Hasta que la dignidad sea costumbre
"En España hay alrededor de 38.143 trabajadoras internas, muchas se ven abocadas a aceptar trabajos con condiciones abusivas por necesidad".

Si caminas una mañana cualquiera por cualquier parque público verás que los bancos están llenos de personas mayores que son cuidadas por otras mujeres a las que nadie cuida. Muchas de estas cuidadoras son empleadas de hogar y cuidados, un sector laboral que ocupa a alrededor de medio millón de mujeres en nuestro país y que cubre las necesidades de muchos hogares españoles: casi dos millones y medio de hogares (12,8% del total) destinan recursos a este fin.
Su trabajo es esencial pues nadie podría imaginarse un mundo sin cuidados, pero desafortunadamente, la sociedad no les paga con la misma moneda. La precariedad, la informalidad y los problemas de salud son su pan de cada día. Así lo contamos en el último informe de Oxfam Intermón titulado Trabajo Invisible y cuerpos rotos: Radiografía del empleo de hogar y cuidados en España.
Es curioso cómo un trabajo tan invisible en nuestra sociedad jamás estuvo tan a la vista de todo el mundo. Las empleadas de hogar y cuidados se esconden tras los eufemismos. Son "la chica” que limpia, la que cuida a nuestros seres queridos, la que acompaña al médico a nuestra vecina que no puede caminar sola o la que se encarga de que las necesidades básicas y cotidianas de muchas familias estén cubiertas para que así ellas puedan disponer de más tiempo libre. Porque el tiempo de vida es oro.
El de las empleadas de hogar y cuidados, sin embargo, no se valora demasiado. El salario medio de una trabajadora apenas alcanza los 1.000€ al mes, muchas no ven respetados sus descansos y un 32% trabaja en la economía informal, es decir, sin alta en la seguridad social y sin garantías de protección frente al despido o frente a accidentes laborales.
Si volviéramos a ese parque y nos detuviéramos a hablar con una de estas mujeres, muy probablemente nos contaría que viene de otro país, ya que un 69% de las trabajadoras de hogar y cuidados son extranjeras o tienen doble nacionalidad. Estas trabajadoras migrantes, una de cada cuatro en situación administrativa irregular, suelen ocupar, además, aquellos empleos más precarios y con peores condiciones laborales, como el régimen de interna.
“Imagínate no poder salir de casa”, señala María, trabajadora interna de 44 años originaria de Perú y en situación administrativa irregular. “Era una persona con alzhéimer y no la podía dejar sola en todo el día. Además, yo trabajaba de lunes a lunes sin descanso, si quería salir me descontaban mucho dinero”.
Cuestiones que serían impensables en cualquier otro sector están normalizadas en el empleo de hogar y cuidados
En España hay alrededor de 38.143 trabajadoras internas, muchas se ven abocadas a aceptar trabajos con condiciones abusivas por necesidad. Si buceamos por una web de búsqueda de empleo ahora mismo, con toda seguridad encontraremos ofertas que no cumplen con la legalidad, que ofrecen salarios que no llegan al mínimo, con jornadas interminables o que discriminan por edad o nacionalidad.
Cuestiones que serían impensables en cualquier otro sector están normalizadas en el empleo de hogar y cuidados. Se normaliza trabajar con dolor -más del 90% de las trabajadoras encuestadas sufrió dolores musculares o esqueléticos en el último año- y se normaliza tomar medicación para enfrentar una jornada laboral –un 36,9% de las trabajadoras encuestadas consumía analgésicos de forma regular-. Así, poco a poco, muchas trabajadoras van padeciendo las duras consecuencias de la precariedad sobre sus propios cuerpos.
“¿Cuándo vamos a tener una casa propia, la posibilidad de cambiar nuestra vida, de pensar en nuestra familia o de disfrutar?”, se pregunta Carmen, trabajadora externa de 42 años en un pequeño pueblo en el norte de España. “Imposible con los salarios que tenemos y con el trabajo que hacemos”, resuelve sin pensar demasiado y con la sensación de dar su vida en un trabajo esencial por el que no se la recompensa ni se la reconoce.
Tras el 30 de marzo, día internacional de las trabajadoras del hogar y cuidados, es importante seguir visibilizando la realidad del sector, pero también seguir exigiendo la plena equiparación de sus derechos laborales a los del resto de sectores. Hasta hace tan solo tres años, las trabajadoras de hogar y cuidados no tenían acceso a derechos tan básicos como la prestación por desempleo y, pese a que la pelea continúa por su aplicación con carácter retroactivo, es una victoria histórica fruto de la lucha colectiva de las organizaciones de trabajadoras de hogar y cuidados de todo el Estado.
Quedan otras muchas tareas pendientes, como el control de las horas de jornada, asegurar la inspección de trabajo, el ejercicio de sus derechos colectivos, equiparar la indemnización por despido, reconocer las enfermedades profesionales del sector o garantizar una jubilación digna. Desde Oxfam Intermón seguimos enfatizando la necesidad de un sistema público y universal de cuidados, bien dotado y que llegue a tiempo a todos los hogares que lo necesitan. Como dice el mantra que une a las trabajadoras de hogar y cuidados a un lado y otro del océano atlántico “hay que seguir avanzando hasta que la dignidad se haga costumbre”.