Gints Zilbalodis: así es el director de 'Flow' que ha derrotado a Pixar y DreamWorks
Gints Zilbalodis llevaba ya unos cuantos años firmando cortometrajes de éxito, pero su gran sueño era dirigir un largo. Al principio, se planteaba seguir...

Gints Zilbalodis llevaba ya unos cuantos años firmando cortometrajes de éxito, pero su gran sueño era dirigir un largo. Al principio, se planteaba seguir un camino tradicional: trabajar en un gran estudio durante un tiempo, con la esperanza de tener la oportunidad tarde o temprano. Pero empezó a darle vueltas a su forma de hacer cortos, y simplemente se dijo a sí mismo: "En vez de eso, podría hacer una película del mismo modo".
Así nació Away, un largometraje sobre un chico en motocicleta tratando de salvar a un pájaro herido (y, por el camino, a sí mismo) de un monstruo que absorbe la vida de todo lo que toca. Casi como si estuviera experimentando, Zilbalodis se planteó la película como un reto, poniéndose limitaciones a sí mismo para hacerlo factible: pocos personajes, un mundo desértico, elementos sencillos de animar.
Pensó que, en el fondo, sería una buena forma de aprender: encargarse de todo él mismo, desde la animación hasta la música. Su proceso no fue fácil, superando incluso la pérdida de casi todos los archivos del primer acto, que tuvo que rehacer por completo. Pero él mismo lo define como una bendición secreta: su segunda versión no solo era mucho mejor, también le resultó muchísimo más fácil y rápida de producir tras todo lo que había aprendido.
Una vez terminada, el éxito de crítica y público que cosechó Away pilló a Zilbalodis por sorpresa, pero no desprevenido: el joven animador ya tenía la idea para su siguiente proyecto, para la que sí podría contar con un equipo. De ese modo, y basada en un corto que firmó en el instituto, concibió Flow, un mundo que salvar, un relato de supervivencia acerca de cuatro animales que aprenden a trabajar juntos.
La película, muchísimo más ambiciosa que su debut, está casi enteramente situada en el agua, quizá el elemento más difícil de animar de forma convincente por ordenador. Pero esto era clave para Zilbalodis: toda la tesis giraba alrededor del agua como metáfora, planteada como paralelismo directo a las emociones de sus personajes.
Por ello, reclutó a un grupo de animadores que sentía que hablaban su mismo idioma tras la experiencia autodidacta de Away. Estos empezaron a grabar a sus propias mascotas para informar la animación, enriqueciéndola y detallándola por el camino, hasta crear un resultado final cohesivo.
Y el resultado habla por sí solo: una emotiva fábula animal que ha cosechado múltiples premios en Cannes y Annecy antes de ganar el Oscar de mejor película de animación. Obra de un animador que, como sus protagonistas, ha aprendido con éxito a trabajar en equipo.
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