La entrada de
Dani Olmo tras el descanso fue determinante.
Lamine comenzó su particular exhibición en el uno contra uno y el de Terrassa dotó al equipo de la calidad necesaria para que el juego por dentro de los blaugrana fuera efectivo. El Barça venía de una primera parte con 12 centros al área en el que falló demasiado en los pases del último tercio del campo. Parecía un partido calcado al de Montjüic con un equipo canario que supo como frenar el juego interior blaugrana y mirar de tener ocasiones a la contra.
Flick había dispuesto detrás a dos centrales con muy buena salida del balón y rápidos para las transiciones:
Cubarsí y
Eric. Los dos equipos dispararon cuatro veces entre los tres palos. Pero en la segunda parte entró
Olmo y
Lamine sacó la esencia.
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