El truco clásico para que tus tomateras no se llenen de tizón (y de problemas)
No hay nada más decepcionante que cuidar con mimo una planta de tomate durante semanas y ver cómo, de un día para otro, empieza a enfermar como si hubiera firmado un pacto con el caos. Hojas con manchas oscuras, tallos que parecen mordidos por la desidia y frutos que se pudren antes de madurar. Y nada parece funcionar. El culpable puede ser el tizón, ese hongo que no entiende de esfuerzo ni de cariño. Muchos creen que basta con regar y esperar al milagro de la fotosíntesis. Pero el mundo vegetal tiene sus propios giros de guion y, en el caso del tomate, más vale prevenir que llorar sobre la maceta. El tizón es silencioso, avanza rápido y, si no se actúa a tiempo, arrasa sin piedad. Por suerte, los hortelanos con callo y experiencia han desarrollado un método sencillo y eficaz para mantener las tomateras sanas: la poda preventiva. En Directo al Paladar Dónde no debes plantar nunca el romero si quieres que crezca sano y fuerte No se trata de cortarlo todo como si fuera un seto de jardín público, sino de entender cómo respira la planta. El truco está en eliminar las hojas inferiores que tocan o casi tocan el suelo. Son las más expuestas a la humedad del riego y al contagio por esporas. Además, al liberar esa zona, se mejora la circulación del aire, se reduce el estancamiento y se permite que el sol seque mejor el entorno. No se necesita más que unas tijeras limpias, una pizca de observación y cierto desapego. Cada hoja eliminada es una barrera menos para que el hongo se propague. Y cuanto más temprano se empiece, menos consecuencias habrá a mitad de temporada. Cuidado al regar Otra recomendación clave es no mojar el follaje al regar. El agua en las hojas es el buffet libre del tizón. Apuntar a la base y hacerlo en las primeras horas del día ayuda a que el sustrato se mantenga húmedo sin condenar la parte aérea de la planta. Tampoco conviene olvidar la rotación de cultivos: si el año pasado el tomate dominó el huerto, este año mejor cederle el trono a otra especie. El tizón puede sobrevivir en el suelo y atacar con más fuerza si encuentra el mismo huésped de nuevo. Añadir acolchado, evitar el exceso de nitrógeno y mantener una distancia prudente entre plantas son otras medidas que los hortelanos veteranos aplican como mantras. No prometen milagros, pero sí cosechas con menos bajas. Y si todo falla, al menos quedará la satisfacción de haberlo intentado como un auténtico jardinero de resistencia. Que no es poco. Foto | Chris F y Yan Krukau En DAP | El huerto urbano parece algo nuevo, pero nos ha salvado ya en muchas catástrofes: en plena “crisis ecosocial” es más útil que nunca En DAP | Crecen en nuestros jardines y bosques, los pisoteamos y, sin embargo, valen una fortuna - La noticia El truco clásico para que tus tomateras no se llenen de tizón (y de problemas) fue publicada originalmente en Directo al Paladar por Joana Costa .

No hay nada más decepcionante que cuidar con mimo una planta de tomate durante semanas y ver cómo, de un día para otro, empieza a enfermar como si hubiera firmado un pacto con el caos. Hojas con manchas oscuras, tallos que parecen mordidos por la desidia y frutos que se pudren antes de madurar. Y nada parece funcionar.
El culpable puede ser el tizón, ese hongo que no entiende de esfuerzo ni de cariño. Muchos creen que basta con regar y esperar al milagro de la fotosíntesis. Pero el mundo vegetal tiene sus propios giros de guion y, en el caso del tomate, más vale prevenir que llorar sobre la maceta.
El tizón es silencioso, avanza rápido y, si no se actúa a tiempo, arrasa sin piedad. Por suerte, los hortelanos con callo y experiencia han desarrollado un método sencillo y eficaz para mantener las tomateras sanas: la poda preventiva.
No se trata de cortarlo todo como si fuera un seto de jardín público, sino de entender cómo respira la planta. El truco está en eliminar las hojas inferiores que tocan o casi tocan el suelo. Son las más expuestas a la humedad del riego y al contagio por esporas.
Además, al liberar esa zona, se mejora la circulación del aire, se reduce el estancamiento y se permite que el sol seque mejor el entorno.
No se necesita más que unas tijeras limpias, una pizca de observación y cierto desapego. Cada hoja eliminada es una barrera menos para que el hongo se propague. Y cuanto más temprano se empiece, menos consecuencias habrá a mitad de temporada.
Cuidado al regar
Otra recomendación clave es no mojar el follaje al regar. El agua en las hojas es el buffet libre del tizón. Apuntar a la base y hacerlo en las primeras horas del día ayuda a que el sustrato se mantenga húmedo sin condenar la parte aérea de la planta.

Tampoco conviene olvidar la rotación de cultivos: si el año pasado el tomate dominó el huerto, este año mejor cederle el trono a otra especie. El tizón puede sobrevivir en el suelo y atacar con más fuerza si encuentra el mismo huésped de nuevo.
Añadir acolchado, evitar el exceso de nitrógeno y mantener una distancia prudente entre plantas son otras medidas que los hortelanos veteranos aplican como mantras. No prometen milagros, pero sí cosechas con menos bajas. Y si todo falla, al menos quedará la satisfacción de haberlo intentado como un auténtico jardinero de resistencia. Que no es poco.
Foto | Chris F y Yan Krukau
En DAP | Crecen en nuestros jardines y bosques, los pisoteamos y, sin embargo, valen una fortuna
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El truco clásico para que tus tomateras no se llenen de tizón (y de problemas)
fue publicada originalmente en
Directo al Paladar
por
Joana Costa
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