El
Arsenal de
Arteta espera ya al
Real Madrid o al
Atlético en los cuartos de final de la
Champions. Los londinenses golearon en
Eindhoven (1-7) mientras que el derbi de
Madrid (2-1) lo deja todo abierto para el próximo miércoles en el Metropolitano. El resultado fue justo, algo corto para las ocasiones del
Real Madrid pero parecía ser un marcador que, incomprensiblemente, satisfacía a los dos equipos a tenor de lo que se vio en la última media hora sobre el campo. Mucho control de balón y muy poca voracidad atacante. Parece mentira que el Atlético de Madrid, que en la ida de las semifinales de Copa se lanzó a por el
Barça y marcó dos goles sobre la campana, estuviera tan autocomplaciente en el
Bernábeu con el marcador en contra. Sorprendía también que el equipo de
Ancelotti, con la moral ganada a los colchoneros en la Champions, no quisiera aprovechar el típico zafarrancho europeo en
Chamartín para sentenciar la eliminatoria. Así pues, todos siguen vivos después de un partido con tres golazos, con un Madrid que sigue demostrando que tiene Bellinghamdependencia y con ocho franceses sobre el campo. No destacó ninguno de ellos. Bueno sí, el colegiado
Clement Turpin que resolvió con nota muy alta un derbi que era de alto riesgo. El resto de franceses, ni fu ni fa.
Mendy irrelevante como siempre,
Camavinga pudo hacer mucho más en el gol de
Julián,
Tchouámeni pasó despercibido,
Lenglet estuvo correcto pero sale en la foto del gol de
Rodrygo,
Le Normand entró tarde y las dos estrellas merecen un comentario a parte.
Mbappé jugó, seguramente, su partido más discreto como madridista. Recibió muy poco, no se fue de nadie, un solo disparo infantil y falló algunos pases claros. En la primera parte incluso fue pitado por su afición en una jugada. Al otro lado,
Griezmann sí que las tocó todas porque estaba en todas partes. Y en todas partes era un estorbo. Las daba todas para atrás al primer toque, desaprovechaba oportunidades de contragolpe y parecía encantado de haberse conocido en su faceta de director de orquesta. Era tan prescindible lo que hacía con el balón en los pies, que a 20 minutos del final, cuando el
Atlético necesitaba un gol, Simeone le mandó a la ducha para que entrase otro central. Para asegurar. Demasiado cálculo por todas partes en el duelo de anoche. En la vuelta será distinto.
Seguir leyendo...]]>