El mayor giro de 'Severance' ('Separación') ha sido cambiar la sátira anticorporativa por una cuestión más personal

La segunda temporada de la serie de Dan Erickson se ha centrado en la relación con nuestro legado.

Mar 28, 2025 - 09:09
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El mayor giro de 'Severance' ('Separación') ha sido cambiar la sátira anticorporativa por una cuestión más personal

Sin lugar a dudas, el Oscar a mejor película más influyente de los últimos años es el que Bong Joon-ho se llevó a Corea gracias al estreno de Parásitos. La película, que se centra en las diferencias entre una familia de clase obrera y otra bastante acomodada, despertó en la audiencia el apetito por la crítica de clase y el deseo de "comerse" a unos ricos que en los últimos años estaban siendo más visibles e influyentes que nunca gracias a la presencia de las redes sociales.

De la energía puesta en marcha por Parásitos, llegaron cintas que intentaban aproximarse al tema de la lucha de clases y el anticapitalismo desde el punto de vista estadounidense; películas menos finas que la firmada por Bong, pero que continuaban circulando por la misma senda satírica.

Entre las hijas de Parásitos en la pantalla grande podemos contar a Puñales por la espalda, El triángulo de la tristeza y otras de corte más independiente como podría ser El menú. Pero donde verdaderamente ha triunfado lo de poner la desigualdad en el centro de mira ha sido en la televisión, donde series como Succession, El juego del calamar o The White Lotus han conseguido llenar de matices un tema que parecía agotado.

Separación, que estrenaba su primera temporada tan solo tres años después del lanzamiento de Parásitos, también es una de estas series cuyo núcleo estaba estrechamente ligado a la crítica social. Su creador, Dan Erickson, levantaba un juicio alrededor del concepto de trabajo asalariado exponiendo la forma en la que "vender" nuestro tiempo a una compañía acababa por afectar a nuestra propia identidad.

La segunda temporada, sin embargo, rompe de lleno con ese tema. En el largo hiato que separa ambas tandas de capítulos, Separación se ha desprendido de la crítica social y ha abrazado preocupaciones más individuales. Un giro que acompaña también un viraje palpable en los intereses de la audiencia.

¿Quién eres cuando estás en la oficina?

Aunque su popularidad en redes sociales ha acabado por deformarlo hasta perder el significado original, el concepto de "trabajo emocional", desarrollado a principio de los 80 por Arlie Russel Hochschild, es clave para entender la esencia de la primera temporada de Separación. Según la socióloga, realizamos trabajo emocional cuando suprimimos nuestros sentimientos y nuestro verdadero carácter con el objetivo de encajar en las necesidades de un empleo concreto.

Y aunque el concepto se aplica de forma especial a los trabajos que se realizan de cara al público o que están relacionados con los cuidados, Hochschild considera que casi todos los empleos dentro del sistema capitalista terminan por exigir que dejemos de ser una persona tridimensional para pasar a convertirnos en la imagen del trabajador ideal compartida por la sociedad.

Así, da igual qué tipo de problemas pueda estar atravesando una persona o de qué forma se relaciona con otros en su día a día, que durante las horas que presta servicio el trabajador adoptará la filosofía de la empresa siendo capaz incluso de cambiar su manera de expresarse o su forma de socializar. Es evidente que este concepto —pasado a través de la deformación típica de la ciencia ficción— es el que se encuentra detrás de la "separación" propuesta por Erickson.

En las oficinas de Lumon, Mark (Adam Scott) no es un viudo alcohólico incapaz de lidiar con el duelo sino un empleado eficiente y alegre, que no duda en ayudar a sus compañeros siempre que sea necesario. Lejos de ser un padre sobrepasado por la falta de oportunidades, Dylan (Zach Cherry) se transforma en un trabajador competitivo que adora recibir todo tipo de premios, mientras que Irving (John Turturro), que fuera del trabajo es un rebelde anti-Lumon, resulta ser el que adopta con más facilidad la doctrina de la empresa dentro de la oficina.

La primera tanda de episodios explora el concepto de la identidad —partiendo de la idea de que la individualidad de una persona surge de la mezcla entre naturaleza y entorno— pero siempre ligado al tema del trabajo asalariado. El planteamiento original no intenta descubrir qué es lo que nos hacer ser tal y como somos sino que quiere exponer la manera en la que el sistema nos obliga a reinventarnos de nuevo solo para poder funcionar como perfectos esclavos al servicio del capital. Y ese, gracias a Parásitos, era un tema en pleno auge durante el 2022.

La intención de hacer crítica social en los primeros nueve capítulos de Separación queda clara tanto a través de la propia representación de Lumon —que parece una pseudosecta inspirada por el funcionamiento de las compañías tecnológicas y la reverencia que prestan a su propia historia y a la de sus fundadores — como a través de los pequeños vistazos del universo ajeno a la compañía.

En el segundo episodio de la primera temporada, Mark asiste a una cita con Alexa, la comadrona que atiende a su hermana, durante la cual mantiene un encontronazo con unos jóvenes universitarios que protestan en la calle las nuevas políticas alrededor de la separación. Y esta no es la única vez en la que podemos percibir el rechazo que esta tecnología produce en la sociedad.

Desde Devon hasta los amigos de Ricken, todo el mundo parece mirar con suspicacia la creación de "dentris" para que se ocupen de las tareas más molestas del día a día. Erickson introduce muy pronto este contrapunto para Lumon de forma que sea imposible no mirar con suspicacia a la empresa. Saber, en otras palabras, quienes son los verdaderos "malos".

Y, sin embargo, esta es una de las tramas que queda paralizada en la segunda temporada. Dan Erickson parece haber dejado atrás su interés por la crítica social amplia, mostrándose dispuesto a abordar el tema de la identidad a través un nuevo camino. Uno que, no obstante, también sigue bastante ajustado a la conversación social actual.

Somos lo que dejamos atrás

El gran tema de la segunda temporada de Separación es la relación que mantenemos con nuestro propio legado; con todos los elementos —materiales o inmateriales— que van a trascendernos y que funcionarán como el símbolo último de nuestra identidad. En este sentido, el episodio ocho es especialmente claro en su tesis: Harmony Cobel (Patricia Arquette) vuelve al pueblo en el que creció para intentar encontrar pruebas que demuestren que ella es la inventora del chip que hace posible la separación.

Vitriolo dulce nos ayuda a comprender la manera en la que todos aquellos elementos que han hecho de Cobel la mujer que es ahora —desde la enfermedad de su madre hasta su infancia dentro de un grupo religioso al margen de la sociedad— son también los responsables en última instancia de la existencia del chip de separación. Porque sin la estrecha relación que ha tenido con el dolor, la enfermedad y la adicción, Cobel jamás se hubiera interesado por inventarlo. Pero sin la influencia de los Eagan y de su extraña ideología, tampoco habría renunciado nunca a la idea de reconocer su autoría.

Y mientras que Cobel intenta reconectar con su legado tras perder su puesto en Lumon, Burt (Christopher Walken) intenta borrarlo. Tras conocer a Irving fuera de la oficina y entender la inocente relación que ambos desarrollaron durante las horas de trabajo, Burt empieza a creer que es posible dejar atrás los años de violencia al servicio de la compañía para intentar ser mejor por sí mismo, sin necesidad de la separación.

Si antes creía que tener un "dentri" era la única forma de lograr que una parte de él fuera al cielo con su marido, su relación con Irving le recuerda que nunca es demasiado tarde para empezar de nuevo y ser una persona mejor. Que nuestro pasado puede definirnos pero no tiene por qué hacerlo en todos los casos.

La idea de rescribir la historia y reinventar quienes somos se presenta a través de los apéndices supuestamente escritos por Kier Eagan y que no son otra cosa que un intento por parte de la compañía de crear un legado grandioso para su fundador. En estos textos —citados en el capítulo cuatro— Kier no solo se presenta como sabio, benevolente y reflexivo, sino también como un hombre capaz de entender la realidad en unos términos superiores.

Sin embargo, como bien aprende Milchick (Tramell Tillman) al recibir el cuadro en el que Kier se presenta como un hombre negro, el fundador de Lumon es más un arquetipo que un hombre real. Y eso significa que tiene la capacidad para transformarse en cualquier cosa. Sea lo que sea lo que necesite en cada momento la corporación.

Frente a todos estos arcos narrativos contrasta el de Mark y Gemma (Dichen Lachman). En esta segunda temporada descubrimos la dificultad del matrimonio para concebir y el distanciamiento que esta situación produce entre ellos. Los Scout son incapaces de generar el legado que desean y esto lleva a que Gemma pierda totalmente su identidad y se vea obligada —con la mediación de la separación y el trabajo de su marido— a desarrollar otras muchas. Identidades que, como expresa el doctor Mauer "dejarán al mundo asombrado" convirtiéndose, efectivamente, en la única herencia que la mujer puede dejar atrás.

A lo largo de estos últimos diez episodios, Separación no es capaz de desarrollar una tesis unitaria e integral sobre el papel del legado. Sin embargo, sí que pone los pilares necesarios para hacerlo en la siguiente temporada. La clave parece estar en Mark y en ese enfrentamiento entre las dos partes de sí mismo que ahora no parecen dispuestas a reintegrarse y trabajar al unísono.

Es fácil pensar que la serie no dará un nuevo viraje en su futuro más próximo porque este cambio de enfoque, el salto desde la sátira anticorporativa al concepto del legado, no ha ocurrido en el vacío. Este año, películas como Megalópolis y, en especial, The Brutalist, también intentan dialogar con la liquidez de la historia y la forma en la que somos capaces de escribir y rescribir, conectar y desconectar, aspectos de nuestra memoria. En definitiva, es un tema en alza y con mucho margen para captar aún el interés de la sociedad.

No obstante, aunque el concepto de legado está en la conversación pública, es evidente que el interés de Dan Erickson por el tema es también bastante personal. Porque desde el estreno de la primera a la segunda temporada, Separación se ha convertido en una de las ficciones actuales de referencia. Es ahora el legado que le define. Una serie de la que el escritor ya no se puede separar.

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