“Hijos de Bergoglio” | Las historias y expectativas de los dos cardenales cordobeses que votarán en el cónclave
El arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi, y el teólogo Víctor Manuel “Tucho” Fernández tuvieron un vínculo de años de cercanía con Francisco; sus conversaciones y el “legado”

CÓRDOBA.- De los cuatro cardenales argentinos que participarán en el cónclave que elegirá al sucesor del Papa Francisco dos son cordobeses y, además, considerados por los entendidos como “hijos de [Jorge] Bergoglio”.
El arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi, partió este jueves desde esta ciudad para despedir a su amigo personal mientras que Víctor Manuel “Tucho” Fernández vivía ya en Roma y fue prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (cargo que cae automáticamente con la muerte del pontífice).
Para ellos dos y para Vicente Bokalic Iglic, arzobispo de Santiago del Estero y actual primado de Argentina, y para Mario Poli, arzobispo emérito de Buenos Aires, el próximo será el primer cónclave del que participen. No fueron parte del que eligió pontífice a Bergoglio.
Rossi conoció al Papa cuando era Bergoglio, en 1976. Fue cuando él ingresó a la Compañía de Jesús y lo tuvo como superior. Después, por años, compartieron trabajo pastoral en Buenos Aires. La relación nunca se cortó. En noviembre del 2021 el Pontífice lo designó arzobispo de Córdoba y, al igual que cuando a mediados del 2023 lo nombró cardenal, asegura que él fue “el último” en enterarse.
En el primer caso, Francisco lo llamó para comunicarle la novedad y le dio un consejo: “Sé humilde”. En el segundo, le avisaron mientras avanzaba por un pasillo para dar misa.
A Rossi le gusta decir que más que amigo, él se sentía “hijo” de Bergoglio. Hablaban por teléfono seguido y, a veces, recibía mensajes en la madrugada argentina por aniversarios que ni él mismo tenía presentes. Cuando el cordobés estuvo internado por un problema de salud, Francisco lo telefoneó para sugerirle que se cuidara y se recuperara.
Campechano y directo en el trato, después de celebrar la misa por la muerte de Francisco, salió con humor de la pregunta de los periodistas respecto a si él mismo podía ser uno de los candidatos a Papa. “A Papa frita…”, respondió con una sonrisa.
“Un hombre que montó el Evangelio en pelo”, describió al pontífice y subrayó que “nunca tuvo problema de jugar fuerte en temas sensibles”. Consultado sobre su deseo respecto al cónclave, indicó que “sería bueno que haya una continuidad con lo que tenga de novedad”.
Desde el círculo íntimo del arzobispo cuentan a LA NACION que, alguna vez, comentó: “Imagínate…Yo en un cónclave”, como si él mismo no lo pudiera creer. Sabe que “no hay manera de prepararse” para asistir al proceso de elección del nuevo Papa.
No conoce a la mayoría de los que participarán, aunque sabe que afrontará conversaciones y debates. Recibirá, como todos, de parte de la curia romana una carpeta con los nombres y antecedentes de cada uno de los cardenales. Es que “hay una metodología, una organización”, recalcan las fuentes.
Rechazan enfáticamente que alguna vez Francisco, en una conversación en confianza con su amigo Rossi, haya podido “sugerir” una suerte de perfil para sucederlo. “Suponer eso es no conocerlo -dicen-. A él no le interesaba quién iba seguirlo. ‘Que se arregle el Espíritu Santo’, debe haber pensado”.
Uno de quienes hablan con este diario recuerda una charla con el pontífice argentino en la que le deslizó con ironía: “Cometieron el ‘error’ de convertirme en Papa, que es un poco más difícil que ser obispo, ahora que se atengan a lo que viene, voy a actuar conforme a mi convicción”. Inmediatamente añade que cuando se habla de “legado” -como lo hizo Rossi- la referencia es a que la Iglesia tiene la tarea del “amor inclusivo, de respetar la dignidad humana". Y advierten: "Francisco solía plantear que ‘no seamos aduaneros de la gracia revolucionaria de Dios’. Es eso. No van a buscar a un reemplazante de Francisco, sino alguien de calidad y delicadeza humana”.
Rossi, como todos sus colegas, se alojará en Santa Marta, la misma residencia donde eligió vivir Bergoglio durante su pontificado. Una vez que empiece el cónclave, no recibirán noticias del exterior; el contacto será solo entre los cardenales electores y los organizadores del proceso de la curia romana.
Antes de partir a Roma, Rossi dejó un video en las redes sociales agradeciendo el acompañamiento de los cordobeses -“Los he sentido muy cercanos, muy amigos”- y pidiéndoles que “recen” para que en el cónclave haya “sabiduría” para elegir al nuevo Papa.
Con “Tucho”, siempre de usted
Fernández, nacido en Alcira Gigena en el sur cordobés, construyó su cercanía con Francisco a partir del sacerdote y obispo de Río Cuarto Artemio Staffolani, quien era su mentor y guía a la vez que tenía un vínculo personal con Bergoglio. Cuando era arzobispo de Buenos Aires, le pidió que le sugiriera un “ayudante” cuando él fue relator, en 2007, del documento de Aparecida, un texto clave para la Iglesia en América Latina y el Caribe. La recomendación recayó sobre Fernández, quien incluso rechazó la posibilidad de radicarse en Colombia para liderar un instituto de teología.
Teólogo (presidió la Sociedad Argentina de Teología entre 2007 y 2009) y biblista, fue perito de la Comisión de Fe y Cultura y del Secretariado para la Formación Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina; lector de la Comisión de Catequesis de los obispos argentinos e integrante del equipo de reflexión que asesoró al episcopado para actualizar las orientaciones pastorales.
En 2009, propuesto por Bergoglio, asumió el rectorado de la Universidad Católica Argentina. Antes de jurar, debió sortear objeciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe por quejas anónimas que llegaban. En “El loco de Dios en el fin del mundo”, el último libro del español Javier Cercas, habla con el autor acerca de cómo fue responder una serie de interrogantes del discaterio que ahora encabeza. “Al parecer algunos obispos habían puesto en cuestión la ortodoxia de ciertos escritos míos”, dijo. Y admitió: “Aquello fue una humillación. En ese momento pensé que se me cerraban todos los caminos en la Iglesia”.
Por las sospechas en el interior de la propia Iglesia, le pidió a Bergoglio que lo devolviera a su tierra. Pero no hubo forma. “No, no, de ninguna manera, tienes que resistir. Porque, si te vuelves, esa gente creerá que puede lograr lo que quiera, no tendrá límites. Así que, por el bien de la Iglesia, vos resistí”, le dijo el Papa hace poco más de diez años.
En 2018, Bergoglio lo nombró arzobispo de La Plata, donde tenía su feudo un representante de la ortodoxia católica: Héctor Aguer, arzobispo emérito que criticó a Francisco el año pasado por no haber tenido “la inquietud de visitar su patria de origen”.
De diálogo diario con Francisco, aunque nunca se tutearon, Fernández contó en un audio que aunque se daba cuenta de que a Francisco “le quedaba poco tiempo” pensó que “todavía un tiempito más” tenía por delante. Por su cercanía, apenas falleció le permitieron entrar a despedirse. Lo hizo del Papa, pero también de “quien siempre me dio aliento en los momentos duros y nunca me dejó bajar los brazos", relató. Y dijo: “Su voz sigue dentro mío diciéndome: ‘Tucho, fuerza’”.