La Generación Z está harta del mercado laboral y yo, milenial, empatizo con ellos: los consejos que yo habría querido a su edad

Hace unos días hablaba con una colega que estudió derecho que tiene 25 años y que lo está pasando mal en su trabajo. Básicamente en la entrevista de reclutamiento le mostraron unas oportunidades laborales excelentes en la empresa, pero en la práctica el pago siempre acaba siendo menos del prometido por diferentes cláusulas (tiene un sueldo fijo más comisiones). Y además, el ambiente laboral es muy tenso, a causa de la relación del jefe con el equipo. Yo le decía que ahora que ahora que aún tiene pocos gastos obligatorios de esos que la vida te va imponiendo, aprovechase para darse un poco de tiempo para hacer algo diferente. En Genbeta Soy millenial, me comí la crisis de 2008, pero paso mucho tiempo con la Generación Z y entiendo sus frustraciones laborales Ya hemos visto que uno de los principales dramas que está viviendo la Generación Z, a pesar de tener acceso en España a más contratos estables gracias a los cambios que la Ministra de Trabajo ha hecho en los últimos años y a las constantes subidas del salario mínimo, es que emanciparse es más caro que nunca por la subida de los precios de alquileres o compra de propiedades. Mucho más, en las grandes ciudades. Otro problema es acabar en trabajos para los que uno está sobrecualificado. Aquí voy a compartir unos consejos de decisiones que a mí me han servido en la vida y que me hubiera encantado recibir cuando era más joven (de aquella mayormente recibí muchas alertas de personas mayores que yo por las decisiones que fui tomando y esas alertas siempre venían de gente que nunca había hecho lo que yo aspiraba a hacer). De hecho, yo estoy contenta con muchas de mis decisiones de mi juventud y por eso quiero compartirlas aquí, y es que cuando era joven lo que recibí de personas de generaciones mayores fueron a menudo críticas o preocupaciones (hasta que vieron que yo estaba muy feliz y la vida fluía estupendamente, y ahí llegaron los elogios). En Genbeta Dicen que el teletrabajo está de moda pero yo ya elegí hacerlo desde el año 2008. Me decían que podía perjudicarme laboralmente Que vaya por delante que aquí no viene un artículo romantizando la precariedad, ni diciendo que ahorres haciendo 'nesting', 'coliving', 'Staycation', 'Freeganism' ni 'daycation' (podéis buscar estos anglicismos para entendernos mejor), aunque sí que tengo más que comprobado que "compartir es vivir" y es una forma muy útil de escapar un poquito de las obligaciones económicas que muchas veces nos ahogan. Piensa que vas a tener que trabajar hasta los casi 70 años El mundo no se acaba a los 30, ni a los 40 años ni a los 50... y puedes añadir muchas más décadas. Recuerdo cómo nos presionaban con la importancia de tener una sólida experiencia laboral recién graduados para luego poder triunfar con el tiempo. Creo que los millenials ya sabemos que eso no es necesariamente así y la Generación Z se ha dado cuenta de ello ya desde que ha empezado al mercado laboral y de ahí llegan muchas de sus criticadas protestas y quejas hacia el sistema. Pero, por si acaso se te olvida, te recuerdo que el mundo no se acaba a los 30 pero sí que un poco a los 39 o 40 en países como España (millenials, no me matéis que aquí digo por qué afirmo algo así). Si la ley no cambia, por ahora, la cotización que más cuenta son los últimos 25 años para tener una pensión decente en la jubilación (hay un ligero cambio desde 2023 y estamos a la espera de que puedan llegar otros cambios con otros gobiernos futuros, pero sí que tradicionalmente, se han priorizado los últimos años y no los primeros, de cara a la cotización y la jubilación). En Genbeta Amo teletrabajar y ser nómada digital. Llevo toda mi carrera haciéndolo, pero creo que me ha perjudicado profesionalmente Es decir, que nadie entre en pánico, a los 40 y demás años que lleguen, la vida puede también ser muy divertida y plena (o no, y tampoco pasa nada), solo que las obligaciones que el sistema trae impuestas aumentan, simple y llanamente. Yo a los 32 dejé mi trabajo, tenía unos ahorros, unos pocos, y me fui de voluntaria a una causa que me removía mucho. Lo hice sin pensar y me fui casi un año y me quedé con esa causa clavada mucho más tiempo. Estaba harta de mi empresa y sus abusos, mientras que  necesitaban activistas y manos en el lugar al que yo quería ir. Tomar esa decisión tras los 40 siento que sería algo más complicada porque sería perder años de cotización, claves para mi futuro. Y porque con los años pueden llegar más responsabilidades (familia, hijos e hijas, hipotecas, cuidado de nuestros padres que también se hacen mayores junto a nosotros...). En Genbeta Yo fui nómada digital antes de que fuera una moda y sé que no es fácil teletrabajar y viajar. Hay que analizar bien la decisión

Feb 17, 2025 - 15:07
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La Generación Z está harta del mercado laboral y yo, milenial, empatizo con ellos: los consejos que yo habría querido a su edad

La Generación Z está harta del mercado laboral y yo, milenial, empatizo con ellos: los consejos que yo habría querido a su edad

Hace unos días hablaba con una colega que estudió derecho que tiene 25 años y que lo está pasando mal en su trabajo. Básicamente en la entrevista de reclutamiento le mostraron unas oportunidades laborales excelentes en la empresa, pero en la práctica el pago siempre acaba siendo menos del prometido por diferentes cláusulas (tiene un sueldo fijo más comisiones). Y además, el ambiente laboral es muy tenso, a causa de la relación del jefe con el equipo.

Yo le decía que ahora que ahora que aún tiene pocos gastos obligatorios de esos que la vida te va imponiendo, aprovechase para darse un poco de tiempo para hacer algo diferente.

Ya hemos visto que uno de los principales dramas que está viviendo la Generación Z, a pesar de tener acceso en España a más contratos estables gracias a los cambios que la Ministra de Trabajo ha hecho en los últimos años y a las constantes subidas del salario mínimo, es que emanciparse es más caro que nunca por la subida de los precios de alquileres o compra de propiedades. Mucho más, en las grandes ciudades. Otro problema es acabar en trabajos para los que uno está sobrecualificado.

Aquí voy a compartir unos consejos de decisiones que a mí me han servido en la vida y que me hubiera encantado recibir cuando era más joven (de aquella mayormente recibí muchas alertas de personas mayores que yo por las decisiones que fui tomando y esas alertas siempre venían de gente que nunca había hecho lo que yo aspiraba a hacer).

De hecho, yo estoy contenta con muchas de mis decisiones de mi juventud y por eso quiero compartirlas aquí, y es que cuando era joven lo que recibí de personas de generaciones mayores fueron a menudo críticas o preocupaciones (hasta que vieron que yo estaba muy feliz y la vida fluía estupendamente, y ahí llegaron los elogios).

Que vaya por delante que aquí no viene un artículo romantizando la precariedad, ni diciendo que ahorres haciendo 'nesting', 'coliving', 'Staycation', 'Freeganism' ni 'daycation' (podéis buscar estos anglicismos para entendernos mejor), aunque sí que tengo más que comprobado que "compartir es vivir" y es una forma muy útil de escapar un poquito de las obligaciones económicas que muchas veces nos ahogan.

Piensa que vas a tener que trabajar hasta los casi 70 años

El mundo no se acaba a los 30, ni a los 40 años ni a los 50... y puedes añadir muchas más décadas. Recuerdo cómo nos presionaban con la importancia de tener una sólida experiencia laboral recién graduados para luego poder triunfar con el tiempo. Creo que los millenials ya sabemos que eso no es necesariamente así y la Generación Z se ha dado cuenta de ello ya desde que ha empezado al mercado laboral y de ahí llegan muchas de sus criticadas protestas y quejas hacia el sistema.

Pero, por si acaso se te olvida, te recuerdo que el mundo no se acaba a los 30 pero sí que un poco a los 39 o 40 en países como España (millenials, no me matéis que aquí digo por qué afirmo algo así). Si la ley no cambia, por ahora, la cotización que más cuenta son los últimos 25 años para tener una pensión decente en la jubilación (hay un ligero cambio desde 2023 y estamos a la espera de que puedan llegar otros cambios con otros gobiernos futuros, pero sí que tradicionalmente, se han priorizado los últimos años y no los primeros, de cara a la cotización y la jubilación).

Es decir, que nadie entre en pánico, a los 40 y demás años que lleguen, la vida puede también ser muy divertida y plena (o no, y tampoco pasa nada), solo que las obligaciones que el sistema trae impuestas aumentan, simple y llanamente.

Yo a los 32 dejé mi trabajo, tenía unos ahorros, unos pocos, y me fui de voluntaria a una causa que me removía mucho. Lo hice sin pensar y me fui casi un año y me quedé con esa causa clavada mucho más tiempo. Estaba harta de mi empresa y sus abusos, mientras que  necesitaban activistas y manos en el lugar al que yo quería ir. Tomar esa decisión tras los 40 siento que sería algo más complicada porque sería perder años de cotización, claves para mi futuro. Y porque con los años pueden llegar más responsabilidades (familia, hijos e hijas, hipotecas, cuidado de nuestros padres que también se hacen mayores junto a nosotros...).

Si estás libre de cargas familiares, si tienes la suerte de que tu familia tenga trabajo y vaya subsistiendo por sí sola, si tu familia está saludable y no necesita de tus cuidados, piensa en ti y piensa que no necesitas matarte a trabajar desde muy joven porque vas a tener decenas de años más para hacerlo. Y, aunque es importante tener cierta experiencia laboral, ya sabemos que eso no nos lleva a la cima profesional, por lo que no te estreses por no tener un súper trabajazo a los 25. Céntrate más en poder tener dinero para vivir el día a día y sobre todo en disfrutar y en aprender y en estar con la gente a la que quieres.

Busca lugares baratos para vivir

Las ciudades abarcan la mayor parte de trabajos y de oportunidades, y también alternativas de ocio, pero al mismo tiempo son tan caras que ahogan a sus habitantes y mucho del ocio ni puede disfrutarse. En la mayoría de países la economía se ha centralizado mucho en pocas ciudades y eso es un problemón. Personalmente, pocas decisiones he tomado en mi vida que considere más acertadas que irme de Madrid tras acabar la universidad. Me ofrecieron trabajo de oficina allí, donde hice mis prácticas, y lo rechacé. Mucha, mucha gente no me entendía, pero ¿y qué?. Para mí no había duda, quería estar con mi familia una temporada tras años estudiando en Madrid y luego quería vivir fuera de España y aprender idiomas. No sabía cómo, pero ya lo aprendería.

Al final logré que esa empresa contara conmigo para colaboraciones como freelance, en forma de teletrabajo. Obviamente, las condiciones laborales y el salario eran mucho peores, pero no tenía que estar pagando una renta en un piso viejo de Madrid gastándome la mitad del ingreso o más (con las cifras de ahora, casi todo, como vemos) en una habitación.

Además, para mí es importante que recuperemos y dinamicemos espacios más allá de las ciudades. Como mujer de una provincia pequeña me maravillo viendo gente recuperando pueblos que estaban medio olvidados y la de opciones culturales que han ido surgiendo gracias a ello y, sobre todo gracias a la movilización de las personas.

La centralización de los países en unas muy pocas ciudades llevan a que estemos dejando dinero de nuestras familias en estudiar en unos pocos sitios y luego el talento de la juventud se quede todo allí concentrado, y eso es incluso injusto para el desarrollo de un país en su conjunto y de muchas de nuestras regiones. Por qué no buscar alternativas.

El trabajo dignifica, o no. Y no pasa nada

El otro día hablando con una amiga de mi hermana, la cual está pasando por un problema laboral, yo le recordaba que el trabajo no dignifica, sino que lo que nos define como personas son muchas más cosas que somos y lo que hacemos en nuestro tiempo de ocio, por mucho que nos digan que es esencial el éxito profesional.

Tengo que confesar que todavía yo no tengo interiorizado del todo esto que ando predicando y demasiadas veces me dejo explotar en el trabajo, echo horas de más, aspiro a que mejoren las cosas y pienso demasiado en hacerlo todo muy bien, aunque el salario es lo que es. Mi colega me decía que ella, como yo, y como muchas de nosotras, fue educada en la máxima importancia de trabajar y sacrificarse por el trabajo. Tiene 25 años, Generación Z, para recordarles a los haters de la juventud que no es cierto que la generación nueva sea vaga o 'de cristal'. Solo está harta de los abusos.

Pero, pensando en frío y con todo lo que ya sabemos, las empresas no siempre suelen remunerar a los empelados de acuerdo a su esfuerzo y capacidades, sino que priorizan los altos ingresos para alimentar bien a sus inversores o mantener los privilegios de los jefes (la Generación Z habla mucho de este tema porque, supongo, ya aprendieron de lo que hemos ido viviendo los millenials a quienes siempre nos dijeron que si trabajábamos duro llegaríamos alto y luego hemos visto que eso no es real en la mayoría de casos).

Lo satisfactorio y lo que nos define es tener relaciones de calidad con nuestras amistades y con nuestra familia. Es disfrutar del ocio. Tener salud y hacer cosas que nos ayuden a mantenerla y a sentirnos bien. El trabajo es trabajo. Hay que dedicar las horas necesarias para recibir un dinero que nos permita vivir y luego aprovechar el ocio. Y tener eso siempre presente (trabajando en aplicármelo).

Relacionado con esto, los primeros años en la vida laboral me parecen geniales para experimentar otros trabajos más allá de lo que hayas estudiado, siempre y cuando no te veas explotada o explotado, claro; años para hacer ciertas tareas que solo te ofrecen proyectos temporales y te dejan otros días libres. Por ejemplo, mi hermana, que es Gen Z, estuvo unos meses en una empresa donde hacía proyectos de unos días, aunque de forma constante, siempre contratada y además relacionado con su sector.

Ella se estresaba por no tener el trabajo estable para el que está bien preparada, pero yo lo veía genial desde mis 16 años de edad más que ella y con todo lo que sé: le daba un salario para vivir al mes y tener tiempo libre para aprender. Yo solo le decía que disfrutara de los días de ocio y dejara de estresarse con la idea de contrato fijo. Ya llegará.

Aprovecha las oportunidades creadas para la juventud

Hay muchos programas sociales y educativos creados que normalmente se esfuman cuando una persona cumple los 30 años. Y, de verdad, repito una vez más, dejarte la vida en una empresa a tus 20 y pico ya no suele asegurarte un gran y prometedor y estable futuro. Aprovecha los programas que existen para menores de 30 años. Los hay que te permiten vivir fuera de tu país, dedicarte a proyectos incluso relacionados con tu pasión. Incluso hay descuentos que a los 30 desaparecen (injusto, pero la vida misma).

La Unión Europea tiene muchos programas destinados a la juventud de cara a la integración del continente, que puedas irte a otro país de Europa a trabajar en un proyecto social, aprender el idioma de ese país, conocer personas de otros lugares. Las becas estudiantiles que ofrecen las universidades o diversas instituciones en muchos lugares del mundo; becas y proyectos de corto plazo relacionados para desarrollar alguna actividad puntual; organizaciones independientes que dan subvenciones para desarrollo de proyectos... es el momento.

No solo porque muchas veces van destinadas a la juventud, sino porque cuando llegue un momento que tengas un trabajo fijo y ciertas responsabilidades económicas obligatorias, igual no es tan sencillo dejarlo por un proyecto remunerado en otro país que es de tan solo 3 o 6 meses.

Hace unos años logré una beca de una institución independiente que promueve el periodismo independiente de Bélgica. No es para menores de 30, de hecho la hice a mis 34 o 35. Eran cuatro meses viajando e investigando y luego solo me obligaban a dejar un reportaje publicado. Fue durísimo, por el tema que escogí, básicamente, y las injusticias que la gente estaba viviendo, pero fue de gran aprendizaje y una experiencia muy positiva periodísticamente hablando. Ahora mismo, sería más difícil dejar mi trabajo solo para hacer un proyecto de cuatro meses. Tengo una hipoteca que pagar y esa responsabilidad económica, pesa.

Compartir es vivir, y da alegría

Prometí en el comienzo no romantizar la precariedad y con ello, el coliving, que es un anglicismo usado para hablar de compartir piso aunque sea eternamente porque no puedes pagarte un apartamento para ti. Aun así, yo vengo de una familia grande, me tocó vivir en casa de mi abuela en un pueblito en la montaña, siendo muy pequeña porque mis padres trabajaban ambos (explotados, además, pero hacía falta el dinero) y no había un sitio creado en mi pueblo para la 'conciliación laboral'. En casa de mi abuela vivía con mis tías jóvenes y mis primas y primos que siempre andaban por allí.

Con esto quiero contar que no veo mal vivir con gente. Siempre y cuando sea una cosa escogida, gente con la que la convivencia es respetuosa y que no sea todo una fuente de frustración. Esto ya es algo personal y no un hecho constatado, pero creo que nos han vendido que éxito va de la mano de individualismo y convivencia cada uno en su espacio, por encima de lo que podemos permitirnos.

No lo digo por quienes aman vivir solos. Y también sé que muchas veces a fuente de frustración es que a la gente le toca compartir un piso viejo y enano por unos costos demenciales y eso cabrea. Lo viví. Sobre todo en Madrid, hace ya muchos años, cuando estudié allí y comenzaron los madrileños a ver negocio de quienes estábamos obligadas a estudiar y, por tanto, vivir en esa ciudad porque teníamos un sueño profesional, estábamos dispuestas a compartir con nuestros amigos, y tenían pisos viejos allí parados y aprovecharon a sacar dinero.

Pero conozco a muchas personas que ven un fracaso tener que convivir con amistades llegada a cierta edad. Aunque estén bien en su casa, quieran a sus compañeros, lo ven como un fracaso de cara a las expectativas sociales o a sus planes de cuando eran más jóvenes. Yo soy fan de compartir piso. Llevo haciéndolo desde los 18 años y con muchísima gente y muy, muy, contadas son las malas experiencias que he tenido.

Desde hace dos años, que vivo en una casa en una aldea ya convivo solo a ratos (primera vez en mi vida) y es cuando estoy viviendo fuera de mi pueblo por temporadas y lo hago compartiendo piso. De todos modos en mi casa casi siempre hay gente, por lo que poco vivo realmente sola. Compartir es vivir y es que mis amistades saben que pueden venir a mi casa cuando quieren y necesitan por el motivo que sea, aunque sea por desconectar del mundo unos días. Y yo sé que tengo sus casas cuando yo también lo necesito. Obviamente siempre con respeto y cariño. Pero, en resumen, que no veo algo malo compartir piso y día a día con amistades y gente y no han de ser tu pareja y familia. O incluso en pareja, también me parece positivo compartir con más personas el espacio.

Ahora veo en redes sociales que se habla mucho de idealizar eso de vivir con las amistades en los años de jubilación, buscando una casa grande para compartir en comuna; y luego veo quejas y agotamiento de estar conviviendo con amistades en la juventud o ya pasada cierta edad en la que supuestamente la gente debería tener el poder económico para vivir sola. Y creo que, a no ser que ames realmente mucho la soledad, apuestes por convivir con gente bonita y así gastas menos.

Incluso, si te llevas bien con tu familia, con tus padres, si podéis estar en un consenso de paz (con lo difícil que es que no nos digan lo que tenemos que hacer cuando lo sabemos mejor que ellos), tampoco es un fracaso vivir en la casa de los padres si lo necesitas. Por compartir gastos, por ahorro si tus padres pueden pagar los gastos de la casa sin tu apoyo, por un momento de cambio entre un proyecto y otro.... Tengo amistades que se han sentido fracasadas por volver a casa de cara a la sociedad. Yo, mientras no haya graves problemas, lo veo natural.

El consumo colaborativo

Aunque ya hemos analizado en Genbeta que el dinero ha ganado el pulso al consumo colaborativo, que estaba tan de moda en los 2010 (sí en mi época de recién graduada y entrando en mi época profesional),  pero no pasa nada: queda algo, quedan muchas plataformas, de hecho. El consumo colaborativo también se basa mucho en el 'compartir es vivir' que a mí me gusta, pero en este caso suele ser en momentos más concretos. O para viajes (aunque no siempre).

Si ganar dinero y cubrir los gastos del día es el centro de gran parte del malestar, vamos a ver cómo atajarlo y, personalmente, siento que eso es más fácil en la juventud. Por todo lo explicado anteriormente, básicamente. Puedes teletrabajar o trabajar en algo temporal para ahorrar y luego irte una temporada a no sé dónde a cuidar gatos o perros de alguien a cambio de casa (hay casas muy bonitas); o irte a algún sitio (vale tu propia provincia, incluso); o ayudar con alguna tarea y que te den alojamiento y comida a cambio con plataformas como WorkAway y otras:

Básicamente, si el alquiler es muy caro, por qué no buscar opciones en las que poder vivir en lugares, con más gente, espacios comunales, para quitar ese enorme gasto que crea tan gran frustración.

Vivir con menos y no necesitar validación del resto

De nuevo, sin hablarte de que vivas precario, solo a mí me gusta pensar el coste de las cosas de acuerdo a las horas de trabajo. Porque somos clase trabajadora y cada hora es esfuerzo, es tiempo que quitamos de nuestra familia y esa remuneración es lo que gastamos en todo. No voy aquí a decir que, por ser joven (en realidad va para todo el mundo, pero si tienes hijas e hijos todo el tema se va complicando) vivas con lo muy básico, pero sí relativizar en qué gastar.

Para mí cuando era más joven, yo conocía a muchas personas para las que era esencial tener ciertos productos para el cuerpo, la cara, la vestimenta, sobre todo que los demás lo vieran.... mucha gente lo hacía con el coche, con la marca del bolso... Incluso tener cierto trabajo y poder comentarlo con los vecinos o tener ciertas estabilidades eran motivo de éxito.

Cada uno elige su vida y hay que priorizar. Si a alguien le hace realmente feliz comprar cosas de ciera marca, por encima de todo; o tener muchos likes por el viaje que ha hecho al lugar de moda; o que los demás- familia, vecinos, amistades del cole- estén impresionados por algo, adelante. Pero si no es la fuente de la alegría del día a día, yo recomienda buscar cuál es y aconsejo centrarse en ella.

Para mí era aprender idiomas y culturas, estar tiempo con mi familia y amigos de siempre y luego conocer las amistades que, afortunadamente tengo ahora. En el día a día iba vestida casi de uniforme con las pocas prendas de ropa que tenía para vestir, casi todo, aprovechado, además de lo que mis amigas o primas ya no usaban y me servía.

Yo pasé de llevar maletas de 20 kilos a viajes de un mes (con becas y proyectos que tuve la suerte de acceder muy joven por mis calificaciones y notas que me daban acceso a becas) a viajar 9 meses con 8 kilos en una mochila cuando tenía 26 o más y ahí iba ropa para ir a montañas, frío, calor y lugares serios de trabajo (porque trabajaba online y tenía que ir a eventos).

Realmente, cuando dejé de comprar tanta ropa mi vida mejoró ( de joven muy joven, me encantaba aunque no compraba nada caro porque no tenía medios para ello, pero sí gastaba parte de mi dinero en ropa porque me encantaba seguir la moda). Entiendo que por prejuicios de la sociedad, comentarios que una pueda recibir, inseguridades.... no todo el mundo está cómodo usando cierta ropa. Y ahí lo respeto y es otro tema. Por mi parte lo que sucedió es que ya no necesito ir a la moda, así que mi vida es mucho más tranquila.

Que tu trabajo y tu vida te dejen la conciencia tranquila

Al fin y al cabo, vivir acorde a tus principios es importante. Si ves a gente abusar de otra, ¿te sientes bien callando? Si ves que tú mismo o misma estás siendo maltratado, no hace falta estar a diario en una amargura absoluta. Y, más aún, si trabajas para una empresa u organización que actúa totalmente contra tus principios, igual puedes o hablarlo o directamente irte. No merece la pena, realmente, dejar de lado tus principios.

Imagen | Bárbara Bécares (en los años en los que recogió las ideas que ahora comparte)

En Genbeta |Esta web recoge cuáles son los destinos turísticos a los que no ir en 2024 y explica sus razones

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La noticia La Generación Z está harta del mercado laboral y yo, milenial, empatizo con ellos: los consejos que yo habría querido a su edad fue publicada originalmente en Genbeta por Bárbara Bécares .