El Hospital Zendal tendrá habitaciones individuales para pacientes con daño cerebral

Hasta 10.000 personas fueron atendidas en el Hospital de Emergencias Isabel Zendal durante la pandemia. Una vez que el virus remitió, y la normalidad volvió al resto de hospitales, éste fue quedando libre de ingresos. Pero no por ello sin uso: actualmente, alberga el centro de día para enfermos de ELA, el centro de coordinación del Summa 112, el laboratorio regional de Salud Pública, y en unos meses preparará habitaciones individuales para los pacientes de neurorrehabilitación o que hayan sufrido daño cerebral. Los responsables de la Consejería de Sanidad hacen hincapié en la versatilidad de la instalación: los grandes pabellones de hospitalización que se utilizaron para el Covid y que ahora están vacíos pueden volver a montarse si hacen falta «en menos de 48 horas; yo diría que en 24», explicó Isabel García Sánchez, directora de Enfermería. El hospital está ahora manteniendo otros usos, pero es susceptible de ponerse de inmediato de nuevo «al servicio del sistema», recuerda su director médico, Javier Martín. La instalación, con tres pabellones de 3.000 metros cuadrados cada uno, alberga ahora diferentes servicios sanitarios. El primero de ellos es el laboratorio regional de Salud Pública, que dirige Mar Carretero. En él se analizan entre 4.000 y 9.000 muestras anualmente; pero cuando llegó el Covid, hubo que hacer en una primera tanda más de 86.000 estudios del virus en centros sociosanitarios. También allí se realizan otro tipo de cultivos, como los del neumococo, para desarrollar programas de vacunación; y se vigilan las enfermedades respiratorias agudas, además de los estudios de serología que miden los anticuerpos en sangre y han permitido saber cómo es el estado de inmunidad de los madrileños, en las llamadas encuestas de serovigilancia. Este laboratorio se encarga también de los estudios de aguas y alimentos. Una planta más abajo se encuentra el centro de coordinación del Summa 112. Allí se controlan los transportes no urgentes programados de personas que tienen que ser trasladadas en ambulancia a una sesión de rehabilitación o una diálisis, por poner dos ejemplos. Pero también se reciben llamadas de urgencias, directamente por el 112 o el 061, o derivadas. La media de llamadas en el año 2024 fue de más de 3.000 al día, pero en la pandemia y en Filomena, esta cifra se multiplicó hasta por tres, y se mantuvo así durante meses en 2020. Cada 28 segundos se recibe una llamada, y cada minuto sale un recurso a atenderlas. El espacio dedicado a centro de día de ELA ha dado servicio ya a más de 140 usuarios, desde que empezó a funcionar en abril de 2024, y es un recurso único en España para estos pacientes. Y en lo que fue en su día archifamoso Hospital Enfermera Isabel Zendal, con sus amplias salas donde los sanitarios podían vigilar hasta a 24 pacientes a la vez sólo con un vistazo –«el curso de la enfermedad era imprevisible; los pacientes se inestabilizaban en horas, este diseño se implantó por su seguridad», resume Javier Martín–, sólo hay ahora camas vacías. Las 12 de la UCI, las hasta 98 que hubo en la UCRI y todas las demás en que se ingresaron a hasta 10.000 personas están ahora sin uso, pero «en 48 horas máximo, todo el hospital se puede poner en marcha de nuevo si hace falta; tenemos reserva de material, camas, dispositivos electrónicos, etc», explica Isabel García Sánchez. El director médico del Zendal destaca de este hospital que, durante la pandemia, «permitió el drenaje del 30 por ciento de los pacientes de los demás centros». Después de esto, se abrió un centro de rehabilitación funcional por el que pasaron casi 1.000 pacientes. Aquella del Covid, define, fue la «versión 1.0 del hospital; la siguiente, la 2.0, es la que se va a ocupar ahora, en unos meses, con habitaciones individuales que se van a instalar en los pasillos junto a las ventanas, para el ingreso de pacientes en neurorrehabilitación». Aún habrá una versión 3.0, la que supondrá la puesta en marcha del Instituto Experimental del Cerebro, mucho más tecnificado.

Mar 13, 2025 - 06:34
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El Hospital Zendal tendrá habitaciones individuales para pacientes con daño cerebral
Hasta 10.000 personas fueron atendidas en el Hospital de Emergencias Isabel Zendal durante la pandemia. Una vez que el virus remitió, y la normalidad volvió al resto de hospitales, éste fue quedando libre de ingresos. Pero no por ello sin uso: actualmente, alberga el centro de día para enfermos de ELA, el centro de coordinación del Summa 112, el laboratorio regional de Salud Pública, y en unos meses preparará habitaciones individuales para los pacientes de neurorrehabilitación o que hayan sufrido daño cerebral. Los responsables de la Consejería de Sanidad hacen hincapié en la versatilidad de la instalación: los grandes pabellones de hospitalización que se utilizaron para el Covid y que ahora están vacíos pueden volver a montarse si hacen falta «en menos de 48 horas; yo diría que en 24», explicó Isabel García Sánchez, directora de Enfermería. El hospital está ahora manteniendo otros usos, pero es susceptible de ponerse de inmediato de nuevo «al servicio del sistema», recuerda su director médico, Javier Martín. La instalación, con tres pabellones de 3.000 metros cuadrados cada uno, alberga ahora diferentes servicios sanitarios. El primero de ellos es el laboratorio regional de Salud Pública, que dirige Mar Carretero. En él se analizan entre 4.000 y 9.000 muestras anualmente; pero cuando llegó el Covid, hubo que hacer en una primera tanda más de 86.000 estudios del virus en centros sociosanitarios. También allí se realizan otro tipo de cultivos, como los del neumococo, para desarrollar programas de vacunación; y se vigilan las enfermedades respiratorias agudas, además de los estudios de serología que miden los anticuerpos en sangre y han permitido saber cómo es el estado de inmunidad de los madrileños, en las llamadas encuestas de serovigilancia. Este laboratorio se encarga también de los estudios de aguas y alimentos. Una planta más abajo se encuentra el centro de coordinación del Summa 112. Allí se controlan los transportes no urgentes programados de personas que tienen que ser trasladadas en ambulancia a una sesión de rehabilitación o una diálisis, por poner dos ejemplos. Pero también se reciben llamadas de urgencias, directamente por el 112 o el 061, o derivadas. La media de llamadas en el año 2024 fue de más de 3.000 al día, pero en la pandemia y en Filomena, esta cifra se multiplicó hasta por tres, y se mantuvo así durante meses en 2020. Cada 28 segundos se recibe una llamada, y cada minuto sale un recurso a atenderlas. El espacio dedicado a centro de día de ELA ha dado servicio ya a más de 140 usuarios, desde que empezó a funcionar en abril de 2024, y es un recurso único en España para estos pacientes. Y en lo que fue en su día archifamoso Hospital Enfermera Isabel Zendal, con sus amplias salas donde los sanitarios podían vigilar hasta a 24 pacientes a la vez sólo con un vistazo –«el curso de la enfermedad era imprevisible; los pacientes se inestabilizaban en horas, este diseño se implantó por su seguridad», resume Javier Martín–, sólo hay ahora camas vacías. Las 12 de la UCI, las hasta 98 que hubo en la UCRI y todas las demás en que se ingresaron a hasta 10.000 personas están ahora sin uso, pero «en 48 horas máximo, todo el hospital se puede poner en marcha de nuevo si hace falta; tenemos reserva de material, camas, dispositivos electrónicos, etc», explica Isabel García Sánchez. El director médico del Zendal destaca de este hospital que, durante la pandemia, «permitió el drenaje del 30 por ciento de los pacientes de los demás centros». Después de esto, se abrió un centro de rehabilitación funcional por el que pasaron casi 1.000 pacientes. Aquella del Covid, define, fue la «versión 1.0 del hospital; la siguiente, la 2.0, es la que se va a ocupar ahora, en unos meses, con habitaciones individuales que se van a instalar en los pasillos junto a las ventanas, para el ingreso de pacientes en neurorrehabilitación». Aún habrá una versión 3.0, la que supondrá la puesta en marcha del Instituto Experimental del Cerebro, mucho más tecnificado.