Entendiendo la inestabilidad argentina con Daniel Heymann

Para el reconocido economista y profesor, uno de los que más se obsesionó con entender las razones de los vaivenes locales, las crisis se originan como consecuencia de un entusiasmo exagerado en las expectativas futuras

Feb 16, 2025 - 07:01
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Entendiendo la inestabilidad argentina con Daniel Heymann

Por qué hay crisis económicas? Esta pregunta ha obsesionado a los macroeconomistas durante más de un siglo y, pese a los vaticinios de algunos optimistas, sigue sin resolverse en términos prácticos.

Dos particularidades sobresalen cuando se trata de entender estos eventos. La primera es que, pese a los avances en la tecnología y el conocimiento de la teoría económica, las crisis continúan ocurriendo. La segunda es la paradoja de que estos sucesos aparecen cuando el público y el gobierno menos se las esperan. No faltan ejemplos: basta que alguien declare “el fin de las recesiones” para que poco después irrumpa una nueva calamidad, como ocurrió en 2007-2009. Dada su naturaleza impredecible y recurrente, es lícito concluir que todas las crisis son diferentes. Pero entonces, ¿qué conocimiento útil podemos extraer sobre ellas? Responder esta pregunta es esencial en un caso como el de Argentina, un país con un largo historial de crisis económicas.

Entre los macroeconomistas que más se han obsesionado con entender la inestabilidad argentina destaca Daniel Heymann. Este brillante economista argentino, actualmente profesor emérito de la UBA, estudió simultáneamente Física y Economía, graduándose en ambas disciplinas a los 23 años. Desafiando la conocida frase del físico Max Planck –“me gustaría estudiar economía, pero la encuentro demasiado difícil”–, abandonó la física para dedicarse de lleno a la macroeconomía. La Argentina y la necesidad de entender su constante inestabilidad justificó con creces su elección.

La hipótesis fundamental fue expuesta hace ya 40 años en su tesis doctoral desarrollada en California (UCLA), A Study in Economic Instability: The Case of Argentina, y él insiste en que, en lo esencial, la idea se mantiene vigente. Según Heymann, las crisis se originan y/o agravan como consecuencia de un entusiasmo exagerado en las expectativas futuras, que se suelen observar especialmente durante las fases favorables del ciclo económico. En épocas de bonanza, empresarios y consumidores tienden a invertir y consumir “a cuenta”, asumiendo que la prosperidad continuará. Cuando esas expectativas desmedidas no se cumplen, sobreviene un ajuste violento.

Un ejemplo cotidiano es la compra en cuotas con tarjeta de crédito. Cuando los ingresos mejoran temporalmente, los consumidores calculan el impacto de las cuotas basándose en la idea de que su situación financiera se mantendrá estable. Pero cuando sobreviene la crisis, con la pérdida para algunos de su empleo y sus ingresos, todavía quedan varias cuotas por pagar. A nivel macroeconómico el mayor impacto proviene de las firmas que invierten cuando las cosas van bien, confiando en que los ingresos por ventas futuras serán similares a los actuales. Cuando esas expectativas se frustran, las empresas enfrentan dificultades y recortan gastos, empleo e inversiones.

Las crisis se agravan aún más cuando tanto los agentes económicos como el gobierno están muy endeudados. Este tema, central en el pensamiento de Heymann, lo llevó a coeditar junto al Premio Nobel Joseph Stiglitz el libro La vida después de la deuda, que explora las causas, consecuencias y potenciales alternativas a las crisis de deuda.

¿Cuál es el aporte decisivo de esta visión sobre las crisis? Primero, no es posible que la mayoría coincida en identificar el momento en que ocurrirá una crisis. Si así fuera, no comprometerían su gasto en primera instancia, y no generarían las condiciones para que la crisis suceda. Segundo, si bien las crisis tienen en común las expectativas optimistas luego frustradas, las circunstancias que llevan a estas expectativas pueden ser diferentes. Los augurios de un mundo en constante mejora se han asociado a los más diversos fervores creados por nuevos descubrimientos o etapas transitorias de prosperidad. En algún momento fueron los ferrocarriles, luego los dorados años 20, y siguieron la promesa de las comunicaciones, las dotcom y la revolución inmobiliaria. En la Argentina, cada experiencia de atraso cambiario traía consigo un renovado sueño de mejora permanente de los ingresos.

Heymann identificó tempranamente la relación entre las crisis y la alta inflación. Esto lo llevó a escribir uno de los libros más influyentes sobre el tema, High Inflation, en colaboración con Axel Leijonhufvud, su tutor de tesis. Publicado en los 90, cuando muchos creían que la inflación estaba bajo control, el libro sigue siendo tristemente relevante.

Aunque Heymann emplea herramientas de la teoría económica tradicional, también critica sus limitaciones. Es especialmente severo con la teoría de las “expectativas racionales”, que sostiene que los individuos hacen las mejores predicciones posibles basándose en la información disponible. Para Heymann el problema no radica, como piensan muchos, en su falta de realismo, sino en su falta de consistencia teórica. Una de sus frases más célebres es: “Las expectativas racionales pueden funcionar en la práctica, pero no en la teoría”.

Las contribuciones de Heymann fueron recordadas en diciembre en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, en ocasión de festejar sus 75 años. En el evento, economistas destacados realizaron presentaciones sobre macroeconomía y recalcaron cuánto aprendieron de él, reconociéndolo como el “profesor de profesores”. Muchos enfatizaron su estilo abierto, humilde y riguroso, que le ha valido el respeto de colegas con opiniones de las más diversas.

Quizás el punto culmine de la celebración (que puede verse en YouTube) lo protagonizó Pablo Gerchunoff, quien describió a Daniel como un “sabio del Talmud”: alguien que escucha, aprende de todos y devuelve una sabiduría mayor. Gerchunoff destacó además su aversión a las posturas dogmáticas, representadas por ideas preconcebidas sin espacio para el debate. Pablo identificó la palabra recurrente que ha usado Heymann para soslayar sutilmente esta actitud: iteremos. Para Heymann, iteremos es una invitación a reconsiderar ideas, reflexionar sobre las hipótesis preconcebidas, y explorar perspectivas alternativas.

Durante el acto varios destacaron su rol como docente. Mi anécdota personal con Heymann ocurrió siendo su alumno durante un curso de posgrado en economía. Un día anunció que explicaría un argumento técnico recientemente desarrollado. Mirando la bibliografía, descubro que se refiere a un libro de más de 400 páginas, repleto de ecuaciones complejas. Tras poco más de una hora de clase, Daniel había desglosado el argumento central de manera clara y sencilla. Intrigado, le pregunté si el resto del libro debía estudiarse en casa. Su respuesta, con gesto extrañado, fue: “Lo que vimos es todo el argumento, lo demás son extensiones y teoremas sin importancia”. Otro ejemplo de su capacidad sin igual de extraer la esencia de las ideas, combinarlas y ofrecer una comprensión profunda de la macro. Verdaderamente, un diferente.

*Economista especializado en Economía del comportamiento