El hallazgo de un esqueleto casi completo de un perro del Paleolítico reabre el misterio de la domesticación

Los restos revelan que era una hembra adulta, que pesaba unos 26 kg y medía 62 cm, tamaño similar a un husky.

May 2, 2025 - 07:43
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El hallazgo de un esqueleto casi completo de un perro del Paleolítico reabre el misterio de la domesticación

Hace algo menos de tres años, el llamado ‘perro de Erralla’, hallado en el País Vasco y datado en 17.000 años de antigüedad, se convirtió en el cánido doméstico más antiguo documentado en Europa. Su descubrimiento supuso un hito para entender cómo y cuándo se consolidó el vínculo entre humanos y cánidos. Pero ahora, un nuevo hallazgo en el sur de Francia vuelve a agitar el debate científico.

Se trata de un esqueleto casi completo encontrado en 2021 en la cueva de Baume Traucade, y cuya investigación ha sido recientemente publicada. Pertenecía a una perra hembra adulta de 26 kilos y 62 centímetros de altura en la cruz, que ya había superado el primer año de edad. Su análisis revela una historia más compleja de lo que cabría esperar: heridas sanadas que apuntan a cuidados humanos y otras, sin embargo, letales, probablemente provocadas por armas humanas. Una vida entre la protección y la violencia que plantea nuevas preguntas sobre el incierto inicio de la domesticación canina.

El hallazgo de Baume Traucade

El descubrimiento tuvo lugar a 160 metros de profundidad, en una cueva con vestigios de ocupación humana prehistórica. El buen estado de conservación del esqueleto permitió al equipo liderado por la paleontóloga y arqueozoóloga Mietje Germonpré, del Instituto Real de Ciencias Naturales de Bélgica, compararlo con restos de lobos y perros antiguos y modernos. Su morfología lo ubicó entre los llamados ‘perros del Paleolítico’, que se consideran ejemplares en las fases tempranas de domesticación.

La datación por radiocarbono situó la muerte del animal hace entre 16.000 y 15.300 años, durante el final del último período glacial. Esta etapa coincidió con una mayor proximidad entre humanos y lobos, posiblemente impulsada por la competencia por recursos y refugio.

Signos de convivencia y cuidados

El esqueleto mostraba varias vértebras fracturadas que se habían curado en vida, lo que indica que el animal sobrevivió gracias a cuidados recibidos. Esta evidencia sugiere que no se trataba de un animal completamente salvaje. Según Mietje Germonpré, estas atenciones pueden interpretarse como una forma temprana de cuidado humano.

En otras regiones de Europa occidental, han aparecido restos de perros similares en contextos funerarios humanos, como el caso del yacimiento de Bonn-Oberkassel en Alemania, lo que refuerza la idea de una relación ya simbólica y funcional entre especies.

Una muerte violenta

No obstante, también se hallaron en uno de sus omóplatos dos marcas de penetración sin cicatrizar, compatibles con heridas por proyectil. Esto sugiere que el animal fue herido poco antes de morir, probablemente como consecuencia de un acto humano. No está claro si fue abatido de forma intencionada, como castigo o defensa, o por accidente en una acción de caza.

Otros expertos e investigadores en la domesticación de poblaciones, como Loukas Koungoulos, de la Universidad de Australia Occidental, apuntó que este tipo de heridas son comunes en presas cazadas en la época mesolítica. La posibilidad de que este cánido fuera a la vez protegido y agredido por humanos plantea un escenario de tensiones en esa relación incipiente.

Un proceso largo y desigual

El hallazgo encaja en la teoría de que la domesticación no fue una línea recta, sino un proceso gradual y plagado de retrocesos. No todos los cánidos lupoides que convivieron con humanos se convirtieron en perros domésticos, ni todos los grupos humanos aceptaron su presencia del mismo modo.

Algunos asentamientos humanos pudieron fomentar la crianza de cánidos con ciertas habilidades, mientras que otras los percibieron como competencias o amenazas. Esto se interpreta como que la relación de los perros primitivos con los humanos probablemente incluía una amplia gama de roles: protector espiritual, compañero, ayudante, presa o intruso.

El equipo de investigadores del Instituto Real de Ciencias Naturales de Bélgica planea ahora estudiar el ADN del esqueleto para comprobar si existe parentesco con los linajes caninos modernos o si se trata de una línea extinguida. Este tipo de análisis genéticos puede ofrecer pistas sobre cómo evolucionaron los rasgos conductuales y morfológicos que hoy asociamos con los perros.

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