los adolescentes de acabar con su vida ocurren con rapidez y de forma impulsiva. El acceso a estas armas facilita los intentos no planificados y aumenta la probabilidad de que el daño sea letal”, alertan los expertos en prevención de la violencia.  “Las investigaciones señalan que, para esta población, acceder a armas de fuego supone un mayor riesgo de suicidio que una depresión u otro trastorno de salud mental. Así, algunos autores sugieren que el acceso a armas de fuego puede ser un factor causal en la muerte de adolescentes suicidas”, manifiestan. Que la caza entraña claros riesgos para aquellas personas que la practican no hace falta explicarlo aquí. De hecho, es el aliciente de la propia actividad, y muchos cazadores admiten que es exactamente ese riesgo lo que les ‘pone’. Si paseas, vas en bici o tomas el aire donde ellos se ponen, la culpa es tuya. Así, los ‘accidentes’ dejan cada año decenas de heridos, e incluso fallecidos. Por supuesto, no nos olvidamos de los animales que, aterrorizados y luchando por su vida, suponen un importante riesgo adicional, especialmente para los menores. Riesgos de problemas emocionales y conductuales Salir con unos prismáticos o una cámara a buscar animales es disfrutar del entorno. Salir con una escopeta a pegar tiros es violencia. Esto, que parece una obviedad, es lo que el colectivo de la caza pretende difuminar, ocultando las imágenes más explícitas de su hobby, porque sabe que pierden apoyos cada vez que se viraliza una foto. Y si no, que se lo cuenten al emérito. Y la exposición a toda esa violencia no sale gratis, de hecho, es un riesgo reconocido para la salud m

Mar 2, 2025 - 08:07
 0
La Ley de Caza del País Vasco vende a la infancia y se arrodilla ante los cazadores

La Ley de Caza del País Vasco vende a la infancia y se arrodilla ante los cazadores

El ‘acompañante’ es la figura con la que el proyecto de Ley de Caza del País Vasco, actualmente en tramitación, pretende permitir que niñas, niños y adolescentes puedan participar en batidas de caza

¿Que estáis anticuados – y no sólo por edad - y no tenéis relevo generacional? ¿Que la sociedad cada vez apoya menos vuestra violencia? ¿Que desde el propio ecologismo se cuestionan vuestras falsedades? ¿Que se os acumulan los ‘accidentes’, dejáis malheridos a ciclistas y matáis a gente, incluso dentro de su propio domicilio? ¿Que para satisfacer vuestras demandas hay que dejar desamparada a la infancia? No hay problema, esto el Gobierno Vasco os lo afina.

Parece sátira, pero las negociaciones del colectivo de cazadores con los partidos del Parlamento Vasco que están impulsando la Proposición de Ley para la reforma de la Ley 2/2011 de Caza, debieron de ir por ahí para conseguir que los poderes públicos, que deben proteger los derechos de la infancia como un bien superior, abandonen a niñas, niños y adolescentes por algo peor que un puñado de votos.

‘El acompañante’

Podría ser el título de una mala película de suspense, pero ‘el acompañante de caza’ es la figura que se han sacado de la manga PNV y PSE-EE para permitir que personas de cualquier edad puedan asistir a batidas, sin necesidad de licencia de ningún tipo. En los mismos días en los que hemos conocido los resultados de la encuesta de la Fundación BBVA, que muestra que un demoledor 80% de los encuestados no encuentra aceptable la caza deportiva, a los gobernantes del País Vasco les parece una buena idea que niños, niñas y adolescentes pasen su tiempo en una actividad violenta, que promueve valores tan edificantes como el dominio sobre el vulnerable y el maltrato animal. Fomentar entre la niñez y la juventud la ética, los cuidados y el respeto por los animales, eso mejor no; no vaya a ser que descubran que hay otra manera de vivir.

CoPPA, Coordinadora de Profesionales por la Prevención de Abusos, es un colectivo que reúne a expertas y expertos en prevención de la violencia, especialmente contra grupos y personas en situación de vulnerabilidad. La entidad, preocupada ante este despropósito, se ha dirigido a los Grupos Parlamentarios presentando enmiendas al texto: “No tiene ningún sentido que la normativa de protección de la infancia y la adolescencia contemple situaciones de lo más variadas de las que se protege a los menores y que, por otra parte, se permita la asistencia, e incluso la participación, de niños y niñas en una actividad que implica el uso de armas, violenta por naturaleza y que, según se ha documentado en multitud de estudios, pone en peligro su integridad física y psicológica”, señalan.

Graves riesgos para la integridad física

Hace cuatro décadas, cuando todavía estábamos en el colegio, en Bilbao, el hermano adolescente de una compañera de mi clase se quitó la vida. Lo hizo con la escopeta de caza de su padre. La verdad es que no recuerdo los detalles, pero sí la pena, y también el secretismo y el silencio que rodeó a las circunstancias de aquella muerte, quizás evitable. Y es que, tal y como informa CoPPA, entre los menores de 19 años, la incidencia de suicidio aumenta notablemente a finales de la adolescencia. “La mayoría de los intentos de los adolescentes de acabar con su vida ocurren con rapidez y de forma impulsiva. El acceso a estas armas facilita los intentos no planificados y aumenta la probabilidad de que el daño sea letal”, alertan los expertos en prevención de la violencia.

 “Las investigaciones señalan que, para esta población, acceder a armas de fuego supone un mayor riesgo de suicidio que una depresión u otro trastorno de salud mental. Así, algunos autores sugieren que el acceso a armas de fuego puede ser un factor causal en la muerte de adolescentes suicidas”, manifiestan.

Que la caza entraña claros riesgos para aquellas personas que la practican no hace falta explicarlo aquí. De hecho, es el aliciente de la propia actividad, y muchos cazadores admiten que es exactamente ese riesgo lo que les ‘pone’. Si paseas, vas en bici o tomas el aire donde ellos se ponen, la culpa es tuya. Así, los ‘accidentes’ dejan cada año decenas de heridos, e incluso fallecidos. Por supuesto, no nos olvidamos de los animales que, aterrorizados y luchando por su vida, suponen un importante riesgo adicional, especialmente para los menores.

Riesgos de problemas emocionales y conductuales

Salir con unos prismáticos o una cámara a buscar animales es disfrutar del entorno. Salir con una escopeta a pegar tiros es violencia. Esto, que parece una obviedad, es lo que el colectivo de la caza pretende difuminar, ocultando las imágenes más explícitas de su hobby, porque sabe que pierden apoyos cada vez que se viraliza una foto. Y si no, que se lo cuenten al emérito. Y la exposición a toda esa violencia no sale gratis, de hecho, es un riesgo reconocido para la salud mental. Niños, niñas y adolescentes son especialmente vulnerables a ese riesgo.

Algunos menores expuestos a escenas de violencia hacia animales pueden experimentar angustia, tristeza, síntomas de ansiedad e incluso estrés postraumático”, explican desde CoPPA. “Son situaciones, además, en las que los referentes adultos muestran aprobación, e incluso entusiasmo, ante la violencia. Este hecho puede aumentar la confusión sufrida por el menor y exacerbar las consecuencias negativas, incluyendo problemas de sueño, pesadillas y deterioro en el rendimiento escolar”.

Niños y niñas pueden adquirir también conductas agresivas a través de la observación e imitación de referentes de su entorno. Numerosas investigaciones han vinculado la exposición a la violencia contra animales en la niñez y la adolescencia con un mayor riesgo de conductas agresivas y antisociales, incluyendo el acoso escolar, la delincuencia y la violencia interpersonal, tanto en la adolescencia como en la edad adulta.

¿Estarán los responsables políticos del País Vasco a la altura de las circunstancias y recapacitarán? ¿Escucharán al Comité de los Derechos del Niño? ¿Respetarán el interés superior del menor por encima de cualquier otro? ¿Protegerán a la infancia y la adolescencia, o cederán ante las exigencias del lobby armado? En los próximos días lo sabremos.

Este sitio utiliza cookies. Al continuar navegando por el sitio, usted acepta nuestro uso de cookies.