El mundo explota y aquí nos come la mugre

No se entiende que un mundo dizque civilizado soporte impertérrito estas atrocidades. Israel, por un lado, la inmigración por otro, son, ahora mismo dos de las grandes tragedias que asolan este globo terráqueo. La tercera, ya lo han adivinado, es esa desgracia cósmica que nos agrede día a día y que responde al nombre de Donald Trump Por derecho. El retrato de Mahmoud Ajjour, nueve años, mutilado tras un ataque israelí contra la ciudad de Gaza en marzo de 2024, ahora recibiendo atención médica en Doha, Qatar, ha sido la foto ganadora del premio World Press Photo de este año. Su autora, Samar Abu Elouf. Dice el acta del premio que “Ajjour necesita ayuda para comer y vestirse, y está aprendiendo a usar sus pies para escribir, participar en juegos digitales en el teléfono y abrir puertas”. Y como la sesera tiene estas cosas, al Ojo le ha golpeado, de manera automática, aquella otra foto terrible de Aylan Kurdi, el niño sirio de tres años ahogado en la playa de Ali Hoca Burnu, en Turquía el 2 de septiembre de 2015. Casi diez años han transcurrido desde la imagen aterradora que nos heló el corazón. Y aún nos acordamos.  No se entiende que un mundo dizque civilizado soporte impertérrito estas atrocidades. Israel, por un lado, la inmigración por otro, son, ahora mismo dos de las grandes tragedias que asolan este globo terráqueo. La tercera, ya lo han adivinado, es esa desgracia cósmica que nos agrede día a día y que responde al nombre de Donald Trump, el diablo se lo lleve a sus más humeantes calderas. Presumimos los europeos de democracia, de grandes cifras, de portentosos cerebros, de un muy loable respeto a los derechos humanos, ah, nuestro universo gira en torno a la gran divisa de “liberté, égalité, fraternité”, que así, en francés, aún suena más pomposo. ¡Somos grandes y civilizados!, gritan en Berlín, en Madrid o en Bruselas.  ¿De verdad? ¿Y qué hacemos entonces, si tanto hemos avanzado desde la edad de piedra, para evitar que unos soldados salvajes, dirigidos por unos políticos salvajes, bombardeen noches y días escuelas, hospitales y cualquier centro que se les ocurra donde malviven seres de una raza -malditos sean esos verdugos- que quieren exterminar? ¿Hacen algo Macron, oh, là, là, Von der Leyen y tutti cuanti para frenar tanta ferocidad inhumana? La gran Unión Europea, ¿se enfrenta con actos enérgicos a los fanáticos dirigentes de Tel Aviv y a sus grandes mentores, allá en Washington, hoy republicanos, pero ayer demócratas e igual de consentidores y proveedores de armas como los dirigentes actuales?  Y qué decir de la inmigración. Ya conocemos las salvajes batidas de Trump para expulsar de su territorio a los nacidos en otras tierras. Pero en Europa apenas si actuamos mejor. Comidos por el avance de la extrema derecha xenófoba, desde Alemania a España, pasando por el brutal Orbán, bien secundados por la derechita cobarde de toda la vida, los gobiernos en principio más democráticos se arrugan y ceden terreno, una y otra vez, a la xenofobia y el odio al extranjero. ¡Qué vergüenza, ver a los dirigentes del PP, Núñez Feijóo al frente, haciendo política basura con los menores atrapados en Canarias! Meloni quiere llevar a los inmigrantes a Albania y en Gran Bretaña pretendían meterlos en barcos gigantescos como apestados en mitad del océano. Y son las tierras de Shakespeare, Virginia Wolf o Martín Amis, de Dante, Miguel Ángel o Federico Fellini. ¿Civilizados, dicen? ¿Cristianos, amor al prójimo, proclaman hipócritas, rezos y rezos a la resurrección de su señor? Lobos despiadados. Eso es lo que son. Convendría decir, para ser sinceros, que por ahora España, con el gobierno de coalición, está aguantando el tirón.  Pero el monstruo naranja nos tiene comido el cerebro. ¿Permitirían al Ojo vislumbrar un pequeño rayo de luz entre tanta tiniebla? A ver. Leemos que “la popularidad de Donald Trump en su primer trimestre es más baja que la de cualquier otro presidente”, según Gallup, la gran firma demoscópica estadounidense. Y continuamos leyendo: “Cuando se cumplen los tres primeros meses desde su vuelta a la Casa Blanca, su índice de aprobación es del 45%. Es la cifra más baja para cualquier presidente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, con una sola excepción: la del propio Trump en el primer trimestre de su primer mandato (2017-2021), cuando su aprobación era del 41%”.  Vamos bien. Pero es que “el Supremo de Estados Unidos impide a Trump deportar inmigrantes con una ley de guerra de 1798”. La Universidad de Harvard, más de 160 Premios Nobel a lo largo de su historia, ha rechazado todas las amenazas de Trump y se mantiene firme en el respeto a la autonomía universitaria. ¿Hay más? Pues claro. Voces demócratas ya han empezado a despertarse con actos y declaraciones públicas, de Joe Biden a Hillary Clinton, Alexandria Ocasio-Cortez o Bernie Sanders. Y como nos contaba este mismo diario, “Hartos de la motosierra de Elon Musk: la mayoría de

Abr 22, 2025 - 07:46
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El mundo explota y aquí nos come la mugre

El mundo explota y aquí nos come la mugre

No se entiende que un mundo dizque civilizado soporte impertérrito estas atrocidades. Israel, por un lado, la inmigración por otro, son, ahora mismo dos de las grandes tragedias que asolan este globo terráqueo. La tercera, ya lo han adivinado, es esa desgracia cósmica que nos agrede día a día y que responde al nombre de Donald Trump

Por derecho. El retrato de Mahmoud Ajjour, nueve años, mutilado tras un ataque israelí contra la ciudad de Gaza en marzo de 2024, ahora recibiendo atención médica en Doha, Qatar, ha sido la foto ganadora del premio World Press Photo de este año. Su autora, Samar Abu Elouf. Dice el acta del premio que “Ajjour necesita ayuda para comer y vestirse, y está aprendiendo a usar sus pies para escribir, participar en juegos digitales en el teléfono y abrir puertas”. Y como la sesera tiene estas cosas, al Ojo le ha golpeado, de manera automática, aquella otra foto terrible de Aylan Kurdi, el niño sirio de tres años ahogado en la playa de Ali Hoca Burnu, en Turquía el 2 de septiembre de 2015. Casi diez años han transcurrido desde la imagen aterradora que nos heló el corazón. Y aún nos acordamos. 

No se entiende que un mundo dizque civilizado soporte impertérrito estas atrocidades. Israel, por un lado, la inmigración por otro, son, ahora mismo dos de las grandes tragedias que asolan este globo terráqueo. La tercera, ya lo han adivinado, es esa desgracia cósmica que nos agrede día a día y que responde al nombre de Donald Trump, el diablo se lo lleve a sus más humeantes calderas. Presumimos los europeos de democracia, de grandes cifras, de portentosos cerebros, de un muy loable respeto a los derechos humanos, ah, nuestro universo gira en torno a la gran divisa de “liberté, égalité, fraternité”, que así, en francés, aún suena más pomposo. ¡Somos grandes y civilizados!, gritan en Berlín, en Madrid o en Bruselas. 

¿De verdad? ¿Y qué hacemos entonces, si tanto hemos avanzado desde la edad de piedra, para evitar que unos soldados salvajes, dirigidos por unos políticos salvajes, bombardeen noches y días escuelas, hospitales y cualquier centro que se les ocurra donde malviven seres de una raza -malditos sean esos verdugos- que quieren exterminar? ¿Hacen algo Macron, oh, là, là, Von der Leyen y tutti cuanti para frenar tanta ferocidad inhumana? La gran Unión Europea, ¿se enfrenta con actos enérgicos a los fanáticos dirigentes de Tel Aviv y a sus grandes mentores, allá en Washington, hoy republicanos, pero ayer demócratas e igual de consentidores y proveedores de armas como los dirigentes actuales? 

Y qué decir de la inmigración. Ya conocemos las salvajes batidas de Trump para expulsar de su territorio a los nacidos en otras tierras. Pero en Europa apenas si actuamos mejor. Comidos por el avance de la extrema derecha xenófoba, desde Alemania a España, pasando por el brutal Orbán, bien secundados por la derechita cobarde de toda la vida, los gobiernos en principio más democráticos se arrugan y ceden terreno, una y otra vez, a la xenofobia y el odio al extranjero. ¡Qué vergüenza, ver a los dirigentes del PP, Núñez Feijóo al frente, haciendo política basura con los menores atrapados en Canarias! Meloni quiere llevar a los inmigrantes a Albania y en Gran Bretaña pretendían meterlos en barcos gigantescos como apestados en mitad del océano. Y son las tierras de Shakespeare, Virginia Wolf o Martín Amis, de Dante, Miguel Ángel o Federico Fellini. ¿Civilizados, dicen? ¿Cristianos, amor al prójimo, proclaman hipócritas, rezos y rezos a la resurrección de su señor? Lobos despiadados. Eso es lo que son. Convendría decir, para ser sinceros, que por ahora España, con el gobierno de coalición, está aguantando el tirón. 

Pero el monstruo naranja nos tiene comido el cerebro. ¿Permitirían al Ojo vislumbrar un pequeño rayo de luz entre tanta tiniebla? A ver. Leemos que “la popularidad de Donald Trump en su primer trimestre es más baja que la de cualquier otro presidente”, según Gallup, la gran firma demoscópica estadounidense. Y continuamos leyendo: “Cuando se cumplen los tres primeros meses desde su vuelta a la Casa Blanca, su índice de aprobación es del 45%. Es la cifra más baja para cualquier presidente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, con una sola excepción: la del propio Trump en el primer trimestre de su primer mandato (2017-2021), cuando su aprobación era del 41%”. 

Vamos bien. Pero es que “el Supremo de Estados Unidos impide a Trump deportar inmigrantes con una ley de guerra de 1798”. La Universidad de Harvard, más de 160 Premios Nobel a lo largo de su historia, ha rechazado todas las amenazas de Trump y se mantiene firme en el respeto a la autonomía universitaria. ¿Hay más? Pues claro. Voces demócratas ya han empezado a despertarse con actos y declaraciones públicas, de Joe Biden a Hillary Clinton, Alexandria Ocasio-Cortez o Bernie Sanders. Y como nos contaba este mismo diario, “Hartos de la motosierra de Elon Musk: la mayoría de los estadounidenses tiene una imagen negativa del multimillonario”. Por último, pero quizá lo más importante de todo, leído también aquí, “Miles de personas salen a las calles de varias ciudades en EEUU para protestar contra el ‘odio’ y la ‘censura’ de Trump”. Pues eso: un rayo de sol, uoh, oh, oh. Si le sumamos el malestar de los mercados y de los ricos de toda la vida, incluido el presidente de la FED, pasmados ante la barbarie de su presidente, podemos ver un futuro un punto menos trágico, sólo eso, un puntito, pero algo es algo, que la esperanza, ya saben. 

¿Y por estos pagos del señor, aquesta pell de brau que dijo el poeta, qué ocupa nuestros quehaceres cotidianos? Pues la miseria, la mugre, el pringue. Cuesta pasar de la grandiosidad de lo hasta aquí tratado, a la minúscula categoría de Carlos Mazón, por ejemplo. ¿Cómo es posible que semejante individuo, que sigue ocultando, como un insensible mentiroso, dónde estuvo la tarde de la gran tragedia, aquel horroroso 29 de octubre, siga en su sillón de presidente de la Generalitat? ¿Quién soporta a este político indigno, incapaz de dar la cara ante los miles de valencianos que lo han perdido todo? Pregunta retórica, claro, que todos sabemos que la poltrona la sostienen a pachas Núñez Feijóo y Vox, Vox y Núñez Feijóo. La infamia con cargos, nombres y apellidos. No deberíamos olvidarnos, ya metidos de hoz y coz en pestilentes lodazales, de recordar los vericuetos del caso Ábalos, veremos en qué acaba, por supuesto, pero los tráileres que por ahora vamos viendo nos ponen los pelos de punta, aguas sucias y pantanosas. 

Pero claro que disfrutamos por estos valles y secarrales de otros espectáculos, tales como el mefítico perfume que se desprende de togas ilustrísimas, ahí los tienen ustedes en dura competición, haciendo méritos para llevarse el título de protagonista del año. Pero eso sí, como buenos bufones, acuérdense de Juan de Calabazas o Francisco Lezcano, el niño de Vallecas, tras servir de gran juerga y regocijo a sus señores políticos de la derecha y a la prensa adicta, que con grandes titulares ríe y aplaude cada una de sus ridículas piruetas. ¿Les sirve una pequeña muestra, apenas un botoncillo? Pablo Planas, en el panfletillo de Federico Jiménez Losantos, Libertad Digital: “Lo dicho. [El juez] Peinado es un héroe”. ¿Viriato, El Cid, el general Moscardó? Quiá. El juez Juan Carlos Peinado, nacido en 1954, titular del Juzgado de Instrucción nº 41 de Madrid. Urge un monumento en la Castellana. O en el barrio de Salamanca. (El Ojo les recomienda fervientemente que lean este artículo de Íñigo Sáenz de Ugarte, , donde entre otras historias de relieve, se cuenta la muy edificante peripecia de una tarima).  

Qué pena, tener que gastar una sola neurona en estos menesteres cuando el mundo, enredado en una deriva atroz hacia un autoritarismo brutal, tal y como señalábamos al principio de esta columnilla, exige grandes pensadas y acciones decididas. Por ejemplo, ¿cómo aguantar el chaparrón que nos llega de Estados Unidos, cómo acompasar nuestro paso al de Bruselas, si eso es lo que queremos, o qué hacer con el régimen de Pekín? 

Pues hay que ocuparse de Salomé Pradas, ilustre ignorante. Nada sé, nada hice, pero cobraba. Y más que el salario mínimo. Mazón la eligió. Tú, que lo ignoras todo, a Emergencias, a cuidar del bienestar de los valencianos, que tanto me importan. 

¿Los oigo cuchichear en sus domicilios habituales o sus lugares de trabajo en torno a Podemos y Sumar? Porque esa también es buena. Les prometo que la próxima semana hablaremos del Gobierno. 

Adenda. Al papa Francisco no le gustaba nada Trump. Y así lo proclamó en más de una ocasión. Fue ver al muy inquietante J.D. Vance y doblar la servilleta. Veremos ahora cómo funciona la aguja de marear de la todopoderosa Iglesia, siempre atenta a la dirección en la que soplan los vientos. Recordemos que todos los ultras del mundo le odiaban. El loco Milei, por ejemplo, le tildó de “representante del maligno en la Tierra” y de aliarse con las “dictaduras sangrientas” de Maduro o Fidel Castro. En los tiempos onerosos de Thatcher y Reagan, hoy todavía vivimos las consecuencias de aquella revolución retrógrada y canalla, en el Vaticano entendieron muy bien la ola y se sumaron animadamente a la fiesta con el polaco Wojtila, un Papa reaccionario de libro. Hoy, con la extrema derecha al mando en tantos y tantos sitios, habrá que esperar por dónde tiran en Roma los 138 cardenales encargados de elegir al sucesor de Francisco. Que su dios les pille confesados. Y a nosotros, a cubierto. 

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